Cómo lidiar con la locura de tu suegra

¿Acabas de casarte? ¿Te llevas mal con tu suegra? ¿Descubriste que tiene una locura diferente a la tuya? Estos consejos te serán muy útiles.

Kate Lee

Mi suegra no es horrible, simplemente tiene una manera de ser distinta a la mía. Cuando me casé tuve que aprender a adaptarme a una locura diferente.

El otro día estaba hablando con mi hermano recién casado y la conversación giraba en torno a las suegras. Luego de un viaje por todo el país con la suya, él había descubierto que ella no era exactamente la persona que había conocido. Me dijo: “ella tiene una locura diferente a la que yo estoy acostumbrado”

Él tenía razón. No era que nuestras suegras fuesen horribles y nuestra madre perfecta. Sino que son diferentes. Pero, ¿cómo podemos adaptarnos a diferentes tipos de locura? A continuación voy a relatarte algunos asuntos que he tenido que enfrentar con mi propia suegra.

Comunicación

Quizás suene trillado, pero es verdad. Mi familia es un libro abierto. Quizás en demasía. En cambio, el libro de mis suegros, no está cerrado solamente, está sellado. Le he escrito cartas a mi suegra para comunicarle mis sentimientos, ya fuesen buenos o malos. Aunque nada cambie, ella siempre ha sido muy buena y he descubierto que escribir me ayuda a no reprimir sentimientos negativos. Probablemente no cambiemos nunca, pero nunca está de más explicar quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos. Hacer un esfuerzo por comprendernos mutuamente nunca está de más.

¿Cómo debo llamarte?

Todavía recuerdo cuando en una oportunidad estábamos en una cena familiar y sonó el teléfono. Mi cuñado estaba cerca así que atendió. Era para mi madre. Él se quedó quieto sin decir nada, sosteniendo con incomodidad el teléfono en la mano. Éramos 20 personas en la sala y ninguno sabía para quién era. Finalmente mi cuñado balbuceó nervioso:”el teléfono es para usted, mamá… Connie… Doña… Señora Rose.”

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Todos nos moríamos de risa y fue aún más cuando mi madre, mirándolo con una cara rara le dijo: “Yo no soy tu mamá”.

Algo muy diferente sucedió con mi suegra, a quien le hubiera encantado que le dijera “mamá”. Yo no me siento cómoda llamándola así, no porque no sea maravillosa o no la quiera, sino simplemente porque ya tengo una mamá. Ese título es bastante sagrado para mí. No es sólo un nombre. Es algo que debe ganarse. Mi madre se lo ha ganado, como así también mi suegra con sus propios hijos. Por más que muchas familias traten de actuar como si todos fuéramos iguales y no existieran los parientes políticos, eso no es verdad. De lo contrario no usaríamos el término “políticos”. Es un hecho, no es una crítica. Pero ser un pariente político no significa que seas “menos”. Realmente no espero que mi suegra sienta lo mismo por sus hijas que por mí. Eso no me ofende, no debería ofenderme. Podemos tener una gran relación sin forzarla a que sea más de lo que puede ser.

No esperes que los demás cambien: probablemente eso nunca sucederá

¿Cuántas veces hemos tenido las mismas discusiones una y otra vez con nuestros seres queridos? Esto sucede porque todos tenemos errores y generalmente esas discusiones se centran en esas fallas. El cambio es difícil, quizás la aceptación sea más sencilla. Por años han habido cosas que me volvían loca de mi suegra y estoy segura que a ella le pasaba lo mismo conmigo. Pero yo descubrí algo; cuando más trataba de cambiar las cosas, más frustrada me sentía. Tuve una epifanía el otro día. No había estado siendo justa con mi suegra. Mi madre es una mujer muy fuerte e independiente. Me di cuenta que yo estaba esperando que mi suegra manejase la cosas de la misma forma en que mi mamá lo hacía. Yo me enojaba mucho cuando mi suegra no actuaba como ella. Ni siquiera me daba cuenta de mi actitud. Estaba viendo a mi suegra como alguien débil y por eso le estaba perdiendo el respeto, algo que era muy injusto.

Mi madre nos crió para ser fuertes e independientes. Ella siempre alentó a sus hijos y a sus respectivos cónyuges a sostenerse el uno en el otro y no depender del resto de la familia. Por otro lado, mi suegra hubiera adorado que viviésemos con ella, que pasemos el día sentados todos juntos en el sillón, besándonos y abrazándonos con frecuencia. Lo que me lleva al siguiente punto:

Espacio Personal

La primera vez que estuve con toda la familia de mi esposo, nos abrazamos al saludarnos y luego nos abrazamos de nuevo al despedirnos. Yo me pregunté si alguien había muerto. ¿Por qué otra razón nos estaríamos abrazando? Vivimos unas cuadras de distancia y nos vemos bastante seguido. Finalmente les expliqué a mis parientes políticos que sólo porque no soy una persona cariñosa no significa que no me agraden, es simplemente la manera en la que fui criada. De alguna manera me di cuenta que me molestaba abrazar y besar a mi suegra porque yo nunca había actuado de esa forma con mi propia madre, de quien me siento muy cercana. Lo sentía como algo un poco falso en mi. Pero me di cuenta que para ella no era una actitud falsa. Era la manera que ella tenía de mostrar amor y eso estaba bien. También estaba bien que yo no hicera algo si no me sentía cómoda haciéndolo. Tenemos la tendencia a esperar que la gente reaccione como nosotros queremos y cuando no lo hacen pensamos que algo anda mal.

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No te ofendas por pequeñeces. Espera a que suceda algo más importante

Si tu suegra invita a sus hijas a almorzar o a ir de compras y no invita a sus nueras, antes de ofenderte pregúntate si invitarías a almorzar a tu suegra contigo junto con tus hermanas o tu madre; probablemente no. Sólo porque ella quiera hacer cosas sólo con sus hijas no significa que te odie. Si no es un asunto importante, no agrandes la situación. O sino, por ejemplo, si tu suegra quiere hacer una foto familiar y quiere que el fotógrafo haga una foto sólo de la familia de sangre, sin los parientes políticos, no hay problema con ello. Olvídate. Pero si esa es la única foto que quiere sacar, eso no está bien. Sus hijos son los que eligieron casarse. No fue su elección ni debería serlo. No se debe excluir a los parientes políticos de una foto familiar, ellos son parte de la familia, le guste a la suegra o no.

“Si no puedes decir nada bonito…”

Y sí, ella tiene fallas pero eso no la convierte en una criminal. Sé que tengo errores también. Ella es una madre y probablemente ha tenido quien le señale sus errores toda su vida, ya sean sus hijos, su esposo o ella misma. Al igual que me sucedió a mí. A veces necesito un descanso, ¿por qué no dárselo a ella también? Sé que algún día tendré que enfrentarme a las mismas situaciones con mis propias nueras y tomar conciencia de ello me da la perspectiva que necesito para ser un poco más amable. Por lo menos me ayudará a dejar ir a mis hijos cuando se casen algún día.

Traducido y adaptado al español porMaia Fernandez del original en inglés “How to deal with a different crazy: Mother-in-laws” de Kate Lee.

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Kate Lee

Kate Lee vive en Utah y es madre de tres pequeños. Puedes leer más de sus escritos en www.momentsofchunder.blogspot.com