Botiquín emocional para mamás agobiadas

Eres tan importante para los tuyos, que necesitas mirarte y atenderte antes de volverte loca. Aprende a conectar contigo misma para ser mejor mamá.

Marilú Ochoa Méndez

Hace tres años me esguincé el tobillo. La experiencia completa significó una gran enseñanza para mí, pues me hizo ver mi fragilidad y contrastarla con mi fuerza.  También me mostró que intentar ignorar mi dolor terminó haciéndome más daño que bien.

Hoy, quiero contártela, porque estoy segura que te sentirás reflejada en estas letras, y podrás echar mano de tu botiquín emocional para cuidarte cada vez más y mejor.

Te cuento: estaba embarazada de seis meses, me encontraba jugando con mis pequeños en la cochera. En el momento del accidente, escuché un crujido, y sentí una leve molestia, pero la ignoré, para perseguir a mi nena. Al poco tiempo, ya preparando a mis nenes para el baño, no podía apoyar el pie, y el dolor me molestaba bastante.  Para la hora de la cena, no pude hacerme más “la fuerte”, y tuve que sentarme aguantando el dolor. Ahí, me di cuenta que -o hacía caso a lo que me pasaba, o pronto no podría contenerme-, y llamé a mi esposo.

¿Por qué ahora? ¡hay tanto qué hacer!

Me fui al hospital, pero dejé en casa una nena llorando, un esposo preocupado y a mis chiquitos asustados. Mi mamá, que me acompañaba, con su cariño intentaba hacerme leve la presión.  El doctor confirmó el diagnóstico que esperábamos: un esguince. Posteriormente, indicó lo que menos me sentía capaz de hacer con seis nenes en casa: reposo.

Estas dos semanas fueron un verdadero regalo para mí, a costa de que mi esposo dobleteara la labor: en la oficina por la mañana y tarde, y haciendo comida, atención a los niños y cuidándome de la mejor manera durante cada segundo “libre” que tenía. Agradecí el respiro, y fue muy revelador para mí ver cómo seguía funcionando mi familia (a veces incluso mejor), conmigo recluida en mi recámara, obligada a estar quieta.

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Sí, eres necesaria, pero ¿indispensable?

Te mueres de ganas de ir al baño, pero tu hijo acaba de llenarse la cabeza de barro, ¿qué haces?, ¡corres a limpiarlo!.  Estás hablando con una amiga, contándole lo que tanto te preocupa, pero tu hija necesita que mami le quite el champú, entonces cuelgas la llamada y pospones ese sano desahogo.

Es común que -en atención a la familia- las madres pospongamos necesidades personales. Correr de un lado a otro, y saber que solo tu beso cura la rodilla raspada, es casi adictivo.

Entonces, podemos dejarnos absorber por la atención debida al hogar y la familia, e ignorarnos.

A veces, el dolor no nos salva

El dolor, y mi incapacidad para siquiera moverme, me obligaron a atenderme, pero ¿qué pasa si el dolor es recubierto por un “ya pasará”? Podemos caer en un círculo vicioso en el que nos ignoramos, y nos sobreexigimos.

Es entonces cuando nos sentimos incapaces, dolidas, desesperanzadas, abrumadas y sobrepasadas. Llegando a este punto, es obligatorio brindarnos un momento para pausar y atendernos, olvidando esta idea de que si no estás, tu familia colapsará.

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Sin duda, sabes que serás de mas utilidad y apoyo para los tuyos, estando serena, motivada y entera.

¿Pero cómo me doy ese “break”?

Tú sabrás cómo, de acuerdo con tus circunstancias, puedes distanciarte de las problemáticas que vives para recuperar tu solidez, alguna podrá salir físicamente de su hogar para recomponerse, otras tendrán que quedarse ahí y encontrar otro espacio de catarsis, lo importante es:

1 Reconocer que te encuentras sobrepasada, y eso está bien

Eres muy capaz, lo sabes. Muchas veces has atendido a esa familia como si fueras un hada madrina, siempre con trucos maravillosos que arreglan todo casi como magia. Pero un día, en una situación determinada, te encuentras sin recursos. Son momentos duros que nos obligan a reconocer que no podemos con todo.  Esto nos frustra, pues nos sentimos incompetentes, pero no, reconocer que estás sobrepasada no te hace incompetente, solo te recuerda que tienes límites, y que -como un resorte- debes volver al origen antes de estirarte más, no sea que te rompas.

2 Aprender a brindarte amor a pesar de estar rota

Eres más que tus actos, eres más que aquello que limpias o aquellos a quienes cuidas. Tú eres una persona con necesidades, inquietudes y procesos sin terminar. Sentirte sobrepasada no debe ser un pretexto para maltratarte, sino un momento para darte todo tu amor.

3 Aprender a pedir ayuda

Aquella vez que me lastimé y tuve que guardar reposo, me sorprendí gratamente por las increíbles habilidades de mi esposo para sacar adelante tanto peso con tanta gracia.  Debo confesarte que le aprendí dos o tres trucos, y vi una cara de mis hijos que no conocía desde los ojos de su padre que me suplió tan eficazmente durante dos semanas.

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Recibir ayuda es refrescante, nos muestra lados distintos de la misma realidad, nos reconforta, se convierte en una caricia al alma, y nos da humildad.

Tú tienes el mejor botiquín emocional

¿Te imaginas qué maravilloso sería tener un “botiquín emocional” que nos ayudara a diagnosticar nuestros problemas como madres? Y no solo diagnosticar, que nos brindara recursos prácticos e indicaciones claras para corregir comportamientos, sanar corazones y “apagar fuegos” de manera determinante y eficaz.

La “pastilla verde” para tus días de desánimo, la “pastilla azul” para tomar decisiones sabias… ¡Uf!. Tener el respaldo de años de “ciencia”, y recursos prácticos y dinámicos para atender tantas situaciones a las que nos enfrentamos nos haría acercarnos con mucha más seguridad a los problemas.

¿Sabías que tú posees ese botiquín en tu alma? ¡En serio! Es un kit que te otorga Dios con cada hijo, con cada acto de amor. A veces no lo encuentras, porque te falta autocuidado y paz interior, pero siguiendo los tres pasos que te anoto arriba, lograrás aprender de tu riqueza interna, retomando fuerzas y disponiéndote a acatar con amor y gracia tus momentos de esposa y madre.

No te obligues a que la enfermedad o un accidente te detengan en seco para darte momentos de recomposición.  Mereces momentos de enriquecimiento interior que te devuelvan la fuerza para sacar adelante a los tuyos, regálatelos tan seguido como puedas, verás qué reconfortante es sentirte conectada contigo misma y fluir.

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Lee también: El autocuidado de las madres: 9 pasos para aprender a quererse más

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.