El valor del contacto con la naturaleza en la vida de tus hijos

¿Tus hijos tienen un contacto estrecho con la naturaleza, o son más bien niños sedentarios? ¿Quieres conocer algunos de los beneficios de estar cerca en la niñez con la naturaleza?

Diana Cantor Martinez

Cuando mis cinco hermanos y yo éramos niños, cada año, al finalizar el año escolar, llegaba por fin la época que más ansiábamos: ¡las vacaciones! Pocas veces tuvimos la oportunidad de ir a la playa o salir del país y, sin embargo, ¡nuestras vacaciones eran las mejores! No me cabe duda de ello: mis padres conducían cerca de doce horas para llevarnos a visitar a la tía Nelly. Nosotros vivíamos en Bogotá y ella en una población del Valle del Cauca en Colombia. Ella y su esposo eran los mayordomos de una hacienda hermosa, de nombre: “La Esperanza”. Los dueños vivían la mayor parte del tiempo fuera del país y permitían que mis tíos recibieran la visita de sus familiares sin problema. Así se iniciaba para nosotros, en compañía de nuestros primos, toda una travesía de la que hoy quedan no solo recuerdos hermosos, sino inmensos aprendizajes.

La hacienda tenía una entrada hermosa, empedrada, con árboles frutales (en su mayoría de mango y naranja) a los lados del camino, lo cual era un deleite a la vista. Desde que llegábamos a la entrada de la hacienda, nos bajábamos del carro para entrar corriendo y desde ese mismo instante disfrutar de esa conexión maravillosa con la naturaleza. Mis tíos criaban patos, gallinas, ganado y caballos, lo que nos permitía convivir con los animales. Aunque la hacienda tenía sus comodidades, durante nuestra estadía se cocinaba con leña. En el lugar había una piscina enorme. Sin embargo, no había nada que pudiera compararse con una hermosa caída de agua natural que había en el río. Aquellas noches se quedaron grabadas en mi memoria, con su cielo estrellado y la luna radiante. No puedo evitar emocionarme y llorar al recordarlo, porque valoro lo que el contacto con la naturaleza hizo en nosotros, como estoy segura que lo hará en ti y en tus hijos.

Nos enseñó a ser felices con las cosas sencillas de la vida,

con el canto de los pájaros, con el sonido de un arroyo al correr, con el amanecer, con el dulce sabor de las frutas y en fin con cada maravilla que generosamente y sin condiciones nos da la naturaleza.

Nos hizo seres humanos más sensibles

, el contacto con la naturaleza despierta en el ser humano su sensibilidad, le relaja y, aunque no lo quiera, se hace más consciente de sus propios sentidos: el sonido de las cigarras, el aroma de las flores, el contacto con los animales, cada experiencia despierta en el hombre su sensibilidad dormida, esa sensibilidad que al crecer se transforma en conciencia social.

Nos hizo aprender cosas prácticas

, cuando un niño crece, cada experiencia trae consigo un valor incalculable para la vida. Nunca será lo mismo verlo en la televisión o leerlo en un cuento: para el niño es mágico ver cómo una gallina pone un huevo, cómo se ordeña una vaca, de dónde viene el queso, qué come un pato, cómo se enciende una hoguera. Esas cosas que hacen que uno tenga una percepción más profunda de lo que es el mundo. Por lo mismo:

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Logró que fuéramos respetuosos con el medio ambiente

Ahora que somos adultos mis hermanos y yo, a todos nos incomoda cuando alguien arroja un papel a la calle o contamina un río: tenemos un sentimiento de gran respeto por la naturaleza; al convivir con ella, desarrollamos un deseo profundo de cuidarla.

Actualmente mis hermanos y yo tenemos una vida urbana, pero cada uno ha trasmitido a sus hijos este legado hermoso y aun siendo adultos seguimos esperando la llegada de las vacaciones para visitar a los tíos que viven en el campo.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.