El trabajo siempre estará ahí, pero mis hijos no siempre serán pequeños
Tomar la decisión entre un trabajo o cuidar a tus hijos no siempre es fácil, ¿Qué camino has escogido tú?
Adriana Acosta Bujan
Incontables desveladas, litros de café sobre la mesa, silencio absoluto y una computadora encendida en medio de la noche. Durante cuatro años fue su estilo de vida, el escenario perfecto que representaba un título universitario colgado en la pared.
Lo más importante, era terminar sus estudios con éxito, para poder encontrar un trabajo bien remunerado y que le apasionara; donde pudiera ayudar a los demás con sus conocimientos y que le dejará en su corazón una gran satisfacción.
Se vislumbraba un excelente futuro, un empleo donde pudiera explotar sus habilidades, destrezas y conocimientos. Sin embargo, al terminar sus estudios su vida cambió radicalmente. Encontró el amor de un hombre maravilloso, que en cuestión de meses le otorgo la bendición de ser madre.
Profesional o madre
Dentro de sus planes, nunca imaginó tener hijos (tan pronto), sin embargo, ella aceptó con ilusión la idea de convertirse en madre y dejar de buscar trabajo. Al transcurrir el tiempo, su hijo nació; pero en lo más profundo de su alma crecía la necesidad de concluir con su misión de ser una mujer profesional.
Distintas ideologías
En secreto buscaba la forma en cómo dejar a su bebé en una guardería, para poder trabajar y así contribuir con la economía familiar y poder realizarse como profesional. Sin embargo, una frase dicha por su esposo, la hizo entender cuán importante es que estar con los hijos. “El trabajo siempre estará ahí, pero nuestro bebé no siempre será pequeño”
Ilusiones
Muchas mujeres podemos identificarnos con esta historia, podemos trabajar horas incontables, dando lo mejor de nosotros para obtener un reconocimiento, convirtiéndonos en madres, esposas y empleadas. En ocasiones se tiene la necesidad de contribuir con el gasto familiar y en otras no es tan fundamental. ¿Cuál es tu caso?
Tus hijos no siempre serán pequeños
Maravillosas satisfacciones y aprendizajes que nos regalan.
1 Lazos únicos
Desde el nacimiento, hasta los 36 meses, los niños desarrollan un vínculo muy especial con la madre. Los especialistas lo llaman apego, dicha relación produce seguridad, consuelo, agrado y placer. Lo cual es fundamental para que el niño desarrolle excelentes relaciones sociales en su vida, creciendo con confianza en sí mismo.
La carencia del apego con la madre trae problemas al niño en su vida adulta, como dificultades cognitivas y emocionales. Es fundamental la presencia de la madre en los primeros meses de vida, ya que ella se convierte en una guía que lo acerca con el mundo exterior.
2 Amor real
No existe un amor más puro que el de una madre e hijo. Es una conexión que no se puede explicar con palabras, sino de manera espiritual. Cuando los hijos son pequeños, podríamos decir que experimentamos el amor real, ese amor que no tienen límites, que es desinteresado, inocente y sin reproches.
A su corta edad e inmadurez son capaces de enseñarnos el verdadero significado del amor, ya que son tan frágiles y dependientes; sin el cuidado de la madre es probable que no puedan sobrevivir o tengan problemas en su vida adulta.
3 Valentía
No existe un manual que indique con precisión cómo ser la mejor madre. Por lo tanto, los hijos nos enseñan a ser valientes, aprendiendo de los errores. Desde cómo amamantar, cambiar un pañal, bañarlo e identificar el motivo de su llanto o alegría.
Casi puedo asegurar que todas las madres primerizas han cometido algún error en cuanto a los cuidados que necesita un bebé (me incluyo); no es fácil, pero nos brinda una gran satisfacción y eterna felicidad.
4 Vivir el presente
Muchas veces las madres están sumergidas en las preocupaciones, estrés y agobio que nos ocasionan los problemas de la vida. Los hijos nos enseñan a vivir y disfrutar el presente, con sus risas, llantos, alegrías o exigencias, por lo que no hay tiempo de pensar en el pasado o futuro incierto.
5 Motivación
Los hijos se convierten en un motor fundamental de motivación, que ayudan a las madres a esforzarse y cumplir con los sueños, objetivos o metas por muy inalcanzables que parezcan. Por la gran dependencia que los hijos tienen, es lo que provoca a una madre de lo mejor de sí misma cada día.
6 El sacrificio bien encauzado
Las mujeres que somos madres conocemos que los bebés recién nacidos se despiertan cada tres horas exigiendo su alimentación, que no puedes acostarlos sin estar segura que expulsó el aire de su estómago, incluso que tienes que revisar el pañal cada cierto tiempo.
Podemos decir que no hay descanso absoluto cuando eres madre y que se debe sacrificar muchas cosas. Entre desveladas, llantos, risas, responsabilidades, las madres sacrifican sus gustos o estilo de vida para cuidar a sus pequeños; sin embargo es un sacrifico bien encauzado que provoca una gran satisfacción.
7 Unión familiar
Los hijos son el centro de atención de los padres, ya que están enfocados en cubrir sus necesidades y encontrar la mejor manera de criarlos. Por muy cansado que llegue tu esposo del trabajo o que te sientas con las pilas descargadas (sin energía), siempre encontrarán momentos inolvidables en compañía de su hijo, lo que provoca fortalecer la unión familiar.
No existe trabajo o empleo alguno que te provoque tanta satisfacción como estar con tus hijos pequeños. Son tantas las alegrías, aprendizajes y experiencias únicas e irrepetibles, que puedes vivir cada instante. Recuerda que ellos crecen muy rápido y poco a poco dejarán de ser tan dependientes de ti.
Cuidar a tus hijos pequeños y brindarles toda la atención que requieren por unos años, no significa que tus sueños de ser una mujer profesional no los alcances nunca. Debes pensar que todo tiene un tiempo perfecto para realizarse y que hoy por hoy tienes la gran bendición de ser madre, así que vive al máximo cada día, al final del camino encontrarás oportunidades laborales que se adecuen a tus necesidades.