Cuando llega el momento de despedirse de los hijos: El síndrome del nido vacío
"Les enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo". Tus hijos dejan el nido pero jamás dejarán tu corazón.
Emma E. Sánchez
Soy madre de tres hijas; la mayor ya va a cumplir 4 años de casada, la segunda está en planes de boda y la tercera está tramitando una beca de estudios fuera del país. Si las cosas salen como lo esperamos, en dos años no habrá ninguna hija en casa. Sus gritos, su música y todo el desorden de sus recámaras se acabarán.
Cuando mi esposo y yo lo platicamos con nuestros amigos, solemos decir, que por fin podremos salir con más frecuencia al cine o algún restaurante, que podremos andar libres y atender nuestros asuntos sin tener que cuadrar las agendas de cuatro adultos, no tendremos que esperar por las noches su regreso y que por fin, podremos armar un pequeño gimnasio en su espacio ahora que se vayan.
Todos reímos y hacemos bromas al respecto, pero hace unos días mi esposo dijo: “Voy a extrañar mucho a las niñas”, y vi en él un gesto de tristeza que no le conocía.
Se vale sentir tristeza
¡Por supuesto! Durante años toda nuestra naturaleza nos llevó a cuidar de un ser, a protegerlo, guiarlo, procurarle sus necesidades y por supuesto, que desarrollamos una relación fuerte y amorosa con nuestro hijo. Por lo tanto, sentir tristeza y hasta cierto dolor es normal y sano, pero conforme los días pasen, todos los miembros de la familia debemos ir adaptándonos a la nueva situación.
Es preocupante cuando pasados unos meses, la tristeza se prolonga o se profundiza, si se alteran funciones cotidianas como el alimentarse, los ciclos de sueño o hábitos como salir, trabajar o relacionarse.
Si algo así comienza a ocurrir, es necesario reconocerlo y acercarse a algún especialista en salud mental.
Los hijos no pueden ser toda nuestra vida
El llamado “Síndrome del nido vacío” ocurre cuando uno o ambos padres tienen dificultades para entender, soltar o sobreponerse a la salida de los hijos de casa, ya sea porque se casan, se mudan, se van de estudios, o simplemente desean independizarse.
Este malestar y dolor usualmente está relacionado a que los padres no tuvieron más vida fuera de atender y criar a los hijos; de ahí que la madre con más frecuencia, es quien lo padece. Y cuando los hijos se han ido, la vida carece de sentido porque no hay otra cosa más que pueda llenar y satisfacer aparte de sus hijos.
Por ello es tan importante que una vez que los hijos sean adolescentes, padres y madres comiencen a desarrollar alguna otra actividad que les permita primeramente ceder espacio al hijo, y a ellos continuar con su progreso personal y de pareja.
Es complicado, cierto, los hijos son una gran parte de nuestra vida, una muy bella y valiosa, pero no deben ser la totalidad de nuestra vida. Nosotros como ellos, continuamos creciendo y desarrollándonos, y debemos buscar seguir con nuestros propios procesos, pues ahora nos convertiremos en abuelos, suegros y ancianos y la historia del aprendizaje no tiene fin.
La soledad es un sentimiento, no una condición
Sentirse solos es muy diferente a estar solos, y ambas situaciones primero existen en nuestra mente para que puedan llegar a ser una realidad. Así que cuando pienses que al irse tus hijos estarás sola, elimina ese pensamiento y transformar en: “Ahora tendré tiempo y los recursos para ir al gimnasio, tomar esa clase que tanto quería, visitar a mi familia, salir con mi esposo, etc”.
La soledad nosotros la sufrimos o la disfrutamos, nosotros la creamos o la desconocemos. En el mundo hay 7550 millones de personas, y nosotros podemos salir y conocer algunas de ellas o podemos estar en casa disfrutando de nuestro propio ambiente en paz y tranquilidad. Tú lo decides.
No hay pérdida, hay ganancia y crecimiento
Los motivos dela salida de un hijo de casa pueden ser muy variados y todos pueden ser buenos y de crecimiento para todos cuando:
Lo aceptamos
Tu hijo ya decidió irse, ¡la vida lo llama y debe volar! Todos los padres deberíamos sentirnos felices y agradecidos por poder estar ahí en ese momento de verlos despegar y alzar el vuelo en busca de su propia libertad.
Por favor, acepta la voluntad de tu hijo y hazle saber tu confianza y orgullo, tus temores y tristeza, pero luego dale toda la confianza para ir y venir a casa todas las veces que sea necesario. Acepta y apoya su decisión.
Lo asumimos de la mejor manera posible
Sonríe, acepta y suelta. El don de la libertad es el don más glorioso que el ser humano posee y los padres lo otorgamos con fe y confianza porque nosotros preparamos a los hijos para irse. Hazlo con amor, porque los preparamos para volver cuando así lo quieran y con mucha esperanza, pues sabemos que con ellos también nuestros sueños van a cumplirse.
Hacemos nuestro mejor esfuerzo con lo que tenemos
Los hijos se van y nosotros nos quedamos, buscamos superar el dolor y la tristeza, nos recuperamos y cuando nos llaman por teléfono, les decimos que estamos bien, que les extrañamos pero que nos da mucho más gusto que estén haciendo lo suyo. Luego, limpiamos nuestras lágrimas y seguimos trabajando, ayudando amigos y esperando a ver a nuestros hijos a la primera oportunidad posible con una sonrisa.
A veces la salida del hogar de nuestros hijos fue dolorosa o en medio de grandes peleas y discusiones. Perdona, deja atrás lo malo y rescata la relación eso lo vale todo.
Nada de chantajes, nada de culpas
Lo peor que podríamos hacer en este momento es “coartarle las alas” a un hijo por egoísmo, por evitar nuestro propio dolor de verlos partir o enfrentar la vida sin nosotros.
Los hijos deben irse cuando deben irse, y nosotros vamos a estar ahí listos para cuando nos necesiten o quieran regresar, pero nunca limitarlos con chantajes o mentiras o haciéndoles sentir culpables por dejarnos solos. Hacer esto, solo trae consecuencias terribles.
Nuevas relaciones
Cuando se es viudo o padre soltero y el o los hijos se van, pudiera ser más complejo, pero ahora es la gran oportunidad de comenzar a entablar nuevas amistades y abrirse a un nuevo mundo lleno de oportunidades y alegría.
La vida sigue
Nunca se detiene y lo hará con, sin, o a pesar de nosotros, por eso te invito de todo corazón a que te subas al barco, y te tomes tus vitaminas. Porque ¿sabes?, cuando nuestros hijos regresen a casa, no regresarán solos, vendrán acompañados de nuevos amigos, de esposos y esposas, y las joyas de tu corona aparecerán en forma de nietos hermosos que darán a tu vida mucho más sentido y dirección.
Créelo por favor, no sufras ni padezcas su salida, solo es el inicio de un nuevo capítulo mucho mejor de tu vida. Ya lo verás.