¿Cuál es la realidad detrás de las personas infieles?
No eres responsable de las heridas que una persona infiel te causó, pero eres responsable de sanar y seguir adelante.
Erika Patricia Otero
Hace unos días escuché a una terapeuta y programadora lingüística explicar lo siguiente acerca de la infidelidad. Lo que ella me hizo ver en ese momento, cambió mi manera de sentirme conmigo misma por completo.
Ella explicaba a la entrevistadora que todo cambia cuando a la frase: “Fulano me fue infiel”, le quitas la palabra “me”. A continuación, hizo que la entrevistadora dijera de nuevo la frase, pero sin el “me”, el resultado fue el siguiente: “Fulano, fue infiel“. El sentido cambia por completo, y le quita a la persona que le fueron infiel, la responsabilidad del engaño.
¿Cuántas veces no nos hemos sentido responsables de que nos hayan engañado? Muchas, ¿verdad? El punto es que una persona engaña porque es infiel; y no es que te fue infiel a ti por ser tú, es que es su naturaleza engañar. Es lo mismo cuando decimos: “Ella me mintió”, no es así: ella mintió porque es mentirosa. Básicamente, lo que quiere decir es que no tienes por qué cargarte con tanto dolor por la naturaleza de alguien más.
¿Qué lleva a alguien a ser infiel?
Por años se ha culpado a la monotonía, la falta de diversidad sexual, el aburrimiento y otra serie de situaciones; sin embargo, la realidad es por completo diferente.
No, la monotonía no lleva a que un cónyuge le sea infiel al otro. Son los vacíos emocionales, la falta de madurez y la irresponsabilidad emocional lo que lo lleva a engañar; no la monotonía, no el cansancio, es su naturaleza.
Una persona es infiel por varias razones completamente personales y que implica inseguridad en sí mismo. Un infiel necesita llenar las siguientes necesidades:
Validación externa
Para ratificar su valor como hombre o mujer necesita constantemente recibirla desde el exterior.
Esto tiene que ver mucho con el amor propio. Una persona que está segura de su femineidad y masculinidad plena, no necesita ir de una persona a otra para que validarse; esto es un concepto que tiene interiorizado hace mucho tiempo. Es decir, se siente suficiente hombre o mujer y no necesita que alguien más le diga lo maravilloso que es como persona.
El problema es que la persona infiel requiere constantemente que otras personas le digan lo atractivo, poderoso y buen amante que es. Si además de esto, da con parejas que satisfacen esa necesidad constante, pues se verá impulsado a actuar de esa manera toda vez que sienta que ya no se siente satisfecho. Es como tener sed de manera constante, toma de una botella y otra, pero nunca hay satisfacción. La infidelidad es un constante autoengaño.
Necesidad de ratificación sobre su atractivo
No nos mintamos, muchas personas limitan su atractivo personal al aspecto físico. La situación es que aunque alguien pueda ser tremendamente guapo y atraer a muchas personas, no puede ni quiere retener a ninguna a su lado.
Puede haber un miedo inconsciente a salir herido si se enamora. En su lugar, solo se entrega sexualmente y para evitar vincularse en relaciones serias, va de una persona a otra. Además, siempre tiene necesidad de que le digan qué tan guapo es. Va de una persona a otra ratificando lo que él no puede ver en su espejo. Esto les lleva a vivir una vida colmada de relaciones vacías y meramente sexuales, sin ningún tipo de entrega profunda y emocional.
No está disponible, emocionalmente hablando
La persona tiene miedo a sentir amor hacia alguien de manera estable y salir lastimado. Esto provoca que sea infiel, ya que mantener varias relaciones al tiempo impide que se vincule emocionalmente.
Es probable que en alguna relación anterior haya sido víctima de engaño; como represalia decidió no volver a tener una pareja estable. El resultado es que irá de una persona a otra y de esa manera evitar enamorarse.
Poca tolerancia a la frustración
Las personas infieles requieren constantemente arremetidas de estímulos sexuales y emocionales. Cuando está con una persona que ya no le proporciona esas oleadas físicas de mimos y pasión, busca otra que las satisfaga.
El infiel no sabe ni puede tolerar que una relación caiga en la estabilidad. Tampoco está dispuesto a poner de su parte para que la relación que mantenía vuelva a tomar nuevos aires.
Es así como la persona infiel mantiene dos relaciones paralelas: una que le proporciona cierto grado de seguridad y otra que le estimula y le hace sentir vivo.
Sanando una infidelidad
Cuando escuché esto de darle la responsabilidad a quien es responsable de la acción, muchos sentimientos desagradables que aún cargaba conmigo, quedaron atrás.
Yo viví una infidelidad; por años me culpé, me sentí poca mujer. Fueron muchos meses los viví con la sensación de que yo provoqué que él me engañara. Por años creí eso, porque además fue tanto el maltrato, que creí que no valía lo suficiente.
Sanar esas heridas emocionales, literalmente, me tomó años. Incluso, llegó un momento en mi vida que me prometí a mí misma quedarme sola por miedo a volver a pasar por lo mismo. Afortunadamente, la situación cambió cuando me di cuenta que volví a abrir mi corazón a otra persona. En la actualidad, sé que estoy completamente preparada para amar de nuevo y de manera sana, sin cargar a una pareja con las culpas y responsabilidades de alguien más.
Sanar una infidelidad no es fácil y toma tiempo. Tienes que aprender a verte de nuevo como alguien valioso y que merece ser bien amado.
También debes aprender a poner límites y respetarte, porque si algo debes tener claro, es que como te ames, te amarán, cómo te veas, te verán. Partiendo de esto, debes aprender a reconstruir tu autoestima herida y darle una nueva oportunidad al amor.