El equipaje no pesa y el camino no cansa, cuando lo que se carga es amor
Cuando la vida se nos hace cuesta arriba, seguimos luchando, pues el amor por nuestros hijos no hace increíblemente fuertes y capaces de todo.
Fernanda Gonzalez Casafús
Sentada en el banco de una plaza, escuchaba mi música preferida mientras caía el sol y me divertía tirando comida a las palomas. Muchos niños revoloteaban en los juegos y venían a buscar a su mamá para mostrar sus hazañas.
Estaba yo en la flor de mi adolescencia, no podía comprender cómo todas esas madres no se cansaban de calmar berrinches, dirimir peleas, arrojar la pelota una y otra vez y dejar la lectura de su libro para ir a construir castillos de arena. No podía comprenderlo, claro, porque todavía no me había convertido en madre.
Hoy, esa madre soy yo
“Cuando tengas hijos lo entenderás” ¿Te suena la frase? Yo la escuchaba de mi madre una y otra vez, y hoy se la digo a mis hijos. Cuando somos madres lo entendemos todo, pues ese amor que nace de lo más profundo de nuestras entrañas es el que nos mueve a sacar fuerzas de donde no tenemos y seguir adelante pase lo que pase.
No es utopía ni poesía barata. Si eres madre, estoy segura que te identificarás con la idea. Hemos escuchado cientos de historias de madres que salen adelante aunque la vida les haya dado una bofetada. No hay nada que nos complazca más que ver a nuestros hijos bien, y para ello preparamos nuestro corazón y nuestra mente para dar lo mejor.
Y el equipaje no pesa y el camino no cansa, cuando lo que se carga es amor
Esta frase, de Rachel Carvalho, pulula por las redes acompañada de imágenes sumamente bonitas, que nos invitan a la reflexión, y que han sido motivación suficiente para escribir este artículo.
En la foto que más me gusta se ve a una mujer trabajando por el campo, cargando su niño. Aunque algunas fotos difieran un poco una de otras, todas coinciden en brindar esta imagen de aquella madre que sale a la vida aunque esté cansada, aunque tenga malos días, aunque le pese la espalda y le duela la cintura, pues lo que carga es el amor de su hijo.
Esa imagen y esta frase tan poderosa nos deja pensando en cuánto tenemos que agradecer a nuestra madre por todo lo que ha hecho por nosotros, sin quejarse, sin reprochar nada, pues el amor de una madre es infinito.
El equipaje de la vida no siempre es amor
Muchas veces en la vida tenemos que lidiar con aquellas cargas que pesan realmente. Enfrentar un engaño, mentiras, frustraciones personales y sueños sin cumplir son cosas que hacen que el camino se ponga pesado y difícil de transitar.
El punto es saber ir despojándose de esa carga de a poco para que no deje profundas huellas que afecten nuestra forma de ser y de sentir. Por ello, cuando sentimos que la carga es pesada y que no podemos con ella tenemos que saber armarnos de valor para reconocer cuáles son nuestras armas para enfrentarla.
El amor de nuestros hijos es una de las armas más poderosas para olvidarnos del peso de la carga diaria, pero también lo son el perdón, la fe, el arrepentimiento, la solidaridad, la empatía.
Lucha por tus hijos, pero también por ti
Para estar bien para ellos debemos estar bien con nosotras mismas. Luchamos por ellos y enfrentamos las adversidades porque queremos verlos felices. Pero no nos olvidemos que en el medio hay una mamá que necesita sentirse bien, y ello es fundamental, pues cuando estamos bien podemos brindarnos mejor a los demás.
Y cuando el equipaje de la vida te pese…
Conversa con una amiga
Refúgiate en la fe
Abraza mucho a tus hijos
Apaga el ordenador o el celular y ve a arreglar el jardín
Complácete con un baño de espuma
Sal a dar una caminata
Ordena tus ideas
Acomoda tu ropa
Separa cosas, ropa y juguetes para dar en caridad
Conversa con tu pareja sobre aquello que te inquieta
Aprende algo que siempre has querido hacer
Cocina algo dulce para tu familia
Sonríe y convéncete que solo tú tienes el poder de salir adelante
Nunca bajes los brazos. El camino se hace al andar, y si quieres salir de donde estás, tienes que dar el primer paso. Agobiarse ante las adversidades solo hace estancarnos aún más. Sabemos que el amor de nuestros hijos es motor y motivación para lograrlo, pero que jamás se nos olvide que tenemos la fuerza más poderosa para lograr lo que queremos. Solo necesitamos verlo.