Cómo y cuándo enseñar a los niños sobre las relaciones íntimas
¡No te asustes! Este tema es sencillo, si te dejas guiar por el amor y la sensatez. Y tus hijos están sedientos de amor del bueno.
Marilú Ochoa Méndez
En una ocasión, un padre de familia llamó a su hijo de 9 años. Le dijo muy serio que era importante que tuvieran “la conversación” sobre sexualidad, y su pequeño, sentándose, y con actitud condescendiente, le comentó: “Entiendo papi, dime, ¿qué quieres saber?“.
Desafortunadamente, muchos papás llegamos tarde para hablar a nuestros hijos sobre estos temas, y a veces permitimos que la televisión, series o Internet, les muestren primero, de manera burda e irrespetuosa este “mundo”.
¡No lo permitamos!
Una de las razones por las que los padres llegamos tarde a formar a nuestros hijos sobre sexualidad es porque nos sentimos poco capacitados.
Pensamos (erróneamente) que el Internet, los amigos, los vecinos o maestros podrán saber comunicar más y mejor estos temas que nos parecen álgidos y complicados.
¡Gran error! Es como si un chef permitiera que un transeúnte, solo por pasar junto a su restaurante, emplatara y presentara sus delicias a los comensales.
No hay nadie más preparado para enseñar a nuestros hijos sobre las relaciones íntimas y sexualidad, que nosotros, sus padres.
¿Yo?, ¡pero si no tengo idea!
Entiendo, nuestro corazón intuye que estos temas son trascendentales, y a veces nos recorre un vértigo que nos paraliza. Pero, ¡por favor! No tengas dudas, nadie es mejor que tú al tratar estos temas.
Y es que justamente los padres que viven en cada familia a la que aman, y tratan de mantener unida con su devoción y respeto mutuos, están más que preparados para hacerlo.
¿Para qué tanto brinco?
Desde que era niña, siempre me encantó este refrán: “¿Para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo?“. Te lo comparto porque me parece que sé por qué a veces hablar de relaciones íntimas, menstruación, pubertad y sexualidad en general, nos es tan complicado.
¡Es porque nosotros lo complicamos! Pensamos que tenemos que dar un discurso, pensamos que debemos empezar por “la historia de la abejita que toma el polen y lo lleva a la flor”, cuando lo natural, lo sencillo y lo práctico, debería ser nuestra primera opción.
La vía: ser sensatos y sabios
Cuentan el chiste de una niña de cuatro que le dijo a su mamá: “ya no soy virgen“. Su mamá, inquieta, le preguntó qué quería decir (sabia decisión), para que la pequeñita le confiara triste, que habían elegido a otra pequeña amiga suya, para representar a María, la madre de Jesús en la obra escolar.
¿Qué debes contarles, y cuándo? Para resolver esta interrogante es importante mirar a tus hijos, mirar su entorno y adelantarte siempre. Es mucho mejor que papá y mamá hablen amorosamente con ellos sobre los temas importantes, a que alguien más ensucie su mente o corazón con miedos, desinformación o datos erróneos.
Decirles TO-DO a su nivel
Lo recomendable es compartir a nuestros pequeños desde que son muy pequeños, la verdad, contarles todo, a su nivel.
“Mami, ¿cómo nací?“, es una pregunta que me han hecho mis pequeños de 4 y 7 años. Primero, les conté que un día, comencé a sentir dolores en la espalda, que son el aviso de que su nacimiento estaba cerca, y que me fui al hospital, para que nacieran.
Durante un tiempo, les satisfizo esa explicación, pero luego, me pedían ser más específica. Entonces, les conté que en medio de mis piernas tengo un espacio especial que se llama “canal de la vida” y que por ahí, un día muy especial, mi cuerpo fue ensanchándose hasta dejar caber su cabecita, y luego todo su cuerpo.
Siempre hablar a su nivel
Ir desdoblando la misma verdad a nuestros hijos, de acuerdo a su nivel, nos permitirá fluir al hablarles de sexualidad, pues no estamos adornando, ocultando o inventando nada, solo compartiéndoles la verdad a su nivel.
Lo mismo sucede con las relaciones íntimas. Yo les comparto que Dios quiso bendecirme un día, mientras daba un abrazo especial a su padre, y dejó un beso hermoso en mi vientre, creando su alma.
Tú podrás contarles esta misma realidad tal vez con otras palabras, pero procura que sea siempre con base en lo que sucede, no en una historia inventada y dispar.
Pero, ¿cómo sé qué tanto decirles?
Con base en sus reacciones, en sus preguntas, en sus caritas al recibir tus respuestas.
A veces, una situación extraordinaria puede ser tu momento de iniciar una conversación con ellos, por ejemplo, que accidentalmente hayan visto una escena explícita en televisión, y entonces, puedes comenzar, serenamente, sondeando qué tanto ha impactado su alma y cabecita.
Para prepararnos, favorecer siempre el diálogo
Educamos a nuestros hijos constantemente, mientras nos miran comer, hablar por teléfono, o elegir la dona en lugar de la fruta picada.
Lo mismo sucede en este tema. Si dejas siempre la puerta abierta al diálogo, esto permitirá que tus hijos tengan confianza para preguntar y comentar contigo lo que inquiete su corazón y sus mentes.
Ayuda también contar con recursos externos
En mi ciudad se organizan por parte de una madre de familia experta, sesiones de formación en sexualidad por edades. Cuando los pequeños están entrando en la adolescencia, se realiza una conferencia para mamá-hija o papá-hijo en un bello hotel, dejando un tiempo para que se realice un diálogo entre ellos con base en lo aprendido.
Podrías intentar lo mismo en un café con algún video sensato sobre el tema que te has propuesto compartir con tu hijo o hija.
También podrías buscar algunos libros que te apoyen en este sentido. Yo he encontrado un programa progresivo que nos ayuda a papás y maestros a inculcar de manera sana y delicada estos temas. Te dejaré información aquí.
Nota final: seamos prudentes y naturales
Estos temas son importantes y los tratamos con respeto y finura para generar un autoconocimiento, un autorespeto y una vida íntegra para nuestros hijos.
Como todas las cosas buenas, nuestro abordaje debe ser siempre respetuoso, puntual, cariñoso y cotidiano.
Todo empieza y termina con el amor que se tienen los papás, el amor que transmiten a sus pequeños y la conexión que generemos entre los miembros de la familia.
Animémonos a abordar esta dimensión tan importante para nuestros hijos, lloverán bendiciones para los padres valientes que se animen a mostrarles la belleza y grandeza de un corazón sano y puro.