Educar es enseñar a pensar
Con frecuencia padres y maestros se sienten decepcionados cuando los niños y jóvenes no son capaces de obtener respuestas, salidas o soluciones a los problemas. Pero ¿cómo exigimos que florezca lo que no hemos cultivado?
Emma E. Sánchez
Una de las cosas más frustrantes a las que se enfrenta un maestro, es tener un grupo de estudiantes a quienes invita a proponer ideas, dar opiniones o encontrar soluciones y encontrar como respuestas solamente rostros impávidos, sin saber qué decir o hacer. Es terrible estar explicando algo a un alumno, ver que sinceramente se esfuerza y que no logra llegar a un resultado o producir una idea. Cuando uno se desempeña como profesor de nivel medio superior o universitario, la pregunta frecuente es: ¿cómo le enseño a este joven a pensar? La respuesta a esta interrogante muchas veces suele ser: “no puedo detenerme a enseñárselo, ese es su problema”, lo cual hace cada vez más larga la lista de alumnos con bajo aprovechamiento o en camino de la deserción escolar.
¿Qué podrías hacer como mamá, para “enseñar a pensar” a tus pequeños? Las sugerencias que a continuación te presento, si las aplicas con frecuencia, te serán de gran ayuda. Pero antes de pasar a los consejos, déjame hacerte una advertencia: un niño o adolescente que aprende a razonar, necesita de padres sinceros y capaces de alimentar su mente, respetuosos de sus ideas y decisiones. ¿Puedes con el reto?
1. Habla con honestidad a tus hijos, desde que son pequeños
Hacer esto implica que no deberás mentir o crear fantasías sobre los hechos de la vida y la naturaleza, sobre los percances y las emociones. A los niños les gustan los cuentos y escuchar historias fantásticas, las cuales son magníficas para desarrollar la imaginación. Sin embrago, también es preciso decir la verdad de las cosas, tal como son y con palabras sencillas, ya que esto ayudará a que el niño procese información sobre bases sólidas y confiables. No les ocultes cosas que les conciernen, tal vez tú creas que ellos no se dan cuenta pero es mentira; los niños perciben y saben cuando algo en su entorno no está bien. Si eres verídico, ellos te creerán y confiarán en ti, por lo que estarán abiertos a aceptar la guía que puedas dar a sus pensamientos.
2. Acostúmbrate a pedir y escuchar su opinión
Explica lo que sucede y lo que piensas, entonces pídele que haga lo mismo: que explique lo que él observa, lo que entiende y lo que opina al respecto. Escúchale sinceramente, y respeta sus ideas.
3. Pídele que tome decisiones basadas en razonamientos
Para lograr esto, debe existir la voluntad de que juntos puedan platicar y llevar a cabo un razonamiento sobre algo, para entonces tomar una decisión o emitir un juicio. Por ejemplo: al elegir una película en la cartelera cinematográfica, ¿qué elementos consideras para escoger cuál ir a ver? Probablemente los gustos familiares, el tema, el costo, lo que dice la reseña. Una vez hechas cualesquiera de estas cosas, sería bueno que consultaras las opiniones de todos, tal vez hacer una votación y entonces decidir. Permite que tu hijo pida y pague los boletos en la taquilla, esto es muy bueno para brindarle confianza.
4. Evalúa los resultados de las decisiones que se tomaron
Siguiendo con el ejemplo de la película, podrían discutir sobre algún punto en especial de la trama de ésta o simplemente sobre si todos estuvieron satisfechos con la decisión tomada. Revisar procesos mientras le explicas a tu hijo el qué y el cómo, es muy importante para poder evaluar los productos finales.
5. Proporciona oportunidades para aprender cosas nuevas
Brinda a tus hijos momentos y espacios para obtener nuevos conocimientos y ampliar los que ya tienen. Cuando te sea posible, proporciona experiencias en lugar de objetos o regalos. ¿Qué es esto? Por ejemplo, en lugar de gastar mucho dinero en dar una gran fiesta de cumpleaños, ese recurso lo podrías emplear para pagar un paseo a caballo, nadar con delfines o hacer cualquier otra cosa que proporcione a tu hijo una experiencia significativa. Si en su caso prefieren celebrar la fiesta, la propia organización de ésta puede volverse algo muy especial si es tu hijo quien la organiza, confecciona los adornos o amasa el pastel. La idea es proporcionar oportunidades de experimentar por medio de todos sus sentidos.
6. El desarrollo de la inteligencia está muy relacionado con el desarrollo del lenguaje
Discutir, dialogar, hablar y exponer verbalmente las cosas que se sienten y piensan es fundamental. Realizar juntos lecturas en voz alta, de manera pausada y con oportunidades de explicar lo que se dice, es un gran recurso para el desarrollo de estos aspectos.
7. Cuestiónalo y enséñale a cuestionar su mundo
Fomenta este ejercicio con él, pero no con el objetivo de criticarlo, sino para comprender qué es lo que piensa y siente. Así le ayudarás a tener una opinión personal de las cosas.
Pensar es una actividad mental de orden superior a la que no se llega de manera fácil e inmediata. Implica un trabajo, así como una buena y acertada guía del adulto para que el niño o el joven logre hacerlo por sí mismo. Llegar a ser un adulto consciente de nuestros actos, implica ser capaces de disfrutar y actuar en verdadera libertad.