Date la vida que mereces: vence el vicio del cigarrillo hoy mismo
Si estás considerando dejar de fumar, esta historia te ayudará.
Maia Fernandez
Cuando era pequeña solía visitar la casa de mis abuelos. Íbamos todos los veranos con mis hermanos. Tengo recuerdos maravillosos de esas vacaciones. Ellos eran una hermosa pareja, se querían mucho, mi abuela tenía sus secretos para enamorar a su esposo y viceversa. Pero debo decir que esa historia no tuvo final feliz. Si bien es cierto que de algo hay que morir, es muy triste que sea por un vicio. Tras fumar toda su vida, mi abuelo falleció a los 71 años. Su muerte fue a causa de un cáncer de pulmón. Hasta ese momento, mi madre y mis dos tíos fumaban.
La muerte de su padre causó que uno de ellos dejase de fumar de manera instantánea, pero mi madre y mi otro tío lo siguieron haciendo. Hará unos diez años le diagnosticaron a este tío cáncer de pulmón y murió a los 53 años. En ese momento mi madre dejó de fumar, impactada por la triste noticia. No pude ir a despedir a mi tío como merecía, él vivía en una ciudad lejana y en ese momento se me complicó.
Sin embargo, una noche soñé con él: estaba dentro de una cárcel, y yo iba a visitarlo. Su cara era de una profunda tristeza. Realmente me impactó mucho ese sueño. Pienso cuántas cárceles tenemos los seres humanos y los vicios son una de ellas. Pero hay una salida, una manera de romper esos barrotes que nos aprisionan.
Para ello es importante la profunda reflexión: ¿es necesario morir por un vicio, si la muerte podría llegarnos de otra manera, a una edad más avanzada? ¿Cómo es posible que un médico, como mi abuelo, sabiendo lo mal que hace el cigarrillo, haya fumado sin parar? No lo juzgo, pero eso me llama mucho la atención. Considero que a los 53, o aun a los 71 años, se es muy joven para morir.
No es un tema sencillo para el que lo padece. Lo sé en carne propia, porque también he fumado. Recuerdo que en mis tiempos de la universidad, como estaba permitido fumar en público, todo el mundo lo hacía. Pero cada invierno me enfermaba de bronquitis. Un día tomé la resolución de dejarlo. Y lo he logrado. La manera que encontré de hacerlo ha sido teniendo la voluntad de decir no, dejando el cigarrillo de un día para el otro. Sé que no es fácil, en especial si hace muchos años que fumas. Pero se puede, y te aseguro que cada día te vas sintiendo mejor y hasta vas sintiendo asco al sentir de lejos el olor a tabaco.
Existen algunas técnicas que te pueden ayudar:
1. Intenta calmar la ansiedad con otra cosa
Puede ser un té (infusión) relajante, salir a hacer ejercicio, masticar chicle. Mi tío, que es muy metódico, me relataba: “Cuando dejé de fumar me anoté en un gimnasio y desde ese momento no he dejado de ejercitar mi cuerpo. No he engordado ni un gramo”. Por eso, aunque difícil para muchos, es cierto que se puede dejar el cigarrillo sin engordar. Además, es preferible engordar un poco y luego adelgazar que seguir fumando y ser delgado.
2. Analiza las causas de tu ansiedad
Sé reflexivo y analiza qué es lo que te produce ansiedad y nerviosismo. Intenta comprender ese estado de intranquilidad y trata de solucionar los problemas que lo originan. Tapar la ansiedad con un vicio no nos sirve de nada, sino que empeora el problema. Además, he comprobado que fumando me sentía aún más nerviosa.
3. Aprende en cabeza ajena
Piensa en estas tristes historias, mira algún video informativo que relate el daño que causa el tabaco en el organismo, es decir: toma conciencia del daño que causa en tu cuerpo. El cigarrillo a lo único que nos va a conducir es a la muerte y no tiene sentido, por un placer fugaz, dañar nuestro organismo y perder lo más valioso que tenemos.
4. Convéncete que puedes hacerlo
Ten confianza en ti mismo, lo vas a lograr. Mantente firme en tu determinación. Al comienzo será difícil pero con el paso de los días, al ver que puedes hacerlo, te motivarás a seguir en abstinencia.
5. Vence por etapas
El primer día que decidas dejarlo, intenta no fumar hasta la noche. Eso a mí me ha servido mucho. Así el organismo, poco a poco se va acostumbrando, al día siguiente ya toma la resolución de no fumar más.
6. Busca un patrocinador
Si te está costando mucho dejar de fumar, pide ayuda en centros de salud. Los especialistas te brindarán el apoyo necesario. Hay ocasiones en que la ayuda externa es necesaria, no temas pedirla.
Que mi experiencia te motive
No soy una experta en adicciones, pero sí sé lo que el tabaco ha producido en mis seres queridos e incluso en mí misma: sentir el olor desagradable en la ropa y en el cuerpo, ver cómo se van tiñendo los dedos y los dientes, estar nervioso hasta el momento en que vuelves a fumar e inclusive estar pensando constantemente en eso. Pero sobre todo, sentir el dolor de haber perdido a dos personas que amaba mucho y pensar: “no quiero que me pase lo mismo, que la muerte me encuentre así, quizás en un bello momento de la vida, antes de lo debido”. Pienso en mi abuela y en sus últimos quince años… ¡Qué diferentes hubieran sido si los hubiera compartido con su esposo!
Cuando dejé el cigarrillo, volví a respirar el aire puro con toda su intensidad, a sentir los aromas, a tener más alegría y energía. Me sentía orgullosa de mí misma por haber superado ese obstáculo en mi camino. Me di cuenta que cuidar nuestra salud día a día es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos y a nuestra familia.
Si eres fumador y quieres dejar de serlo déjame decirte que lo lograrás, así como muchas personas hemos podido hacerlo. Ojalá estas palabras te sirvan para dejar el tabaco hoy mismo. Date la vida que mereces. Si quieres profundizar sobre el tema y buscar más estrategias, esta página de ayuda para abandonar el tabaco creada por el gobierno de España, te será de mucha utilidad.