Cómo enfrentar un diagnóstico terminal en la familia
Ama hasta el último momento, porque esa satisfacción, esa alegría, esas vivencias, son todo lo que queda, todo lo que vale y todo lo que importa.
Yordy Giraldo
Si bien todos tenemos las horas contadas, hay algunos quienes ya saben cuánto tiempo de vida les queda: esa es la realidad de los enfermos terminales. Y es que cuando se tiene una enfermedad para la cual no existe tratamiento y mucho menos cura, poco espacio queda para albergar esperanzas. El reto entonces no es cerrar los ojos a lo inevitable, sino salvar lo que queda.
Generalmente, las familias sufren los daños colaterales de este tipo de padecimientos. El estrés generado por la dolorosa realidad y el no saber cómo ayudar o reaccionar frente al sufrimiento del ser querido, pone al límite las emociones e incluso en ocasiones desata fricciones que en muchos casos desgastan la unión familiar de forma irreversible.
Sin duda, una experiencia así cambia la dinámica familiar, las responsabilidades y las prioridades de todos. El no saber cómo vivir estos cambios es lo que provoca que a la pérdida, sumemos el trauma y el dolor de los vínculos familiares rotos. Que esta situación ocurra o no, dependerá de cómo enfrentemos el diagnóstico de nuestro familiar.
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¿Qué hacer ante una enfermedad terminal?
Ante la dolorosa realidad que implica una noticia así, generalmente sentimos que ya no queda nada por hacer, sin embrago, existen pequeñas e importantes cosas que es preciso tener presentes y así, pasar por estos momentos de manera mucho más tranquila.
1. No desaproveches el tiempo
Que estés enojado, que tengas miedo o que te sientas desorientado, es normal. Sin embargo, si cedes a estas emociones y las dejas tomar el control de la situación, te estarás perdiendo de momentos que no volverás a tener. Disfruta de los que amas, porque si algo queda claro en una circunstancia así, es que la vida cambia de un momento a otro y sin avisar.
2. No busques culpables
Nadie tiene la culpa, la vida es lo que es y no aporta nada querer encontrar sobre qué o quién desquitarse. Ama hasta el último momento, porque esa satisfacción, esa alegría, esas vivencias, son todo lo que queda, todo lo que vale y todo lo que importa.
3. No te tragues lo que sientes
Las emociones allí están, ocultarlas solo hará más pesada la carga. La mejor opción es darse el permiso para mostrar lo que se sienten. Lo que necesite ser dicho, dilo. ¡Es ahora o nunca!, pero por favor, exprésalo sin que dañe a otros.
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4. Ten presente a quienes te rodean
Si bien la prioridad es el enfermo, deben estar dispuestos a cuidarse entre todos, de lo contrario, se va a generar un ambiente de tensión, resentimiento y desgaste emocional innecesario y dañino. Reconocer la importancia de cada quién, ser conscientes de las necesidades de uno y de los otros, es la única forma de garantizar equilibrio en medio del caos.
5. Dense permiso para algo más que sufrir
En ocasiones, muchos creen y sienten que aceptar que la vida siga, es un acto de traición. Nada más erróneo, ya que incluso para el enfermo, lo mejor que le puedes ofrecer son momentos de esparcimiento. Que no haya nada de qué arrepentirse.
Sin importar en qué lado de la situación te encuentres, una noticia de este tipo cimbra los cimientos de cualquier hogar. El miedo, la rabia o la tristeza, son sentimientos compartidos que al mismo tiempo separan. Respetar el sentir de todos y mantenerse unidos es lo mejor que pueden hacer por ustedes mismos y como familia.
Las más de las veces no tenemos injerencia en el final, lo único que podemos hacer es crear una historia lo suficientemente hermosa, con todas las aventuras que sean posibles, llena de valiosas enseñanzas y tantos momentos inolvidables, que se vuelva eterna incluso a pesar de la palabra: fin.
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