El poder de la terapia es sanador, no lo subestimes
Necesitamos ser escuchados. El poder de la palabra es asombroso, pero más aún el de la escucha activa.

Danitza Covarrubias
Existimos en un mundo donde estamos acostumbrados a hablar. En la escuela lo que más se aplaude es el exponer y hablar. Los padres sermoneamos a los hijos y hablamos sin parar. Hablamos del poder de la palabra, de cómo nombramos la realidad, de cómo sanar a través de la palabra.
Efectivamente, es importante. De suma importancia. La palabra es cómo nombramos y creamos la realidad. En ella se reflejan nuestras creencias. Estructuramos nuestro sentido de vida, ideas profesionales, proyectos. Es también en las palabras que narramos el pasado. Podemos asomarnos a su experiencia de vida, cómo la proceso, o las palabras que escuchaba de otro adulto nombrando la realidad.
Vivimos además en un mundo bombardeado de imágenes. Por todos lados encontramos anuncios, en la televisión,novelas, series, películas, en el celular, mensajes, Facebook, Instagram, Snapchat. Todo nos lleva hacia afuera, nos mueve a exponernos. Incluso pareciera una guerra, no sólo económica, sino de competencia de palabras, de fotos, de vidas. Esto me lleva a preguntar: ¿Y qué hay de escuchar? ¿Cuándo nos mueven hacia adentro?
La verdadera necesidad
Las personas están ávidas de ser leídas, miradas, escuchadas. Buscan siempre en los amigos, en la pareja, poder ser comprendidos. Pero por sobre todas las cosas, desean ser aceptadas incondicionalmente. Todo se resume en el deseo de poder ser amadas.
Mas, ¿quién es responsable de darle lo que necesita?
La respuesta es uno mismo. Esta persona necesita escucharse, amarse, validarse, comprenderse. Es a partir de esto que puede moverse con mayor fuerza a su propia vida con libertad. Sin embargo, somos seres sociales por naturaleza. Paradójicamente, es a través de los otros que podemos reflejarnos y mirarnos. Es necesario entonces que haya otro capaz de hacerlo.
A veces ese otro es un amigo, un familiar o un conocido. Pero no siempre podemos sanar lo que nos pasa interiormente y entonces comenzamos a descubrir que necesitamos cubrir ese vacío.
Pocas personas tienen la capacidad de mirar, escuchar sin juicio, y entender a otro. Uno de los obstáculos principales es su propia historia, que de pronto salta y no permite abrazar al otro. Es por este motivo que muchas veces una solución es ir con un profesional de la salud mental, quien puede aportar mucho en nuestro camino.
Ir al psicólogo
Los profesionales de la salud mental, y los que trabajan con el desarrollo humano es lo que suelen hacer con éxito: escuchar tus palabras. La diferencia entre un cantinero, o la amiga del café, es que no solo escuchará la narración, la historia, sino que podrá mirar en profundidad a través de las palabras. El temor generalizado es que nos juzguen de locos. Sin embargo, quienes están calificados para ello son los psiquiatras.
Los psicólogos tienen diferentes enfoques y marcos teóricos. Hay algunos que trabajan con el paradigma médico clínico para derivar a los psiquiatras.
Hay otros que trabajan con paradigmas diferentes, a través de los cuales se puede mirar al paciente con una mirada que busque su ser más íntimo y verdadero, donde el mismo psicólogo tiene que sanar su historia para poder acompañar a su paciente a mirar la suya. Donde el objetivo será poder escuchar a esa persona para destejer la narración y encontrar en ello una nueva manera de tejer la historia; una nueva manera más sana para el corazón, que cobije y arrope. Una manera donde podamos comprender la historia completa y donde la persona pueda abrazarse a sí misma. Allí donde pueda también mirar y comprender el dolor del otro, para poder liberarse de él.
El aspecto espiritual
Hay algunos enfoques terapéuticos que son tachados de “no científicos”, sobre todo por tocar la dimensión espiritual del ser humano. Obviamente este aspecto no puede ser demostrado, comprobado con método científico desde el paradigma riguroso de la llamada ciencia.
Sin embargo, la necesidad humana al final es volver a lo esencial de su ser. Algunas personas les es suficiente en su proceso llegar a su verdadero y”o” después de abrir el espacio para que surja. Para otros, es fundamental para finalizar llegar a un sentido final que les de la fuerza para permanecer en la vida.
Definitivamente un proceso ético no impone creencias ni religiones propias del terapeuta, sino que desde el lenguaje y experiencia espiritual del otro, le acompañará a jalar los hilos de su vida hasta volver a estructurar una espiritualidad que le complete en su alma.
Generalmente, el crecimiento personal, el desarrollo de conciencia, es un elemento que incluyen todas las prácticas espirituales; de igual manera, estar en el momento presente plenamente. Esto hace que un proceso terapéutico, lejos de alejar de Dios, puede acercar y tener mayor sentido los temas religiosos con los humanos. Podría ser el hilo que une lo humano con lo espiritual, y es posible potenciar ambos aspectos y necesidades del ser humano.
Busca ayuda profesional cuando lo necesites, no temas a los juzgamientos. No está mal ir al psicólogo, pues la terapia es un espacio muchas veces necesario y reparador para un mundo convulsionado como en el que vivimos hoy.