¿En la presencia de quién se portan peor los niños: MAMÁ o PAPÁ? La ciencia finalmente llega a una conclusión (no es que te parezca, es así)
Amar a un hijo con todo nuestro ser no implica consentirle caprichos y faltas. Educarlo en la rectitud es la verdadera muestra de nuestro amor e interés por su vida.
Emma E. Sánchez
Una madre que conoce a sus hijos sabe sus hijos pueden ser unos en la escuela y otros totalmente diferentes en casa, ella sabe sus alcances y también sus límites y sobre todo, entiende que mucho de la conducta de sus hijos va en relación directa a ella como madre.
Baúl de ideas recientemente dio a conocer las conclusiones a las que llegó un estudio de la Universidad de Washington donde se confirmó la idea que muchas madres ya sabíamos:
Los niños se portan peor con su mamá que con nadie más. Los niños no obedecen, lloran más, son mucho más desafiantes a la autoridad cuando en la misma habitación se encuentra su mamá.
Cabe mencionar que este estudio se realizó con 500 familias y se tomaron en cuenta los berrinches, ganas de pegar y desobediencia.
En este estudio se descubrió que los niños desde los 8 meses de edad podían estar perfectamente jugando tranquilos y en cuanto la madre entraba a la habitación, el 995 de ellos se volvían más chillones y demandantes y si una voz diferente a la madre daba instrucciones, los niños respondían de manera más positiva.
Esto se debe a la seguridad que el niño tiene en su madre, él sabe que ella siempre le querrá así se porte mal o bien y por lo tanto “abusa” de ese poder que tiene.
Decimos “abusa” en palabras cortas porque el niño en estas cortas edades no lo hace de manera consciente, es hasta cierto punto normal. El problema viene cuando el niño crece y ahora sí se da cuenta que sin importar que haga sus padres lo recibirán en sus brazos.
Entonces ¿qué podemos hacer?
El amor no está a discusión
En ningún momento se debe entender que al niño se le debe limitar o castigar dejándole de amar para que se comporte bien. A un niño jamás se le deben decir cosas como: ¡te voy a dejar de querer! ¡mI corazón se rompe cuando haces eso! ¡ya no te quiero! ¡ya no eres mi hijo! Y otras frases así de terribles.
Nunca olvides esto: Al niño siempre le amamos, las conductas incorrectas son las que no son aceptables.
La disciplina es el amor en acción
Disciplinar a un hijo es preocuparnos por su formación. Y vamos aclarando: disciplinar no es golpear, lastimar, ofender o castigar físicamente de ninguna forma, dejar de dirigirle la palabra o aislarlo no es disciplina, todo lo anterior es violencia y eso destruye el alma de un niño.
Cuando decimos que disciplinar es el amor en acción, se refiere a por amor a nuestro hijo, enseñarle a comportarse, a vivir en sociedad, trabajar, servir a otros y ser productivo a su sociedad.
Límites y normas claros
Las reglas, normas de conducta y los límites deben de ser claros, congruentes y estar al nivel de comprensión del niño. Evitar los castigos y aplicar más las consecuencias naturales y lógicas, sin necesidad de pelar o discutir.
El niño debe saber lo que se espera de él
Sembrar sueños, valores y metas nobles en las mentes jóvenes abonan mucho al comportamiento en la adolescencia.
Nunca premies las conductas inapropiadas, vulgares u ofensivas
El desafío más grande que los padres tenemos es el justamente el poder brindar a los hijos seguridad y el conocimiento indudable de nuestro amor por ellos y de todo lo bueno que sabemos ellos pueden lograr.