Cuidados paliativos. Aliviar cuando curar ya no es posible
A través de este artículo sugiero, desde los principios de la medicina paliativa, qué aspectos hay que tener en cuenta para mejorar la calidad de vida del paciente terminal y sus familias.
Diana Cantor Martinez
Al inscribirme en la línea de investigación “muerte y duelo” en la universidad, con objeto de realizar mi trabajo de grado final y graduarme como psicóloga, nunca imaginé a lo que me enfrentaría; sin embargo, resultó la experiencia más enriquecedora y profundamente humana que Dios me ha permitido vivir, porque profundicé en un tema del que hasta entonces no había escuchado hablar “los cuidados paliativos”.
Estos están destinados a aliviar el sufrimiento cuando la curación es ya imposible, y son dados a pacientes con una enfermedad terminal. El paciente es aquel en quien la inminencia de la muerte es tenida como cierta y predecible a corto plazo. Sin duda es un tema devastador y doloroso, pero es una realidad a la que se enfrentan muchas familias. Si bien un programa de cuidados paliativos se establece casi de manera individual, de acuerdo con las necesidades del paciente y administrado por un grupo interdisciplinario de profesionales, sus principios pueden ser utilizados por quienes buscan mejorar la calidad de vida de un ser querido que sufre.
Creo en los milagros, por eso, antes de ofrecer estas pautas, quiero decir que solo Dios es el dueño de la vida, y que respeto y comparto la esperanza que pueda existir en cada persona porque su ser querido se sane.
Pautas para la familia
Comprender que la muerte es parte del ciclo vital
Pese a que la muerte es parte del ciclo vital del ser humano es percibida, al mismo tiempo, como dolorosa y amenazante, porque implica pérdida y separación de un ser querido. Sin embargo, si entendiéramos que parte de vivir es morir, que se trata de un ciclo, con seguridad el dolor, aunque inevitable, traería en sí mismo el consuelo al entender que es parte de un proceso y que algún día sucederá.
La salud de quienes cuidan al paciente terminal
Es muy importante que quienes estén al frente de los cuidados del paciente tengan salud física y emocional. No es conveniente que, por ejemplo, una persona con tendencia a estados depresivos asuma la situación, como tampoco lo sería una persona que acuse algún padecimiento físico.
Una enfermera es de gran utilidad
De ser posible, y si la familia tiene los recursos necesarios, una enfermera podría ser de gran utilidad; sin embargo, siempre tendrán que estar presentes y al tanto otras personas de la familia y hacerlo por turnos, cuidándose y apoyándose mutuamente.
Tratamiento para el duelo anticipado
Es recomendable que la familia inicie una terapia con un psicólogo a fin de manejar el duelo anticipado, más aún si en el núcleo familiar hay niños o personas depresivas.
Pautas para el paciente
Entender y atender el sufrimiento del paciente
Para poder aliviar el sufrimiento del paciente es importante comprender cuál es su causa. Es probable que tenga que ver con los síntomas y padecimientos de la enfermedad, o quizás con el mismo tratamiento médico; o que el origen de su dolor se relacione con el miedo a morir o a abandonar a sus seres queridos. Identifique cuál es la causa del sufrimiento de su ser querido y busque formas de alivianarlo; por ejemplo, si hablamos de los síntomas de la enfermedad o del tratamiento, tendríamos que recurrir al médico; pero si hablamos del miedo a la muerte, podríamos solicitar al párroco o al pastor, o a quien represente una autoridad espiritual para el paciente, que lo visite y lo ayude a atenuar este temor.
Apoyo emocional
La intervención de un psicólogo es básica, porque además del temor a morir se generan en el paciente otros sentimientos: ansiedad, aislamiento, inutilidad. El psicólogo debe ser cálido, y estar dispuesto a escuchar. Una buena intervención psicológica puede devolver al paciente y a su familia la sensación de control de la situación. En su primer libro, Sobre la muerte y los moribundos, publicado en 1969, la doctora Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra suiza, considerada la pionera de la tanatología y del consiguiente abordaje humano y científico de la muerte y del proceso de morir, describe cinco estadios o etapas que, en su experiencia, hasta ese momento y con más de 200 pacientes terminales entrevistados, se repiten en casi todos. Esta lectura ayudará mucho a comprender por lo que atraviesa el paciente. Este es un enlace a un documental biográfico sobre la doctora y escritora Elisabeth Kübler-Ross, pionera en el estudio de la muerte y los moribundos.
El tiempo libre
La terapia ocupacional es un aspecto importante en el proceso, pues ayuda a distraer la mente de recurrentes pensamientos tristes y negativos. Sugiero buscar una actividad ocupacional que al paciente le guste y que, sobre todo, su condición física y emocional le permitan llevar a cabo.
La comunicación con el paciente
Es una tarea ardua el tratar de comprender los sentimientos y las necesidades del paciente, pero una actitud cálida y receptiva ayudarán mucho, evitando enjuiciar y poniéndose en el lugar de la persona que sufre. Es importante hacerle compañía y hablarle, pero no solo de la posibilidad de morir y de su enfermedad, sino de múltiples temas, todo tendiente a hacerlo partícipe de las decisiones, a incluirlo en todos los planes en los que su salud le permita involucrarse, a fortalecer su fe, su vida espiritual y a evitar al máximo aislarlo.
Los temas pendientes
. Cuando sea posible esto será algo que inevitablemente habrá que manejar, pero con gran humanidad y respeto: determinar qué temas están pendientes de resolverse, por ejemplo, las finanzas, el testamento, etcétera. Aunque muchos no lo crean, cerrar ciclos y arreglar los pendientes ayuda enormemente a reducir el estrés del paciente y le proporciona tranquilidad; algunos, por ejemplo, únicamente desean disculparse con alguien, viajar a algún sitio, o comer algo especial.
Por último, nunca descalifique ni niegue la esperanza que tiene su ser querido de sanar. Que Dios los llene de fortaleza en cada momento para asumir con fe y entereza este acto de amor.
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