Criar a tus hijos libres de prejuicios es difícil, pero no imposible

La batalla interna será dura, pero tu hijo será una mejor persona para sí mismo y el mundo.

Erika Patricia Otero

Para el 2017 una noticia conmovió al mundo: un par de niños quisieron engañar a su maestra haciéndose el mismo corte de cabello. Sus nombres son Jax Rosebush y Reddy Weldon; ellos se perciben como idénticos, pero la realidad es que son muy diferentes. Sin embargo, eso no es impedimento para que se quieran mucho. Ellos deberían ser un ejemplo para muchos de nosotros que no somos capaces de ver más allá del color de piel, del género o de una religión.

La realidad es que los niños nacen sin ningún tipo de creencia o pre-concepción de la condición humana, cualquier sea esta. Los prejuicios son algo que aprenden de los adultos, de los medios de comunicación y de otros niños que ya fueron influenciados con creencias absurdas que les inculcan que “ser diferente es malo”.

¿Qué es el prejuicio?

Los prejuicios son la predisposición que hace que aceptemos o rechacemos a las personas por sus características particulares, sean reales o imaginarias. Por lo general, los prejuicios son negativos, y llevan a las personas a despreciar a quien es diferente o está en contra de sus creencias.

Expresiones como: “las rubias son tontas”, ” las mujeres son el sexo débil”, “los hombres no lloran y si lloran son niñas” o “todos los hombres están cortados con la misma tijera”, son algunos pocos ejemplos que puedo poner de prejuicios.

Pero es que no se limita a ciertas características personales o de género. Los prejuicios y estereotipos van desde aborrecer a una persona por ser de un país determinado, a tener una religión diferente, o ser de otra raza y condición socio-económica.

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¿A que se deben los prejuicios?

Muchos de los prejuicios que existen en la actualidad se deben a la cultura de las sociedades. Para no ir muy lejos podré de nuevo como ejemplo el ser colombiano.

Por años, todos mis compatriotas que viajan al exterior, tan solo llegan a un aeropuerto y tramitan la entrada al país, son más revisados por la policía que cualquier otra persona de otro lugar. ¿La razón? años y años de violencia debida a narcotráfico.

Cuando los extranjeros van a visitar Colombia, las embajadas les advierten de secuestro, de robos y cientos de otras cosas -que también pasan en esos países por muy del primer mundo que sean-de las que pueden ser víctimas . Por fortuna, todas esos preconceptos que tienen se extinguen cuando se dan cuenta que, aunque hay problemas, las bondades de mi país y de nosotros son muchas más.

El prejuicio es como una especie de rumor cultural que se expande como un chisme o una mala noticia, que señala y daña el buen concepto que se pueda tener de alguien.

Somos directos responsables de que los niños se vuelvan prejuiciosos

Muchas veces escuché a padres decir a sus niños: “No te juntes con fulanito porque es de tal manera“, como si esa característica en especial -cualquiera que sea-, hiciera que ese niño o niña en particular fuera alguien “indigno” para la amistad un hijo.

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Mala cosa, porque así es que los niños comienzan a poner títulos imaginarios en la frente de otros. Y es entonces cuando empiezan a pensar que por ser hijo de una persona (por ejemplo) pobre, no va a rendir igual que un niño cuya familia no tiene infortunios económicos.

Eres tú como adulto que enseñas a un niño que tal persona es buena o mala porque es de tal religión, o de tal raza o hijo de fulanito que es de tal manera, porque para los niños esos conceptos no existen.

“¡Pero es que hay que proteger a los niños!” De acuerdo, pero hay que cuidarlos y enseñarles que se deben cuidar de las personas que actúan de manera incorrecta y les pueden hacer daño; ese debería ser el único título que debe portar alguien y ningún otro.

La maldad no depende de que alguien venga de cierto país, o de que sea de esta raza o de esta otra, y “yo por ser de tal manera soy mejor o más bueno“; créeme, no se le está haciendo ningún bien a un niño. Es por eso que debes empezar a dejar de criar niños atados a prejuicios.

¿Y cómo se logra ese cambio?, cambiando tú y dando buen ejemplo.

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Ayuda a tu hijo a crecer sin prejuicios

Para lograrlo, puedes actuar de la siguiente manera:

1 Edúcalo en igualdad

Muéstrale que aunque todos somos diferentes y nos distinguimos unos de otros por esas características particulares, todo somos seres humanos y merecemos respeto.

2 Cuando te pregunte acerca de la condición de alguien, sé honesto, respetuoso, y no prejuicioso

Seguro tu hijo va a acudir a tu guía y te preguntará por qué tal niño o persona es de tal manera. Tú como madre o padre puedes explicarle lo más claramente posible la razón. Por ejemplo:

Tu hijo te pregunta por qué esa persona tiene la piel de un color diferente al de ustedes; simple, dile que es porque es de una raza diferente a la tuya. Por supuesto, esto si te pregunta, aunque los niños que crecen en un ambiente libre de prejuicios no preguntan ese tipo de cosas porque para ellos es un niño o una persona igual a ellos.

3 Déjalo ser

Un ejemplo de mi propia casa:

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Cuando supimos que mi hermana tendría un niño, sentimos el impulso de comprar ropita de bebé de un color -se supone determinado para el sexo de la criatura-. Sin embargo, recuerdo que elegimos ropa de todos los colores, menos rosa porque “es para niña”, (vaya tontería), pero eso hicimos.

Sin embargo, cuando fue creciendo y eligió sus propios juguetes, algo con lo que yo batallé mucho internamente, es el tipo de muñecos con los que jugaba o pedía que le compraran. Sentía mucha atracción por las muñecas, además de eso le encantaba ponerse ropa de la mamá y toallas en el cabello para simular que lo tenía largo.

¡Uff! de imaginar los malos ratos a lo tonto que pasaba yo. Eso, hasta que un día le preguntamos el por qué le gustaba jugar con muñecas y disfrazarse de mujer, su respuesta fue la siguiente: “Me encantan las mujeres”.

Créeme, ese día ese niño me dio una lección muy grande. Mi sobrino es un chico hoy de 12 años que le dice a mi hermana : “Esa niña me gusta o estoy enamorado de tal niña” (desde su concepto de amor, desde luego), pero jamás nos falta al respeto, ni a sus compañeros de escuela. Además, juega con todos ellos, niñas y varoncitos por igual.

Él tiene claro el concepto de maldad, pero no lo vincula a un tipo de condición humana en específico. Para serte honesta, recién caigo en cuenta que de verdad mi sobrino es y será una mejor persona de lo que soy yo.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.