El peor error que puede cometer un buen padre de familia
Hay padres que son monstruosos, pero hoy no hablaremos de ellos. Hablemos del peor error que cometemos casi todos los que tratamos de ser buenos padres de familia. Lee y entérate de cómo prevenirlo.
Oscar Pech
Déjame te cuento una historia. Yo conocí a un hombre —al que llamaremos Pedro— que quiso ser el mejor padre del mundo: trabajaba de manera inagotable para que las mejores vacaciones, los artefactos tecnológicos más modernos, la ropa más fina, fuera siempre para sus hijos. Sin ser un hombre de muchos logros académicos, trabajaba doble turno para darle una vida de lujo a sus hijos, al grado que dejó de ver a sus hijos: este buen hombre ya solo llegaba a su casa a dormir, y sus hijos empezaron a ver a Pedro ya no como “el papá”, sino solo como una maquinita de dinero, ya no como una figura paterna. Se volvió un extraño para sus hijos.
Cuando el padre se vuelve solo un proveedor
Un día Pedro, que era un obrero altamente calificado, se quedó dormido frente a la máquina en su segundo empleo. Tuvo un accidente y se rompió la columna vertebral. Quedó dañado y ya no podía trabajar. Entonces sus hijos lo empezaron a presionar: un joven que ha sido criado con lujos, no fácil se resigna a vivir sin privilegios. Pedro —lastimado y todo— consiguió empleo en un establecimiento de lavado de autos. Allí tuvo un segundo accidente en la espalda, que lo dejó cuadrapléjico. Un día se acerca el menor de sus hijos y le dice, a quemarropa: “¡Te odio! ¡Te odio, porque eres un estorbo en la casa! ¡Te odio porque quiero tenis nuevos, y tú ya nunca me podrás comprar nada!” Y bueno: allí están las consecuencias de ser solamente un buen proveedor, y de olvidarse de lo que es ser un padre creador de felicidad.
Cuando un padre logra hacer de su familia, un equipo
Ahora déjame te cuento otra historia, que es la otra cara de la moneda. Aquí le cedo la palabra a mi amiga Gabriela Solís, una maestra extraordinaria, que es la directora de Inlakech Montessori. A partir de aquí, las palabras de mi amiga:
Una mañana todavía no me levantaba, cuando escuché varias veces el toc, toc en la puerta. Como no esperaba a alguien en ese horario, hice caso omiso del ruidito, pero fue tan insistente que decidí ver quién tocaba. Desde afuera un señor con instrumentos de jardinería me hizo entender a señas si quería que me podara el árbol de afuera de mi casa, le contesté en el mismo lenguaje que esperara un momento para que pudiera atenderlo.
Bajé, abrí y el señor después de saludarme amablemente me dio una amplia explicación de las razones por las cuales era recomendable podar el árbol. Me convenció y le di el trabajo. Me dijo que en diez minutos regresaba, que iba por su equipo de trabajo, pero que yo no me preocupara; que no necesitaba la casa abierta porque él trabajaría desde afuera. Así que me preparé para salir a empezar mi día, desayuné, chequé mi lista de pendientes y en esto se me fue aproximadamente una hora, después de la cual, bajé apresuradamente. Para ser sincera, yo ya había olvidado que estaba el señor afuera podando el árbol. Al abrir la puerta cuál fue mi sorpresa, estaba completamente arreglado el árbol, la calle barrida, las ramas amarradas y acomodadas en un extremo de la casa. Al ver tal eficiencia le dije al señor: estoy verdaderamente impresionada por la velocidad y eficiencia con la que realizó el trabajo.
Él, con una enorme sonrisa, me dijo: “Le dije que iba por mi equipo de trabajo” y mirando a su lado derecho agregó: “Ella es mi hija Fernanda y él es mi hijo José. NOSOTROS SOMOS UN EQUIPO, y mi señora también está ahorita trabajando en una casa”.
Me dejó verdaderamente emocionada el señor Leonardo con su equipo de trabajo, traía algunas herramientas en su mochila, pero su verdadero equipo de trabajo lo traía en el corazón: Su equipo era su familia.
Ellos representan su soporte para andar por la vida con una sonrisa cálida, con un gesto amable, con una expresión feliz, con una esperanza eterna en el bolsillo de cualquier pantalón.
La importancia de la imagen paterna
Hasta aquí las palabras de mi amiga. Creo que no hay necesidad de mucho esfuerzo para sacarle jugo a ambas historias. ¿Qué tan valiosos son tus hijos? En el Salmo 127:3-5 se lee:
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.
“Como saetas en manos del valiente, así son los hijos tenidos en la juventud.
“Bienaventurado el hombre que ha llenado su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hable con los enemigos en la puerta.”
Todo padre de familia tiene dos deberes, a los cuales muy bien le podemos dar el calificativo de sagrados, y yo no sé si alguno de los dos es más importante que el otro. Por una parte, debe criar a sus hijos con amor y rectitud; debe enseñarles a amar y a servir en el hogar; a guardar los mandamientos de Dios y a ser buenos ciudadanos. Por otra parte, debe proveer para sus necesidades físicas. Y, si es un padre extraordinario, mantendrá un equilibrio en ambos deberes sagrados.
Yo tengo para mí que el señor Leonardo, sin un empleo fijo, luchando por el pan día a día, es uno de los hombres más exitosos que conozco, porque al lograr que sus hijos, su esposa y él sean un equipo unido, les ha dado, con ello, la llave de la felicidad en esta tierra. O tú, ¿qué piensas?