Eminente cardiólogo explica porque hablarle de Dios a tus hijos es lo mejor que puedes hacer
Dedicó su vida a salvar vidas usando la ciencia; ahora comparte la mejor "receta" para criar niños sanos y felices.
Mariel Reimann
“Sólo tienes 18 veranos con cada uno de tus hijos”, era la frase que encabezaba un artículo que capturó mi atención perforando mi alma al poner mi vida y la de mis hijos desde una perspectiva diferente. El tiempo que dura su niñez, el tiempo en el que estarán bajo nuestra exclusiva protección, medido en veranos.
El tiempo vuela, y aunque ellos seguirán regresando al nido cuando la vida los lastime o cuando los llene de felicidad, sólo tenemos 18 veranos para darles todo lo que podemos con la esperanza y la confianza de que estas armas serán suficientes para que tomen las mejores decisiones en su vida adulta y alcancen la felicidad.
Ya he pasado 12 veranos con mi hija mayor, y leer las palabras del Dr. Russell Nelson, me hizo replantearme la forma en la que estoy criando a mis tres hijos (mis dos hijas biológicas y mi bebé como su madre temporal).
¿Estoy siendo sólo una buena madre o estoy siendo sabia y usando este tiempo de la mejor manera?
Creo que es la pregunta que todos los padres nos hacemos. Creamos mentalmente una lista de las cosas que nuestros padres hicieron acertadamente y tratamos de aplicarla con algunas mejoras. Y creamos una segunda lista con las cosas que sentimos que no estuvieron bien, y tratamos de evitarlas, pero ¿es ésto suficiente?, ¿hay algo más que deberíamos hacer?, ¿cuál es nuestra misión más importante como padres de estos seres tan especiales?
Nuestra misión más importante como padres
Recientemente, el Dr. Russell Nelson, ofreció una conferencia en Bolivia. En ella un grupo de niños entonaba una canción que podía perforar el corazón y el alma de hasta la persona más fría. Mientras sus rostros iluminados repetían el estribillo “guienme, enseñenme, la senda a seguir, para que algún día yo, con Él pueda vivir”, mi corazón palpitaba cada vez más rápido, mientras una pregunta surgía en mi mente: ¿Estoy haciendo lo suficiente para ayudar a mis hijos a poder un día volver a estar con Dios?
“Ustedes, padres, tienen la gran responsabilidad de enseñar a estos niños. Enséñeles lo que realmente significa ser un hijo de Dios. Enséñeles a orarle a Él. … Y enséñales acerca del Salvador del mundo, el Señor Jesucristo, que murió por nosotros”, expresó el Dr. Nelson.
1. Enseñarles a nuestros hijos acerca de Dios
Durante algunos años mi familia y yo nos apartamos de nuestra fe. La vida sin tantos convenios parecía más fácil, y nada parecía haber cambiado. Nada “malo” nos había pasado por haber dejado de ir a la iglesia, hasta que un día todo cambió.
Fue la llegada de un bebé de tres días de vida, el hijo de una mujer que usó drogas durante su embarazo y que ahora no podía cuidar a su hijo, cuando me di cuenta que habernos alejado de Dios no había sido la mejor decisión.
“Siento que estoy parada el borde de un abismo, sé que voy a caer; no busco un milagro, busco que Dios me espere allí y me ayude a levantarme de nuevo”, fueron mis palabras a mi esposo cuando nos enteramos que debíamos entregar a nuestro bebé a una tía luego de tres meses con nosotros. El dolor era tan intenso, que lo único que me daba paz era pensar en que tenía un Padre Celestial que conocía mi dolor y que estaría allí para suavizar mi caída.
Sin embargo, mis hijas NO conocían a ese Padre Celestial, nosotros habíamos sido “buenos padres”, pero no sabios.
