El miedo a una nueva relación de pareja
Tras una ruptura suele haber un fuerte miedo a iniciar una nueva relación, ¿cómo iniciar una relación sin que ese miedo sea un obstáculo?
Danitza Covarrubias
Tras una ruptura, ya sea de un noviazgo, o matrimonio, suele haber un fuerte miedo a iniciar una nueva relación. Sin embargo, en muchas de las ocasiones, sí se tiene el deseo de vivir en pareja. ¿Cómo afrontar este miedo? ¿cómo iniciar una relación sin que ese miedo sea un obstáculo?
Muchas de las respuestas están mucho más atrás de lo que pensamos. No en las relaciones de pareja previas únicamente, sino, aún más importante, en las relaciones primarias. Esto es, las relaciones con papá y mamá.
El miedo
Muchas de las personas que inician una nueva relación de pareja, suelen tener sensaciones fuertes de miedo, ansiedad, palpitaciones del corazón, y mariposas del estómago. Pero no aquellas placenteras, tras recibir un mensaje o llamada, sino aquellas que desgastan, y que dejan el cuerpo agotado con una sensación desagradable. Aquellas que acompañan con el presentimiento de que todo irá mal, con ideas de abandono, o de ser insuficiente.
Se cree que el mayor enemigo del amor es el odio, y el mayor obstáculo el miedo. Para no ser lastimados, ponemos millones de obstáculos que nos impiden arriesgarnos a volver a amar y a volver a ser amados.
Estas sensaciones tienen que ver con historias no sanadas. Y que pueden tener relación con varios temas que te explico a continuación.
El pasado inmediato
Cuando hay una ruptura de una relación de pareja, es importante darle un espacio al duelo. Poder superar el dolor de la pérdida, y lograr recuperar los aprendizajes de los errores cometidos en la relación, será un factor relevante para poder tener más recursos para una nueva relación de pareja. Estos recursos incluso ayudarán también en otras relaciones.
El duelo
El dolor por el final de un proyecto de vida, y por la muerte de una relación, es totalmente natural. Es importante poder atravesarlo para poder generar el espacio para una nueva persona. De no hacerlo, es posible que se genere mucha confusión, sentimientos de culpa, y hasta reclamos a la nueva pareja por temas de una pareja anterior.
Puede incluso suceder que haya duelos inconclusos de varias personas del pasado, que se van encimando unos encima de otros, haciendo todo mucho más complicado. Atravesar el duelo, tomar un espacio para poder despedirse, no físicamente, sino en el corazón, será importante para poder estar listos para una nueva etapa.
Los aprendizajes
Suele suceder que ante una ruptura se culpe a uno de los dos miembros de una pareja. Uno suele pintarse como el “malo” y el otro como “víctima” del malo. A veces ambos miembros se viven como víctimas, y pintan al otro como el culpable de todos sus males.
Es fundamental poder recuperar la responsabilidad personal de lo ocurrido. Saber, que ambos cometieron errores, que ambos dieron lo mejor que pudieron. Que ambos, se lastimaron. Poder darse cuenta, cuál es la manera en la que lastimas al otro. Incluso, cuál es la manera en la que permites que el otro te lastime. Sanando tu corazón, y tu manera de relacionarte con los demás.
Tomarlo todo
La consigna es poder mirar toda la relación tomando los regalos de la historia compartida, de esos recuerdos maravillosos: palabras, viajes, abrazos, aprendizajes. Incluso, de los hijos que surgieron a partir de ese amor. Tomarlo todo, sin negar ni borrar nada. Tomar todo para llevártelo en tu vida; incluso, a pesar del dolor de la ruptura.
Son esos regalos los que hacen que valga la pena la relación, a pesar del dolor, a pesar de la ruptura. Asumiendo el crecimiento que viene con el dolor que implica la relación. Es en ese crecimiento de conciencia, que se puede aspirar a tener después una relación que perdure.
El pasado profundo
Si realmente logras mirar tu relación rota, serás capaz de tocar fibras profundas y sensibles; estas son hilos que conectan a profundidades importantes, que te pueden evocar a tu historia.
En general, las relaciones de pareja son tan difíciles y a la vez tan hermosas, porque nos pone en contacto con aquel amor primordial, fundamental para sobrevivir. El amor que desde niños tocamos. Ese que nos hace sentir frágiles, vulnerables, y a la vez poderosos y radiantes. Ese, que al tocar la mano del otro -mamá o papá- nos hace sentir sostenidos. En los abrazos, cuando recordamos ser cargados por nuestros padres. Nos toca al niño o niña heridos. Nos recuerda todo lo que necesitábamos de nuestros padres. Nos mueven las fibras de cuando eramos pequeños.
Es por esto, que las peleas y diferencias en las relaciones de pareja se vuelven de pronto desbordadas, incomprensibles, y de pronto, fuera de lógica. Tiene otra lógica: la del corazón que solo siente el presente y lo relaciona con memorias celulares antiguas.
Trabajar en la relación de pareja es trabajar con el niño interior. Es el crecimiento espiritual por excelencia donde podemos sanar, y llegar a ser nuestro yo verdadero.
Estar en el presente
Se trata de superar el pasado, tanto de las relaciones de pareja previas, como de la infancia, pues será lo que permita estar en una nueva relación de manera fresca, renovada, totalmente en el presente; resolviendo las dificultades que surgen proporcionadamente, y sin mayores emociones que las que en el momento se dan.
Es poder mirarse de frente, y mirar realmente al otro, sin mirar los fantasmas del pasado. Es integrar toda la historia vivida, para mirar hacia el futuro sin miedo.
Poder saberse capaz de afrontar el futuro, incluso a una nueva ruptura. No porque deje de importar, o de doler. No porque este la promesa y garantía de que funcione. Sino porque está ahí el adulto capaz de atravesarlo todo, para vivir y amar.