¿Conoces a alguien que esté pensando en el suicidio? Por favor lee esto
Morir por propia mano no es lo mismo que simplemente morir. El suicidio es renunciar de la peor manera, dañándonos.
Yordy Giraldo
Cuando se habla de suicidio las opiniones van de extremo a extremo, por un lado los que creen que hacerlo es un acto de cobardía, la salida fácil a los problemas. Y por el otro los que sienten pena de quienes llegan a esta decisión, pues la desesperación es quien dicta sus acciones. En cualquier caso un camino sin retorno tanto para los que ya no están como para los que quedan.
El suicidio siempre ha existido, y mientras sociedades como la japonesa antiguamente lo consideraban honorable, algunas otras -específicamente aquellas con tradición cristiana- lo calificaban y califican como pecado contra Dios, ya que está en Él dar y quitar la vida. De lo que no hay duda es que para llegar siquiera a pensarlo es porque emocionalmente se está al límite.
Para el sociólogo francés Emile Durkeim, se pueden categorizar tres tipos: El egoísta, personas incapaces de integrarse socialmente. El altruista, se busca favorecer a otros, y creen que esa es la forma de hacerlo. y el anómico que es el más común en las sociedades actuales, y obedece a la insatisfacción causada por tanta competitividad y exigencias de la vida moderna.
Las mentes suicidas están llenas de desesperanza, miedo, dolor, desesperación, soledad, vergüenza. A veces el origen de estos sentimientos son externos, situaciones en nuestras vidas. Otras es nuestro propio cuerpo quien nos condena, debido a trastornos psicológicos y bajos niveles de serotonina que afectan nuestro animo y emociones.
Sin embargo más que conocer las causas, que por supuesto es importante, lo determinante ante estas situaciones es saber cómo luchar contra las ganas de rendirnos, porque ya sea que lo estemos viviendo en carne propia, o algún ser querido requiera de nuestra intervención, saber qué hacer es toda la diferencia entre la vida y la muerte.
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¿Cómo enfrentar las ideas suicidas?
1. Si lo estás pensando no lo tomes a la ligera
Si la idea te está rondando es porque existe algo en tu vida que no está funcionando correctamente, identifica qué es y hazle frente. No permitas que situaciones que cuentan con solución te hagan tomar medidas que no tienen vuelta de hoja.
2. Rodéate de vínculos emocionales sanos y fuertes
Una persona que tiene un entorno familiar sano, afectuoso, sólido, y una autoestima y valores definidos estará blindada con mayor fuerza a este tipo de pensamientos, que su contraparte que carece de ellos. A veces nuestro entorno no es el ideal, pero siempre podemos procurarnos mejores ambientes.
3. Aceptación
Son conocidos los suicidas que llegan a este punto debido al desprecio y condena que sufren por parte de la sociedad, amigos o seres queridos. La mejor manera de no incitar a este tipo de conductas es respetando sus individualidades y no condicionando el cariño a la imposición de comportamientos.
4. Tener planes
Planes, metas, o propósitos, no importa como le llames, es el equivalente a tener un camino, y cuando conocemos por dónde debemos ir es mucho más fácil no perdernos. Aun cuando haya situaciones que escapan de nuestro poder y que pueden llevarnos a la desesperación, está en nuestras manos aferrarnos a un futuro mejor e ir por el.
5. Buscar ayuda
Como decía antes, en ocasiones el deseo suicida se debe a padecimientos en nuestra salud, en dado caso es imprescindible contar con la ayuda médica necesaria para superarla. Reconocer que tenemos un problema no nos hace menos fuertes, al contrario muestra nuestras ganas de salir adelante.
Morir por propia mano no es lo mismo que simplemente morir. El suicidio es renunciar de la peor manera, dañándonos. No se trata de ser valientes o cobardes, se trata de que mientras haya vida debemos hacerla valer. De que las oportunidades se buscan, se luchan, se inventan, porque aunque un día pronto o tarde ya no estaremos, lo menos que podemos hacer por nosotros mismos es pasar a la esa otra vida sin dejar historias a medias de este lado.
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