Consejos para hablar con tu pareja de temas delicados
Es fácil pasar del inicial “contigo, pan y cebolla”, al “¿para qué me case contigo?”, sobre todo cuando no sabes cómo tratar de temas delicados. Si ese es tu caso, aquí te ayudo.
Marta Martínez Aguirre
Gonzalo se detuvo unos minutos para tomar aire. A lo lejos pudo ver a Leticia que estaba regando las flores del jardín. El cielo estaba encapotado y parecía que en cualquier momento iba a venirse abajo, como sus ganas de llorar que se acumulaban en sus ojos azules. Hacía años que estaban buscando un hijo, Leticia no hacía otra cosa que hablar de su necesidad de ser madre. Sin embargo él tenía tres hijos de su matrimonio anterior y se sentía satisfecho. Leticia estaba cerca de los cuarenta y el último estudio indicaba que la maternidad para ella era un imposible. Gonzalo sabía que Leticia no iba a dejar de soñar con la imagen de la panza en el espejo. El matrimonio era un rompecabezas de muchas piezas dispersas por discusiones que se originaban en temas como dejar la toalla húmeda sobre la cama, la hora de celebrar la Navidad y la posibilidad de adoptar. A pesar de ser un hombre equilibrado, había momentos que tenía ganas de huir lejos; literalmente estaba agotado de tragarse los asuntos que le molestaban para evitar que Leticia gritara o amenazara quitarse la vida. Ese día le rogó a Dios que convirtiera esa media cuadra en una extensa carretera.
El sufrimiento de pareja tiene un peso y consecuencias terapéuticas muy distintas al sufrimiento individual. El sufrimiento se instala en el interior de cada uno, de una forma personal y única; sin embargo ambos padecen por la misma situación. Las preocupaciones de los primeros años, ya no son las mismas con el paso del tiempo y, por otro lado, hay temas que son de por sí espinosos.
Estarás de acuerdo conmigo que la convivencia es sumamente difícil, del inicial “contigo pan y cebolla”, rápidamente se pasa al “¿para qué me case contigo?”. Así aprendes a darte cuenta que tus padres te prepararon para muchas cosas, pero no para vivir un amor maduro. Las parejas disfuncionales son aquellas que no aprenden a crecer en medio de las crisis y, en vez de unirse más, terminan cada uno por su lado. Deja de leer un instante, piensa en los temas espinosos que hacen agua en tu matrimonio. Quizás puedo mencionarte los más frecuentes:
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Ausencia de deseo o insatisfacción en la intimidad.
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La amistad con un “ex”
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La suegra
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Tus amistades
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Ese maligno aparatito nuevo
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La economía
En vez de darte una receta para cada uno, puedo darte dos consejos esenciales:
Piensa antes de hablar
La mayoría de las veces, además de sufrir de espontaneidad, las personas sufren de irreflexión. La comunicación es un medio de expresión de pensamientos, deseos, sentimientos, sensaciones, lamentablemente últimamente se ha tornado un vehículo para degradar y humillar al otro. Por eso te aconsejo que practiques este diálogo interno: “Esto que voy a decir, ¿va a aportar algo a la relación? ¿Será destructivo? ¿Qué quiero conseguir con lo que diré? Y si opto por callar, ¿estaré en paz?”
La espontaneidad no es excusa
Quizás alguno de ustedes tiene ese problemita que yo llamo, “la falta de cuerito en la canilla” (falta de control): abren la boca y emiten un chorro de expresiones que luego desean no haber dicho. Es hora que recuperes el discernimiento del cajón de los valores. El discernimiento es esa capacidad de decir lo que deseas con delicadeza y en el momento adecuado. Rollo May dice: “Eros no puede vivir sin cuidados… Si no nos cuidamos, nos herimos, nos quemamos, nos lastimamos… La vida procede de la supervivencia física; pero la ‘buena vida’ procede de aquello que nos hace alimentar cuidados”. Cuidar de tu pareja es aprender a unir el cuándo y el cómo dialogar.
La búsqueda de la felicidad comienza con el proyecto de una familia para siempre, y la buena comunicación de los temas delicados es el mejor recurso para alcanzar una convivencia maravillosa.