Cómo puedes enfrentarte hoy a tu oso de la caverna
Muchas enfermedades están vinculadas con el manejo de nuestras emociones. Responder adecuadamente evita medicinas y malestares.
Marta Martínez Aguirre
Según la OMS, el 80 por ciento de todas las enfermedades son de origen psicosomático.
El oso amenazante
La vida en las cavernas era dramática. Cada día era un desafío, un miedo nuevo que enfrentar. Uno de esos miedos era el tamaño del animal que estuviera rondando la caverna y otro era la oscuridad. Fue en ese entonces que el ser humano empezó a desarrollar su potencial, surgieron las herramientas: una rama, una piedra afilada y el oso se convertía en leyenda. Con la invención del fuego, muchos elementos hostiles se espantaron y en el calor de la hoguera nació el sentido de comunidad, la posibilidad de extender la jornada y estar juntos conversando.
Los osos de la actualidad
Henri Laborit, etólogo, médico, psicólogo y filósofo francés, en su ‘Introducción a una biología del comportamiento’, nos dice: “El hombre ya no encuentra al oso a la salida de su caverna moderna, sino al patrón, al superior jerárquico, a la leyes sociales, a las relaciones de producción, al otro bajo todas sus formas. Ahora bien ya no se trata de huir de ese otro ni de combatirlo abiertamente. Y el desequilibrio biológico inútil se expresa entonces por medio de todas las afecciones, particularmente vasomotrices, del hombre contemporáneo, desde la hipertensión hasta las úlceras gástricas y los infartos de miocardio”. Ese oso puede estar representado en la figura de un jefe, una suegra, una vecina, alguien cuya sola presencia te fastidia, te sube la presión arterial, la gastritis resurge y la moral se te derrumba.
El cerebro puede producir sustancias químicas positivas (endorfinas, serotonina) o tóxicas (adrenalina, noradrenalina, cortisol), que pasan por la sangre o provocan un desequilibrio hormonal capaz de afectar el sistema inmunológico. Incluso los ataques de pánico, el estrés y algunos trastornos depresivos están vinculados con el manejo de nuestras emociones.
Miras por la ventana y otra vez la vecina dejó salir a sus perros y han roto la bolsa de basura, no hay contenedor que pueda con ellos ni conversación que pueda con la vecina. Ella ahí, en su postura de “son solo animalitos de Dios”, y tú con ganas de adelantarles la visita al paraíso.
Tu jefe te grita todo el tiempo y te acusa de no cumplir bien con tus responsabilidades. Mientras le escuchas has planeado mil veces cómo deshacerte de él, pero te enojas y la úlcera crece.
Anticipa sus estrategias
La persona agresiva, desafiante, posee un lenguaje verbal y corporal incorporado. Aprende a reconocerlo y no estarás desprevenida. Frases como: “¡Lo quiero ya!”, “¡Te pago para que trabajes!”, “Vecina, no puedo hacer nada, son cachorros, ¿le molestan?”. Posturas corporales: los brazos cruzados, una sonrisa irónica, el dedo acusador. Esas pistas te permiten prepararte para anticipar tu enojo: “Estoy por reaccionar, me estoy poniendo furiosa, voy a buscar la forma de calmarme, lo único que quiere es hacerme reaccionar”.
Capacidad de optar
El oso a la entrada de tu caverna puede ser inmenso, pero tú tienes la capacidad de elegir cómo responder ante su presencia amenazadora. Piensa en tus reacciones pasadas. ¿Ha dado resultado el ataque de furia, el portazo? Tal vez terminaste llamando al médico. El oso sabe que te irrita, conoce tus miedos, olfatea tus inseguridades, por eso debes optar por responder asertivamente:
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Expresa sentimientos positivos: “Me gustan sus perros”, “Este trabajo me apasiona”.
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Expresa tus sentimientos negativos: “Me angustia oírte hablar de ese modo”, “Vecina su indiferencia ante la basura tirada en el pasillo me preocupa”.
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Di no: “No puedo trabajar en medio de tanta presión”. “No puedo soportar que los perros destrocen las bolsas”.
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Propone una alternativa: “Creo que podría tenerlos atados hasta que pase el recolector de basura”. “Tal vez si nos sentamos a hablar sobre lo que deseas de mi trabajo podré realizarlo mucho mejor”.
La conversación asertiva es así: “Me gustan sus perros, me preocupa su indiferencia ante el destrozo de la basura, y la higiene del edificio, tal vez si los ata hasta que pase el recolector, todos nos evitamos problemas.”
Responder asertivamente ante el oso es algo más que saber tratar a las personas difíciles o enfrentarse a situaciones complicadas. Es una opción de salud.