Enseña a tus hijos a valorar a sus hermanos con estos 4 pasos infalibles
Los hermanos son para siempre. ¿Cómo lograr la armonía entre ellos, para que valoren desde pequeños que —más que competidores— son amigos para toda la vida?
Marilú Ochoa Méndez
Dos hombres compraron una tierra donde deseaban sembrar muchos árboles. Eligieron el mejor terreno, lo prepararon y colocaron sus arbustos donde cada uno eligió. Idearon un sistema de riego para que en la temporada de calor no se secaran, y procuraban darles calor en el invierno. El primer hombre, los colocó cerca y estratégicamente unidos, de manera que sus ramas y raíces se entrelazaron conforme crecían. El otro hombre, en cambio, separó cada árbol cuidadosamente. Llegada su hora, los dos hombres partieron, dejando los árboles a su suerte. La zona que más creció y se fortaleció, fue la del primer hombre, el que sabiamente preparó a sus árboles para que se sostuvieran juntos y resistieran así las inclemencias del tiempo.
Tú y yo podemos hacer crecer a nuestros hijos como el segundo hombre, dedicándonos en cuerpo y alma a cada uno y procurando darles siempre lo mejor. Pero siempre seremos más sabios y precavidos si hacemos como el primero: permitiendo que crezcan entrelazando sus ramas mediante la sana convivencia y el diálogo, de manera que cuando los padres faltemos, la estructura familiar sea tan fuerte, que siempre se tengan a ellos mismos.
Hoy día, lamentablemente, ante la ausencia de sus padres, muchos hermanos dejan de frecuentarse y/o permiten que conflictos banales los separen. Hoy, que tú y yo tenemos hijos pequeños, tenemos la oportundidad de poner las bases para que su relación sea sólida y entrañable. Y es preciso ponernos manos a la obra. Para esto, te propongo los siguientes principios y valores para trabajar en esta hermosa relación que mantendrá tu herencia y la de tu marido.
1. Dale a cada uno su lugar
Una amiga psicóloga, para ayudarme a comprender lo que siente un hermano mayor ante la llegada de un bebé, me preguntaba qué sentiría si mi marido llegara a la casa con otra mujer y me dijera: “No te preocupes, mi amor, es un regalo para ti, ya verás que pronto se van a llevar bien y nos acoplaremos”. Recuerdo que me quedó muy claro por qué mi hijo solamente quería estar en mis brazos cuando nació su hermanita. En casa, nosotros somos los adultos y estamos llamados a siempre ponernos en los zapatos de nuestros hijos, que de pequeños son pura emoción y requieren de la contención y comprensión de los grandes, mientras tienen oportunidad de digerir los cambios y retos a que se enfrentan.
En este punto, mi sugerencia es que siempre veas a cada hijo por separado al menos una vez a la semana, y te des el tiempo de descubrir su mundo interior, de manera que conectes corazón con corazón. Esto te ayudará para ir acomodando de mejor manera los engranes en la relación de cada uno: tal vez los dos que más pelean, lo que buscan es la atención de mamá a través de golpes y gritos.
2. No los quieras igual
Una frase hermosa que ilustra claramente este punto es: “Mi hijo preferido es el enfermo hasta que sane; el triste, hasta que se alegre; el que sufre hasta que se recupere y el solo hasta que esté acompañado”. Los hijos son todos distintos, han llegado a la familia en momentos distintos y requieren atenciones muy diferentes entre sí. Procura estar atenta a las necesidades que cada uno expresa a través de actitudes positivas y negativas, de manera que establezcas una relación personal con cada uno. Esto los ayudará a conocerse y a valorarse, para que puedan abrirse a conocer y valorar a sus hermanos.
3. Fomenta la amistad y la solidaridad
Es bueno que tengan amigos, y buenísimo que descubran que en casa tienen un tesoro escondido: compañeros de juegos incondicionales con quienes -sabiendo negociar- pasarán unas horas inolvidables de convivencia. Además, ¡qué bien se siente saber que un hermano o hermana se la jugó contigo cuando hiciste aquella terrible travesura! La idea, es fomentar entre ellos un espíritu de ayuda mutua en las buenas y en las malas.
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4. Que se perdonen, siempre
Con frecuncia creemos que nuestra mejor herencia para los hijos es la formación que les dimos de pequeños, pero no es así. Quienes tienen más de un hijo, les dejan también un custodio, de manera que entre sí velarán unos por otros, y ayudarán a que prevalezca de una manera más segura, tu legado. Para esto es preciso invitarlos a siempre perdonarse y procurar resolver los conflictos hablándolos de frente y aportando soluciones efectivas que limen las diferencias y los ayuden a sentirse apoyados.
Así que ¡ánimo! A dedicarnos a construir comunidad en casa; verás que los frutos de esta siembra abarcarán muchas generaciones.
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