¿En verdad es bueno querer que nuestros hijos sean felices? Estos dicen los expertos del PEOR error de los padres
Constantemente hacemos todo para que nuestra familia e hijos sean felices ¿es esto realmente correcto?
Emma E. Sánchez
Me dedico a la educación desde ya poco más de 30 años y junto con mi esposo criamos a 3 hijas ahora ya adultas.
Durante este tiempo recorrido junto a las familias, de me atrevo a decir, cientos de niños y jóvenes que han pasado por mis manos en las aulas y oficinas, he podido ver el cambio de paradigma que los padres están manifestando.
Cuando iniciaba mi práctica docente, los padres de familia estaban muy preocupados porque sus hijos obtuvieran buenas calificaciones, aprendieran y se comportarán bien en el salón de clases, si se les mandaba llamar porque su hijo no hacía tareas o se había mal portado, tomaban medidas serias y al día siguiente los niños regresaban al colegio corregidos y con ganas de trabajar, luego pasaron los años y hoy tengo padres que si se les manda llamar, se molestan primeramente porque están ocupados, luego al informarles la situación de su querubín, piden comprensión apoyo emocional y mayor flexibilidad de parte del docente pues finalmente lo que todos queremos es que sean felices ¿no?
Hace unos días en ABC familia el afamado filósofo Gregorio Luri autor del libro “Mejor edúcalos” comentó al respecto de este tema y dijo ” es mucho más sensato enseñar a nuestros hijos a superar las frustraciones inevitables que hacerles creer en la posibilidad de un mundo sin frustraciones; Luri es especialmente crítico de aquellos apdres que solo desean que sus hijos sean felices y recalca: “Primero, yo creo que lo que hay que hacer es amar la vida, no a la felicidad.
Una cosa es que pueda haber momentos de gran alegría en la infancia, el mismo autor sostiene que no es que queramos hijos infelices sino niños que logren desarrollar sus capacidades, hacer cosas, resolver problemas, sobre ponerse a las caídas y tener mil razones para seguir adelante en la vida.
“La sociedad no les va a medir por su grado de felicidad, sino por aquello que sepan hacer”
Entonces ¿Qué hacemos? Me preguntan los padres y esta es mi respuesta:
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Eduque a su hijo
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Póngale límites
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Dígale que no cuando aplique
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No tenga miedo a disciplinarlo
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Pase tiempo con él, platique y juegue a la bicicleta
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No lo premie como se adiestra un animalito
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Aléjelo de las pantallas y enséñele a ser medido en todo
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No le inculque vicios
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Enséñele a trabajar y a sostenerse a sí mismo
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Todo esto muchas veces no nos convertirá en los padres más populares del barrio y muchas veces se enojará y dirá que tiene a los peores padres del planeta y mil veces dirá que es un pobre chico infeliz porque él no tiene lo que sus amigos sí, pero ¿sabes? habrás capacitado a tu hijo para ser feliz con lo que tenga a mano porque disfrutará los pequeños momentos de dicha que la vid anos da y tendrá el poder y la capacidad de salir adelante cuando la vida se torne dura y lo golpeé.
Alguien dijo una vez que la felicidad es la colección de muchos momentos alegres, divertidos, de dicha y de placer, pero el problema es que no los reconocemos y que erróneamente pensamos en la felicidad como un estado único y constante y nos volvemos infelices a la mínima variación.
Vamos formando a una nueva generación de hombres y mujeres que puedan disfrutar, trabajar, sufrir y sobre ponerse pero sobre todo capaces de reconocer esos breves chispazos de alegría y felicidad que la vida nos regala a manos llenas.