Cómo minimizar el impacto de los medios de comunicación en tu familia.
Debemos mantenernos optimistas y constantes ante un mundo que constantemente envía mensajes contrarios a nuestros valores morales pero, ¿cómo hacerlo? Aquí te presento algunas cuantas ideas.
Wendy Rojas
Recientemente, el mundo del espectáculo reaccionó negativamente ante la presentación de una popular estrella infantil quien, al crecer, ahora desea ser vista como adulta al salir al escenario exhibiendo su cuerpo, como “arte” de mal gusto. Los medios de comunicación divulgaron la noticia a los cuatro vientos y, al parecer, nadie pudo escaparse de ver algún segmento de tal presentación. Este es solo un ejemplo de aquello con lo que constantemente nos bombardea el mundo del espectáculo, que glorifica toda clase de comportamiento indebido. Es casi imposible que nuestros hijos no queden expuestos a ello, por lo que en el hogar debemos procurar que nuestras enseñanzas “hablen más claro” y “lleguen más hondo”, que los mensajes del mundo exterior. A continuación ofrezco cinco ideas que debemos inculcar en nuestros hijos desde que son muy pequeñitos:
1. Escoge lo bueno, desecha lo malo
. Al decir esto, recuerdo inmediatamente a mi madre, que en cada oración familiar, decía: “Ayúdanos a escoger lo bueno y desechar lo malo”. Todas sus enseñanzas hacia nosotros iban por ese rumbo. El escoger lo bueno y desechar lo malo aplica a la música que escuchamos, los programas de televisión que vemos, los sitios web que frecuentamos, la clase de literatura que leemos, la comida que consumimos, las actividades en las que participamos, la ropa que vestimos, etc.
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Enseña con el ejemplo
. Muchas veces, caemos en el error de enseñar verbalmente una cosa y demostrar con nuestras acciones otra cosa distinta. Estos mensajes causan confusión en nuestros hijos, quienes fácilmente pueden concluir que nuestra enseñanza no tiene valor en el mundo real. O, aún peor, que nuestras normas y nuestras acciones no tienen que ir de la mano. Si nuestras acciones difieren de nuestras palabras, nuestros hijos aprenden que la integridad es un ideal que funciona solamente en teoría, mientras que en la práctica podemos improvisar a nuestro antojo. La mayoría de buenas costumbres, modales y conducta moral están muy de moda todavía en muchas familias. Es cuestión de buscar personas ejemplares cercanas a nosotros y emularlos en vez de idealizar a los famosos, cuyas vidas y costumbres son tan distintas a las nuestras. Si nuestros hijos pueden ver a una persona “real” en su mundo haciendo cosas admirables y buenas, es más fácil que se creen una idea de lo que les gustaría ser y hacer en la vida basado en el ejemplo de estas personas cercanas, y sabrán lo superficial de la fama y fortuna que se vende en los medios.
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“Superviso, monitoreo y pongo límites, porque te amo.”
Ya hemos visto lo que sucede en la sociedad cuando los niños y jóvenes crecen al amparo de su propia sombra, sin una mano responsable que los guíe y los ayude. El mejor ambiente para criar a un niño es un hogar donde existen reglas, normas, expectativas y disciplina; donde se inspira por medio del ejemplo y con mucho amor a una vida de excelencia y a no conformarse con la mediocridad ni con “encajar” en un mundo donde los valores morales están por los suelos. Y digo esto con la plena confianza de que criar a nuestros hijos de esta forma puede ser también muy divertido: no hay necesidad de que nuestro entorno sea rígido para comunicar la seriedad de nuestras palabras. Nuestro ejemplo puede ser el sermón más efectivo, enseñando que la vida se disfruta más cuando sabemos manejarnos a nosotros mismos, y cuando tenemos la disciplina de buscar el bien común antes que nuestra propia gratificación. Como en el punto anterior, debemos estar muy pendientes de lo que nuestros hijos ven y escuchan, qué clase de amigos frecuentan, qué actividades hacen juntos, etc. Si vemos que algo está fuera de orden, debemos recordar que es nuestra responsabilidad actuar con amor y guiar a nuestros hijos.
4. Muestra respeto hacia cada miembro de la familia
Los padres somos precisamente eso: padres. No quiere decir que no podamos tener una estrecha relación con nuestros hijos que se asemeje a una gran amistad, pero atención: esto no significa que bajemos la guardia tratando de quedar bien con ellos, cayendo en la falta de disciplina o de enseñanza. Los hijos son precisamente eso: hijos. Les corresponde ser respetuosos y obedientes a sus padres, y ser cordiales y buenos amigos de sus hermanos. En el mundo real, he visto familias donde estas relaciones se dan muy naturalmente. También he visto cómo cuesta muchas veces comportarnos bien ante quienes amamos más, sin importar nuestra edad. Los padres de familia debemos esforzarnos por ser el mejor ejemplo de conducta para nuestros hijos. Como humanos, nos equivocamos. Estos errores también sirven de enseñanza. No hay padres perfectos, ni hijos perfectos tampoco… Y aún así, la vida en familia es mucho más satisfactoria que la euforia pasajera que ofrece el mundo del entretenimiento, cuyo mensaje de libertinaje es cada vez más altivo.
5. Enseña que los amigos, el dinero, nuestra posición social, la fama y la diversión pueden ir y venir. Lo único que permanece es la familia.No debemos olvidar que nuestros hijos desearán en un momento desplegar las velas y zarpar del puerto seguro de su hogar. Esto es completamente natural, necesario y deseable: cada quien debe encontrar su propio camino en la vida. Sin embargo, si hemos hecho bien nuestra labor como padres, el amor y la guía que recibieron en su hogar será la base sólida y firme sobre la cual construir su vida, indistintamente de las modas, de la opinión de sus amigos o de la falta de disciplina que se viva a su alrededor. Verán en nosotros el ejemplo a seguir, y no les interesará encajar en un entorno que no ofrece más que placeres pasajeros. Sabrán de la solidez y calidez de un hogar donde siempre serán bienvenidos y recibidos con los brazos abiertos… Y eso no se aprende ni en la televisión, ni en la radio, ni en línea; sino en el diario vivir y convivir dentro de las paredes de nuestro hogar, mientras criamos a nuestros hijos con amor y buenas costumbres.