Deja de vivir enojado si no quieres romper la armonía en tus relaciones
Si lo que deseas es controlarte y evitar lastimar a los tuyos, ¡este artículo es para ti!. Aprenderás tips para calmarte efectivamente cuando sea necesario.
Marilú Ochoa Méndez
Es una fórmula infalible. Funciona con eficacia para herir al cónyuge. Es un recurso útil para romper la armonía entre padres e hijos, e incluso en el mundo laboral. Si deseas crear relaciones conflictivas donde las personas se sientan atacadas y pierdan la confianza, ¡ese es el camino a seguir!: enojarse siempre, enojarse de todo y enojarse mucho.
¡Pero enojarse es tan común!, ¿por qué es “malo”?
De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología (APA): “El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Va desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. Cuando usted se enoja, su frecuencia cardíaca y presión arterial se elevan y lo mismo sucede con su nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina.”.
Como tal, continúan en el artículo citado, “es una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable. No obstante, cuando perdemos el control de esta emoción, se vuelve destructiva“.
En efecto, aunque sea algo común, no es algo sano. Existen variedad de artículos que hablan de las nefastas consecuencias para nuestros hijos por no saber controlar nuestro temperamento: “los gritos, no importa su causa, por su violencia intrínseca tienen un efecto muy fuerte sobre los niños“.
¿Puede controlarse el enojo?
El enojo se vive como un estado de protección ante una amenaza, que nos hace reaccionar. Y justo en esta última palabra: “reaccionar”, está la clave.
Un golpe, un grito, un manotazo son reacciones, pero también lo son una llamada de atención firme, o ponernos de pie y hablar con firmeza y determinación sobre aquello que nos ha turbado.
Lo que obtengas depende de lo que des
En Proverbios, leemos: “el lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad“ (Prov 14:29)
Experimentamos el enojo como cualquier emoción, cuando perdemos el control se desata en nosotros un sentimiento explosivo que nos motiva a poner un alto a lo que sucede. Aquí es donde debemos concentrarnos.
¿Qué buscamos al enojarnos? En primer lugar, salir de esa situación que nos incomoda y que sale de nuestro control. Es conveniente preguntar ahora si lo que estamos por hacer ayuda a controlar la situación, y terminará en relaciones armónicas, o utilizaremos al otro como basurero emocional con las negativas consecuencias que ello conlleva.
Si nuestra intención es “hacernos respetar a como dé lugar, y ser personas a quienes otros teman, el camino, sin duda, es el enojo, la ira, la agresividad.
Si lo que deseamos es respeto, autocontrol, serenidad y un diálogo constructvo, el camino de la explosión no es el indicado.
¿Qué hacer entonces?
El coach de vida Enrique Delgadillo nos sugiere algunos pasos para controlar el enojo:
1 ¡Respira!, el que controla su respiración, controla su mente
Muchas personas dicen “mis sentimientos me controlan”. Para Delgadillo, afirmar esto “es como decir que tu coche te maneja a ti”. Su propuesta: respirar. Debes jalar aire y en lo que se llenan tus pulmones, contar hasta ocho. Después, sacarás el aire con un conteo igual. Harás esto hasta que sientas que has recuperado el autodominio.
Si te ayuda, imagínate en un lugar sereno y lejano.
2 Utiliza una técnica para dimensionar lo que ha ocurrido
Una técnica que puede ayudarte es cuestionarte hasta el fondo lo que ha ocurrido, y sus por qués.
Comienza preguntándote el por qué de tu enojo. ¿Qué situación lo ha desencadenado? Ahora, conviene analizar si la razón que te ha molestado ha sucedido como tú la has percibido. Te pongo un ejemplo: tu hijo ha pintado el sillón de la sala. Es natural que te moleste el hecho, pues es un bien en tu hogar que debería haberse respetado ¿Por qué tu hijo ha actuado así?
No creo que haya sido con el objetivo de molestarte. ¿Debes tomar el hecho como un ataque personal hacia ti? ¡Definitivamente no!
Cuestionándote hasta el fondo, verás que cada persona tenemos nuestras motivaciones que casi nunca tienen qué ver con un plan maquiavélico para hacer tu vida imposible. Si nos damos cuenta, podemos avanzar desde ahí.
3 ¡Detente antes de hablar!
Antes de soltar todas las palabras altisonantes que te vienen a la cabeza, o de recordar cada ofensa recibida, haz un alto.
Date un tiempo para escribir lo que le dirías a esa persona, si no puedes anotarlo, díctate un mensaje de voz al celular. ¡Pero no mandes ni entregues nada! Espérate un par de horas. Lee o escucha tus mensajes. ¿Aún es eso lo que deseas decir a la persona con quien te has molestado?
4 Ser muy práctico
¿Qué sucederá cuando se te baje el enojo? Te vas a tranquilizar, volverás a necesitar hablar con esa persona, y tu mundo volverá a la “normalidad”. Si sabes que esto sucederá tarde o temprano, ¿por qué no evitarte las alteraciones de la ira en tu persona, en tu ambiente y con tus seres queridos y serenarte de una buena vez?
5 Reclamar es inútil. Sé inteligente
A menos que tu hijo, cónyuge o compañero de trabajo esté obligado laboralmente a prestarte un servicio impecable, reclamar es inútil.
¿Qué otras opciones quedan entonces? La más inteligente es pensar ¿cuáles son mis opciones? ¿pelear, reclamar, gritar, golpear?. Otra opción es ¿de qué forma puedo convencer al otro de escucharme? ¿de qué manera puedo hacer que mi hijo haga lo que le pido?
Anota las posibilidades, y procura buscar opciones inteligentes. El diálogo siempre es una de ellas. Otra es la consecuencia lógica a lo que ha sucedido, que puede ser poner un alto y salir de la habitación, guardar silencio, ¡sé creativo!.
Haz el reto de Aristóteles
El gran filósofo griego Aristóteles nos comparte un reto que nos servirá mucho: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”.
Y ciertamente, no es sencillo, pero eso sí garantiza que nuestras relaciones sean armónicas, y que quienes viven a nuestro alrededor vivan con respeto, y no con miedo. ¿Te animas?