Crianza hygge: el método danés para criar niños felices
Dinamarca lidera el ranking internacional en felicidad, en este artículo, cubrimos todos los puntos de este método de crianza que hace furor en el mundo.
Fernanda Gonzalez Casafús
Hay tantos tipos de crianza como padres en el mundo. Sin embargo todos perseguimos una misma premisa: la felicidad de nuestros hijos. Parece que Dinamarca tiene muy en claro este punto y desde hace más de 40 años está a la cabeza del ranking de las sociedades más felices. No hace falta vivir en Dinamarca, pero sí tener en cuenta las premisas que valoran a la hora de criar hijos felices con su método “hygge”.
¿Qué es la crianza hygge?
Cuando traduces la palabra danesa “hygge” el significado es “comodidad”. Y si te pones a pensar, tiene mucho que ver con la felicidad. “Hygge” es el secreto de la felicidad de los daneses. Se trata de un estado mental de acogimiento y tranquilidad absoluta donde lo fundamental es tener pequeños momentos que hagan bien al alma: un momento con amigos luego del trabajo, una cena familiar íntima, mirar tv frente a la chimenea, etc. Si lo trasladamos a la crianza de los niños, utilizar el método hygge supone ofrecerle al niño las condiciones adecuadas para que tenga un desarrollo satisfactorio de su niñez: un ambiente seguro, estable, y con una cuota diaria de mucho amor y empatía.
En la práctica criar al estilo hygge sería ni más ni menos que ser todo lo contrario a un padre multitarea. Es decir, si te sientas en el sillón con tu hijo a ver un programa de Tv o a leerle un cuento pero mientras estás respondiendo mails con tu móvil o portátil, o te levantas a atender llamados, no es lo mismo que sentarte con él una hora en lo que no importa otra cosa más que el diálogo con tu hijo. En esta última acción le estarás enseñando la importancia del verdadero tiempo en familia y que cada cosa tiene su debido momento.
Los principios de la crianza hygge
Podemos criar a nuestros hijos al estilo “danés”, al brindarle un refugio emocional a nuestros hijos donde siempre puedan volver cuando lo necesiten. Los niños que se sienten amados y amparados crecerán siendo adultos felices.
1.Conexión y diálogo
La conexión con nuestros hijos la logramos a través de nuestros actos. Llevarlos a la plaza o a los juegos dos veces por semana, aunque es necesario, no logra una verdadera conexión. Ellos necesitan saber que estamos ahí. Sentarnos a su lado, por ejemplo, guardando el móvil. Conversando con él acerca de la escuela e invitarlo a jugar a su juego preferido hará que la conexión sea más íntima. Ambos sentirán un placer infinito al compartir el tiempo juntos. El diálogo es una parte fundamental de la conexión con nuestros hijos. Las familias danesas practican el diálogo de forma rutinaria, algo que deberíamos imitar seriamente.
2. Juego, juego y más juego
Los niños felices juegan. El juego es esencial para desarrollar su imaginación. Los espacios abiertos le dan la oportunidad de explorar y conocer nuevas experiencias. Por otra parte, también es necesario dejarles explorar por sí mismos. Estar cerca por si necesitan ayuda o si se caen, o corren peligro, pero lo suficientemente lejos como para no intervenir en el proceso de descubir nuevas experiencias.
3. Naturaleza viva
La educación formal en Dinamarca comienza recién a los 7 años. Pero antes de encerrarse en el aula los niños daneses exploran los bosques, porque esta Nación entiende y toma muy seriamente los beneficios de salir al aire libre a jugar. Por lo general, los niños que acuden a las guarderías danesas están siempre en contacto con la naturaleza. Es sumamente importante jugar al aire libre porque les permite crear experiencias que no encontrarán dentro de casa ni del aula.
4. Sin castigos
Los daneses recurren mucho al diálogo con los hijos cuando han cometido un error. Se trata de gobernar con respeto y empatía y preguntarse qué es lo que le sucede al niño para que se comporte de tal o cual manera. Los ultimátums son siempre una lucha de poder, de amenazas y miedos que no logran demasiado a largo plazo. La crianza hygge propone la escucha activa, la respuesta empática y ponerse en la perspectiva del niño para entender sus intereses y así poder poner límites con fundamentos.
Poner en práctica la crianza hygge no es imposible. De hecho, en los tiempos ajetreados en los que vivimos es necesario bajar un poco la velocidad y adentrarnos en este concepto que nos invita al goce de los pequeños momentos. este “bienestar” que deriva de la palabra hygge deberíamos aplicarlo a todos los ámbitos de nuestra vida. Si somos felices y así lo demostramos, nuestros hijos también lo serán.