El amor no se busca en Google
El amor virtual llena los espacios donde debería entrar el contacto, la risa, el abrazo, la ternura, la esperanza, el calor.
Marta Martínez Aguirre
A menudo el vacío cruza las piernas dentro del corazón.
Todo empezó con un simple regalo. Si mal no recuerdo fue el día de su cumpleaños. Cuando Hannah vio la laptop sobre la cama, corrió a tomarla entre sus brazos como si fuera un amor para toda la vida. Sonrió a sus padres y se sintió tan feliz. A los pocos días comenzó a tener “amigos” con quien compartir sus gustos y sus sentimientos.
Afuera de la pantalla, el mundo era duro, frío y violento para una adolescente como ella. Le dolía la lluvia en el tejado y el vapor de la caldera invitando a tomar algo caliente, cuando otros no tenían nada en la vida. Sus padres la amaban, pero ella no recordaba cuándo había sido el último abrazo o la última vez que se lo dijeron.
Así que se aferró a sus amigos virtuales. Las palabras poco a poco se fueron esfumando, olvidó el sonido de las risas de su madre y el rechinar del sillón de su padre contra la pared. Sus padres se preocuparon el día que ella no quiso salir del cuarto, porque no pudieron pagar ese mes la tarifa de internet. Se sintió tan sola, recordó que su madre tenía unas pastillas para dormir en el botiquín. Yo no recuerdo todo con detalles. Lo que sí bien recuerdo es el olor a soledad impregnado en la pared del cuarto. Sus padres llorando a gritos, y la perra aullando en un rincón.
Afortunadamente pudieron abrir la puerta de un puntapié. Un médico obeso la tomó en brazos y la sacó corriendo hasta la ambulancia. Esa tarde en la emergencia, creí ver un gigante cargando en sus brazos a un ave frágil y asustada ante el vacío.
Nuevas patologías
La necesidad de amor se está convirtiendo en un imposible para muchos niños y adolescentes, por no decir que también para muchos adultos. Está naciendo una generación de personas conectadas a la ilusión. El amor virtual llena los espacios donde debería entrar el contacto, la risa, el abrazo, la ternura, la esperanza, el calor. Hay una creciente patología del desamor que se instala en el psiquismo y duele como un tango, dando paso al amor virtual.
Doble porción diaria de amor
La relación con tus hijos sigue siendo tan especial que no debes excluirla de la dieta básica. Desde el nacimiento estamos destinados a realizarnos plenamente por el amor. Amar y sentirse amado sigue siendo una necesidad psicológica esencial de todo ser humano. El beso de “buenos días” al levantarse, la ropa lavada y doblada sobre la cama, el pijama calentito con la plancha o la estufa antes de irse a dormir, la caricia en el pelo, y el abrazo a toda hora, no presentan contraindicaciones.
El amor no tiene favoritos
Ten en cuenta que todos tus hijos merecen el mismo reconocimiento y la misma dosis de amor. Aunque no lo creas, una porción más grande de torta para un hijo y otra más pequeña para otro, puede generar en ellos la idea que amas más a unos que a otros.
Sentires diferentes
Cada ser humano posee distintas formas de sentir amor. Algunos niños prefieren el tacto, ellos gustan de los besos, las caricias. Otros, necesitan más de las palabras dulces. Hay quienes disfrutan del tiempo juntos y no quieren saber nada de besos, pero adoran que estés con ellos mirando la televisión. Incluso están los locos de los gestos y con un simple caramelo salen corriendo: “¡Mira lo que mami me trajo!”. Descubre el sentir de tu hijo y ámalo como él necesita.
Baila y juega con ellos
El baile y el juego permiten estrechar más los lazos de amor entre padres e hijos. Además ayuda a que desarrollen sus talentos y habilidades junto a ti y se liberan endorfinas que estimulan la unión.
Hannah pudo recuperarse una vez que sintió que su vacío se llenaba del amor de sus padres. No dejes que tus hijos crean que el amor es sólo una palabra que se puede buscar en Google.