Deja que tus hijos hagan travesuras
Déjalo ser travieso, porque las travesuras de los pequeños son comportamientos normales durante la infancia, que a veces les permiten descubrir el mundo, y otras les enseñan cómo deben comportarse en el mundo.
Yordy Giraldo
El ideal de mamá que tienen los peques es ese que los deje hacer lo que quieran, los llene de dulces y les permita dormirse tarde. El ideal de niño para las madres, en contraparte, es uno que haga lo que ellas quieran, de preferencia que no coman tantos dulces y se acuesten temprano.
En esta colisión de figuras ideales es difícil que las madres cambien para ser esa mamá totalmente consentidora que los pequeños desean, pero es seguro que nosotros los cambiemos a ellos; el problema con esto radica en lo que provocamos en nuestro afán de cambiarlos.
No me refiero a que sea malo que se duerman temprano, porque está demostrado que mientras más horas de sueño tengan los pequeños el rendimiento escolar es mejor; tampoco tiene nada de malo reducir el consumo de azúcares, puesto que también hay evidencia de que no hace bien al organismo, empezando por los dientes.
Hablo específicamente de lo que hacemos para mantenerlos “tranquilos”, he ahí el detalle: y es que por tal de tenerlos en un solo sitio y desentendernos de ellos en lo que cumplimos con nuestros deberes los dejamos frente a la televisión, la computadora, los videojuegos, por horas y horas, hasta que nos desocupamos y una vez ocurrido esto los ponemos a hacer su tarea y luego a dormir.
¿No les suena a castigo? ¿Dónde quedaron las risas, los abrazos, las palabras, los amigos de carne y hueso, las lecciones de vida? Sabías que cuando los bebés lanzan la cucharita, el biberón o el plato no es solo porque sí, sino que al hacerlo aprenden a coordinar su vista con los movimientos, aprenden de acción y reacción; por ejemplo, si lanza una pelota, esta rebota, y es su manera de ir descubriendo y entendiendo el mundo a su alrededor.
Cuando juegan con sus amigos están aprendiendo a compartir el espacio, a lidiar con otras personas, a socializar; al hacer castillos de arena o lodo, no se trata solo de tierra lo que tienen en sus manos, sino de texturas que van descubriendo. Incluso, las travesuras le sirven para aprender qué está bien y qué mal a través de las consecuencias que tienen sus actos.
El problema es que si nos ponemos en el plan de hacerles sentir que está mal todo lo que es divertido y espontáneo, y los obligamos a portarse como adultos rígidos y amargados, a saltarse etapas, no únicamente los estamos privando de descubrir el mundo del modo que todo niño debe hacerlo, ¡por experiencia propia!; sino que, además, provocamos que aprendan conductas nada recomendables para los pequeños, como es el ser retraídos, tímidos, desconfiados, solitarios y aunque no lo creas, mentirosos. Por si no lo pensaste antes, si ante todo lo que para un niño es divertido tú dices que no, lo único que provocarás es que actúe a tus espaldas y no puedas siquiera estar al pendiente por si necesitara ayuda y protección.
La idea no es que para ser la madre ideal de tu pequeño lo dejes a su libre albedrío, ni que le permitas jugar futbol encima de la mesa, o cambiar la comida por los dulces; más bien, permítele disfrutar de su entorno, de todo lo que la infancia ofrece, y que es un mundo para descubrir y disfrutar, por supuesto destinando espacios, momentos y lugares para ello y siempre con el cuidado de mamá, para enseñarle y ayudarle.