“Comiencen con sus hijos. Ustedes padres tienen la responsabilidad primordial de fortalecer su fe. Déjenlos sentir su fe, incluso cuando les lleguen pruebas dolorosas. Dejen que su fe se enfoque en nuestro amoroso Padre Celestial y en Su Hijo Amado, el Señor Jesucristo. Enseñen esa fe con profunda convicción. Enseñen a cada precioso niño o niña que él o ella es un hijo de Dios, creado a su imagen, con un propósito y potencial sagrados. Cada uno nace con desafíos para superar y fe para desarrollarse”, explica el Dr. Russell Nelson en uno de sus mensajes.
2. Enseñarles que la fe con obras sí puede mover montañas
El sonido de mi teléfono indicando que un mensaje de texto había entrado, dejó el living de mi casa en completo silencio. Lo único que se escuchaba eran las risas de nuestro bebé “temporal”. Estábamos esperando que la trabajadora social nos dijera a qué hora debíamos entregar a nuestro amado bebé. Sin embargo, Dios tenía otro plan.
“El bebé no será retirado. Las cosas han cambiado, sus tíos ya no podrán ser sus padres temporales, por lo tanto él seguirá estando con ustedes por ahora o tal vez para siempre, dependiendo en cómo el caso se desarrolla”.
El próximo sonido fue llanto, risas, y los abrazos eternos entre todos nosotros cubrían el rostro de nuestro bebé que sonreía sin entender lo que acababa de suceder. Mis hijas, acababan de ser testigos de su primer milagro.
Habíamos vuelto a la iglesia ese domingo, habíamos orado, habíamos introducido a Dios a la vida de nuestros hijos, habíamos ejercido nuestra fe, y Dios, como un Padre amoroso, había respondido.
“Si una madre anhela escuchar de sus hijos, es fácil ver por qué un Padre celestial amoroso quiere escuchar a sus hijos. A través de la oración, podemos mostrar nuestro amor a Dios. Y es tan fácil. Podemos rezarle a Él en cualquier momento. No se necesita ningún equipo especial. Ni siquiera necesitamos cargar las baterías o pagar una tarifa de servicio mensual”, explicó Nelson.
Debemos enseñarles a nuestros hijos que tienen un Padre Celestial que los ama, que espera saber de ellos, que espera saber cómo están y qué necesitan. Debemos ayudarlos a ser testigos de milagros, debemos guiarlos con nuestro ejemplo.
3. Enseñarles que Dios tiene un Plan
“Si deseas hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, reza uno de los dichos que más amo en la vida. Él tiene un Plan para cada uno de sus hijos, pero es nuestra responsabilidad guiarlos y darles las enseñanzas suficientes para poder entender ese Plan que tiene como último fin que todos podamos volver a la presencia de Dios con nuestras familias.
“Dios en realidad escucha”, dijo mi hija de 12 años mientras secaba sus lágrimas de emoción y yo no podía dejar de sentir culpa por haberlas privado de ese Padre amoroso del que no les había hablado. “Entonces podemos pedirle que no se lleven a ‘Maccu’”, forma en la que llamamos a nuestro bebé cariñosamente, expresó. Habían sido testigos de un milagro, pero aún no sabían que Dios quiere nuestra felicidad, y tiene un Plan para cada uno de sus hijos, que a veces no podemos entender porque nos falta fe.
“¿Realmente Dios quiere hablarte? ¡Sí!”, agregó el Dr. Nelson en uno de sus mensajes mientras explicaba cómo entender lo que Dios quiere para cada uno de sus hijos. Sólo debemos saber escuchar y aplicar nuestra fe en Él.
El camino que nos llevará de regreso no siempre será fácil
Maccu está con nuestra familia, pero aún no sabemos por cuánto tiempo. Pero donde había angustia e incertidumbre, hoy sólo hay fe y confianza en que si hacemos las cosas bien como familia, de que si ejercemos nuestra fe, y avanzamos confiados en el Plan que Dios tiene para nosotros, el final sólo será el mejor.
Vivimos cada día como si fuera el último, disfrutando de nuestro presente sin dejar de perder la perspectiva de que la meta final es vivir juntos como una familia eterna.