El molesto vecino ruidoso… ¿Acaso soy yo?
Compartir con nuestros vecinos, mejorar los lazos de amistad y proponer cosas nuevas para nuestra vecindad hacen que nosotros y nuestros hijos gocemos de una convivencia sana.
Millerlandy Medina
La condición de seres humanos nos hace sociales. Es por esta gran razón que siempre buscamos vivir en sociedad, estar acompañados por alguien. Con todo, si le preguntamos a alguien que pase de los cincuenta años, que compare lo que era la vida en sociedad en sus días de juventud, y en la actualidad, nos quedará muy claro que la sociedad ha degenerado en su capacidad de convivencia. En efecto: cada vez menos, en todas partes del mundo, sabemos convivir con nuestros vecinos. El vecino de enfrente es cada vez menos un amigo, alguien en quien confiar, y se ha vuelto cada vez más un desconocido, muchas veces molestamente ruidoso. La convivencia social requiere de unas condiciones para que nuestra convivencia sea mejor cada día. Por lo mismo, me permito hacerte algunas sugerencias, para que tu hogar no se vuelva la casa del “molesto vecino ruidoso de enfrente”:
Ten ideales altos
Al llegar a una vecindad, es bueno dar a conocer quiénes somos y qué esperamos al llegar a ese sitio.
Ser amistosos
Incluso, es muy buena idea determinar quiénes de los habitantes del vecindario son conflictivos y tratar de hacer lazos afectivos para mejorar la calidad de vida social.
Enseñar la civilidad a nuestros hijos
Una parte fundamental del saber vivir en sociedad es el civismo. Como dijo Lloyd Fallers: “La civilidad permite eliminar la tensión que existe en las diferencias de la sociedad y los diversos grupos a los que pertenecemos. Es un reconocimiento tolerante y generoso de nuestro apego al orden social y de la responsabilidad común que tenemos con respecto a éste, sin importar nuestra diversidad.” Confucio decía que la civilidad es enseñar a nuestros hijos a comportarse en la mesa como si comieran en frente del rey, y Ralph Waldo Emerson dijo que nuestra civilidad es más alta cuando nuestro sentido moral es más profundo. Cuando nosotros o nuestros hijos adquirimos esa civilidad, entonces somos conscientes de que en nuestro entorno hay bebés recién nacidos, ancianos quienes les gusta y gozan del silencio, personas de otras religiones y casi todos madrugan a laborar, es por esta razón que si deseamos un lugar más seguro para nosotros y nuestro hijos esto comienza desde nuestro hogar.
Participar activamente en beneficio de nuestro vecindario
Si pertenecemos a una junta comunal debemos de intentar ser portadores de buenas palabras, liderar proyectos que vayan en pro la mejoría social, e incluso animar a los jóvenes del barrio para que sean gestores de sana convivencia, creando, por ejemplo, grupos para los de la tercera edad.
Educar con el ejemplo, para que nuestros hijos velen por los necesitados
Yo tengo la firme convicción de que Dios nos hizo con un propósito de fe y esperanza para nuestras regiones, como también creo que, partiendo de ese propósito, debemos apoyar a todas las personas que formen parte de nuestra comunidad. No debemos de ser apáticos a la situación social de nuestros vecinos, y ser dignos de que ellos nos tengan la confianza de encargarnos de que cuidemos su casa cuando ellos no se encuentren en el sitio en ese momento, así como ver que nuestros hijos, cuando están en la calle jugando estén pendientes de las necesidades de los vecinos, etc.
Si todos aportamos un granito de arena para el mejoramiento de nuestra vecindad lograremos construir un mundo nuevo, recordemos que la paz comienza desde nuestro hogar y desde ahí somos portadores de paz y fe en comunidad. Recuerda que:
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La buena vida no es una serie de comodidades que vienen de las circunstancias: es algo que generamos y nos damos a nosotros mismos.
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Con buena actitud, no hay vecino malo. Podemos lograr cambiar nuestro ambiente, con una sana convivencia.
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La vecindad es de todos y para cada uno.
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Todos tenemos la obligación de aportar sanos hábitos de convivencia. Por lo mismo, debemos ser gestores de paz y de diálogo: todos merecemos ser escuchados y a la vez aportar.
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La única manera de trabajar por lograr la paz mundial, es empezar por nuestra familia, para que la misma sea un agente de cambio en el barrio, a fin de mejorar la convivencia.
Por ejemplo en mi caso: cuando llego a un barrio, lo primero que hago es conocer a los vecinos que viven a mi alrededor; todas las mañanas saludo a mis vecinos, luego ellos me preguntan mi nombre y de esta manera voy interactuando con ellos para mejorar la sana convivencia de mi barrio, mi hijo sale a jugar con los niños del barrio y tratamos de hacer integraciones , sobre todo en épocas especiales, como en Navidad, o el día de la madre, haciendo sancochos (platos típicos de Colombia) comunitarios y esto me ha dado muy buenos resultados. Te invito a que intentes hacer lo mismo y estoy segura que eso te dará muy buenos resultados. La vida me ha enseñado que siempre de las cosas pequeñas, proceden las grandes.
Siembra en tu corazón la paz y el perdón. Arranca de él la aspereza y el desasosiego que no nos permite seguir para adelante. Si entre todos aportamos cada uno en su vecindad una sana convivencia, cada día construiremos un mundo mejor. No pensemos tanto en nosotros, sino en la sociedad que vamos dejando a nuestros hijos, quienes serán los continuadores de nuestra obra.