Detrás de todo niño “difícil”, hay una emoción que no ha sabido expresarse
Los niños difíciles poseen emociones que los desbordan, enseñarles a manejarlas es tan importante como cualquier otro aprendizaje. Los niños difíciles. Como tener al monstruo de Tasmania en casa.
Marta Martínez Aguirre
¿Conoces el color de la desesperación?
Carlita era una niña bellísima, pero la falta de límites la afeaba desde los pies hasta el cerquillo. En segundos podía dar vuelta a la casa, esconder la gata en el altillo y arrancar de un tirón el cable de la plancha. Si era observada, gritaba con todos sus pulmones e iba salivando por todos lados. Cuando llegué a su casa Carlita intentó impresionarme, pero no la dejé: traía un trozo de pan en sus manos untadas con dulce de leche, y al querer meterlas en mi portafolio la llevé al baño, se las lavé tarareando una canción y antes de que abriera la boca, la senté a pintar en una hoja. Sus padres se quedaron mudos.
Minutos después cuando intentó tirar mi bufanda por la ventana me acerqué a ella, la envolví con la misma y le pedí que nos quedáramos en silencio mirando el atardecer desde su terraza. A los pocos segundos trajo dos sillas y miramos el mar tras los vidrios mientras tarareábamos una canción infantil que tenía en su tablet. Al final de la primera hora hice con Carlita un contrato de tratamiento: mis condiciones eran sencillas y claras, prometí verla una vez a la semana en su cuarto ordenado por ella misma, con la gata sana y salva y ninguna escena de terror en la semana. Ella pidió poder curiosear en mi portafolio, a lo que accedí bajo una condición: que cada objeto que tocara debía guardarlo en su lugar; también quiso conocer las historias de mis gatos. Antes de los dos meses de consulta Carlita era otra, con las dificultades propias de su edad.
A ninguna persona le gusta admitir que algo se está escapando de sus manos. No hay niño, por más fatal que parezca, que no quiera sentirse amado. Por todo ello, quizás te puedan servir algunas cosas que fueron adecuadas para ayudar a Carlita:
Equilibrio entre autoridad y afectividad
La autoridad paterna no se impone, se propone, por eso es importante ayudar al niño a lograr una relación de respeto y armonía en el hogar. Los niños deben comprender que la familia es un modelo de la sociedad, donde hay lazos de amor que unen, pero también hay reglas que cumplir. ¿Por qué en esta imagen los corderitos están dentro de un corralito, Carlita? Un ejemplo sencillo permite que los niños vean por sí mismos que el amor incluye límites.
Humor y ternura para favorecer el diálogo
“Carlita, me contó tu abuela que tienes trabajo en el supermercado, que van a contratarte para mantenimiento (dicen que lustraste el piso)”. Un poco de humor puede contribuir a que los niños se expresen y no sientan que son atacados con reclamos. “Me enojé porque no quería ir, estaban mis dibujos favoritos”. El humor expresado con ternura posibilita la creación de espacios abiertos para el diálogo y los niños aprenden a reconocer sus emociones. Carlita aprendió a decir cosas como: “Estoy por enojarme, quiero un alfajor, pero sé que no tienes plata para comprarlo”. Su madre empezó a ver los cambios y ayudó a identificar sus necesidades: “¿Tienes ganas de algo dulce?, tal vez podamos hacer alfajores en casa, ¿buscamos la receta de la abuela?”.
Desarrollar la empatía y asumir responsabilidades
Las preguntas sencillas permiten que aprendan a tener empatía por los demás. ¿Le has preguntado a la abuela cómo se siente? ¿Por qué crees que mamá se sintió tan angustiada por el cable de la plancha? Carlita, ¿puedes pensar en una forma de ahorrar dinero para ayudar a pagar el arreglo?
Detrás de todo niño “difícil” hay una emoción que no sabe expresarse. Ayuda a que tus niños las reconozcan y sepan manejarlas.