Casarse, ¿una cuestión de edad o madurez?
Si piensas que el divorcio está ligado a la edad cronológica en la que te has casado puede ser que tengas razón, aun así no descartes la falta madurez emocional, de amabilidad y generosidad. Casarse, ¿una cuestión
Erika Otero Romero
De un tiempo a esta parte se habla mucho en la Internet sobre la edad óptima para contraer matrimonio. Esto es por causa de que el sociólogo estadounidense Nicholas H. Wolfinger, investigador de la Universidad de Utah, realizó un análisis acerca de la edad ideal para casarse. Los resultados de su estudio establecen que esa edad idónea se encuentra entre los veinticinco y los treinta y dos años, ya que, según los datos revisados, el divorcio en parejas de estas edades es mucho menos probable que en otros rangos de edad.
El estudio, sin embargo, no surgió de la nada, sino que Wolfinger recopiló datos de 2006 a 2010 de la Encuesta Nacional de Crecimiento Familiar (NSFG, por sus siglas en inglés), realizada por el gobierno estadounidense y los comparó con los registrados en 1995. La comparación lo llevó a ultimar que los matrimonios que se iniciaban en la adolescencia o después de las edades promedio “descubiertas” por él, tenían muchas posibilidades de fracasar.
Ahora bien, su trabajo comparativo se basó en datos estadísticos. Esto quiere decir que la mayor parte de las personas encajan perfectamente allí, pero, por supuesto hay excepciones. Y también allí están los datos, pero no las causas: el ser humano no puede reducirse a meras estadísticas. Por supuesto, la vida de una persona no se puede reducir a números y predecir su comportamiento. Algunos aspectos de la biología y otras características metales sí son medibles, pero al ser humano lo mueven emociones, sentimientos, motivaciones, estímulos y otros aspectos que lo llevan a elegir un camino entre muchos; cosas no medibles, pues.
El análisis de Wolfinger es válido, no he dicho lo contrario. Sin embargo, determinar qué lleva a dos seres humanos a unir sus vidas en matrimonio y a plantear las causas que los llevan a divorciarse, es lo que debería importar.
¿Qué prima en realidad en la estabilidad matrimonial, la edad o la madurez emocional?
Ambos aspectos son relevantes. Con cada edad llegan los factores que permiten que un ser humano crezca, se fortalezca y madure. Es cierto que un matrimonio de un par de jóvenes que se unan a la edad de 16 años va a requerir mucho más esfuerzo de parte de ambos, pero si a nivel personal cada uno tiene la fortaleza, el empeño y el amor necesarios hacia su cónyuge, esa relación en particular tiende a ser tan próspera y duradera como la unión de un matrimonio entre los 25 y los 32 años, o uno de personas de una edad mayor.
Ahora bien, no quiere decir que TODOS los matrimonios que permanecen unidos hayan sido felices; es más, muchas de esas uniones que engrosan esas estadísticas permanecen por compromiso y bajo la presión de la aflicción o de algún tipo de disfunción familiar. Ty Tashiro, psicólogo autor del libro La ciencia del ‘Y vivieron felices para siempre’, afirma que solo tres de diez personas que contraen matrimonio, permanecen en una unión feliz y saludable.
Entonces, ¿qué factores priman en un matrimonio estable y duradero?
No se puede reducir a uno o dos elementos. Podría decirse que es una compilación de amor, fidelidad, honestidad, respeto, trabajo unificado, comprensión y entendimiento íntimo; éstos y más sin que importe un orden específico. Sin embargo, otros estudios afirman que muchos matrimonios les deben su felicidad y permanencia a dos factores importantes: amabilidad y generosidad.
Por qué amabilidad
Dice un refrán de mi país: “Se atraen más moscas con miel que con hiel”. Dicho de manera más cordial, se logra más felicidad siendo una persona simpática y cordial con el cónyuge que mostrando una cara amarga cada segundo del día. Las parejas esperan apoyo mutuo y de una u otra manera respuestas positivas, y esto no parece tan difícil y más cuando se ama. Por afecto se puede ceder un poco en el terreno de la comprensión.
Por qué generosidad
Ser generoso es una cualidad que pocos poseen y es una lástima que se haya adueñado de las relaciones de pareja. No se trata de quedar en bancarrota por dar cuanto capricho la pareja desea; consiste en estar dispuesto a compartir tiempo, detalles, afecto; es decir, despojarse del egoísmo y saber que ya no se es uno sino que son dos personas con un mismo fin en común, un matrimonio.
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Es decir, que el divorcio no es algo dictado por la edad en la que te casaste, aunque ello claramente afecte. El que un matrimonio se rompa queda determinado más bien por la falta de madurez emocional, generosidad y amabilidad, y eso sí es determinante. Si deseas leer más acerca de este estudio, te invito a leer: 7 razones por las que debes casarte antes de los 30 años