¿Eres mamá? Tal vez estés “atrapada en el sistema”
El amor incondicional de las madres puede encontrar soluciones creativas para salir adelante de los baches que enfrentemos.
Marilú Ochoa Méndez
Hace días, descubrí una publicación en Facebook que nos invitaba a ser “madres antisistema“. El texto me llamó mucho la atención, y al leerlo, no podía dejar de asentir en voz alta.
Dos frases me impactaron mucho. Te las comparto: “Al sistema no le sirve la función materna, porque no produce bienes económicos. Al sistema no le sirve la presencia materna para el hijo, le sirve una madre que enseguida vuelva sin chistar al circuito de producción laboral“.
La conclusión del texto, es que los niños felices, plenos, autónomos, críticos, no son fáciles de manipular. Un niño que sabe lo que quiere, no se “calla” al comprarle cualquier cosa, él se serena solamente cuando recibe lo que necesita. O al menos así debería ser ¿no?
Sería muy bello si cada uno de nosotros creciera contando con lo que necesita, rellenando los espacios huecos en el corazón, de manera que los bloques emocionales se fueran sucediendo uno a uno sobre espacios completos y sin grietas que ayudaran al crecimiento armónico.
Una historia triste y común
Sandra tiene tres hijos pequeños, de 6, 3 años y 10 meses. Su esposo perdió su trabajo. Ella ha encontrado dos. Sale de casa muy temprano, y llega a las siete de la noche. Lleva a casa apenas lo necesario para comer y pagar la renta y la escuela. Ha descubierto que sus hijos se han vuelto un poco altaneros y el fin de semana que logra pasar mas tiempo con ellos, los siente sumamente distantes.
Ella no sabe qué hacer, se frustra por no poder alargar el día. Al llegar, alcanza a bañarlos y a dormirlos, para asear la casa y prepararse para pasar el siguiente día lejos de los suyos, otra vez.
Luisa ha trabajado toda su vida, desde los dieciséis. Se casó hace un año, y recién se convirtió en madre. Le faltan diez días para que termine el permiso médico que justifica en su trabajo su ausencia, y tendrá que dejar a su pequeño al cuidado de desconocidas por más de ocho horas pronto. Su corazón se parte en dos.
Sandra y Luisa, están atrapadas. Sus hijos también lo están.
Tú me dirás que las dos hacen lo que deben hacer. Que así es la vida, y que sus hijos saldrán adelante, como ellas lo están haciendo. Tienes razón. Pero, ¿no habrá otro camino?
¿Se puede elegir cuando estás contra la pared?
No. Ninguna madre podría elegir entre alimentar a sus hijos o no hacerlo. Cualquiera saldría el tiempo necesario para que los suyos estuvieran bien.
Aquí la pregunta es ¿qué es lo que hace a las personas estar “bien”? ¿La comida?, ¿la presencia de las madres? Y ante este cuestionamiento injusto, las madres gritamos ¡ambos!.
Es sumamente triste que tengamos que elegir. Y más porque sabemos que la presencia de los padres en la vida de los hijos, es indispensable. ¿Cómo podremos guiarlos y hacerlos hombres y mujeres de bien si no podemos estar con ellos? Y ¿cómo serán hombres que elijan el bien si no se alimentan?
Evitar las elecciones imposibles
La publicista y escritora Birgit Kelle, ha escrito mucho al respecto: “para la mujer deben existir distintas oportunidades que sean buenas y justas. Pero el sistema económico, la política, los medios de comunicación y sobre todo las feministas nos explican continuamente cómo debemos cambiar nuestra vida”.
Miramos entonces la carga invisible que cae encima de las familias, especialmente de las mujeres, y ¡claro!, nos frustramos.
“Todos quieren liberarnos, pero yo no quiero ser liberada. A mí me gusta mi vida. Y nadie hace política para un modelo de vida como nosotras queremos“, continúa Birgit.
¡No me ayudes tanto!
Frecuentemente, las ayudas que se brindan a las madres son guarderías, que no resuelven el problema. La pregunta clave, también nos la brinda Birgit: “¿por qué elegir una política familiar que impulse a las mujeres a tener el menor tiempo posible para vivir con sus hijos y estén lo antes posible a disposición del mercado de trabajo? “.
¿Quién acogerá y contendrá a las madres que aún no han salido del puerperio y que se incorporan aún sangrantes del cuerpo y del corazón al trabajo sin remedio?.
¿Quién abrazará amorosamente a esos pequeños que inevitablemente pasarán de centro en centro conforme avancen en edad? ¿Quién los mirará en los horarios extendidos de guarderías y jardines de infantes?, ¿quién ayuda al padre que piensa en sus hijos pero, llenos de deudas no alcanzan a respirar ni a mirarlos?
¡Parece imposible resolver esto!
Ante este panorama, resignarnos nunca será la vía.
Las mujeres siempre hemos tenido la habilidad de resiliencia para salir adelante de retos como estos. ¿No podremos ante este panorama duro optar por elecciones que humanicen?
El Papa Juan Pablo II, en el año 1988, hablaba a las mujeres en la Encíclica Mulieris Dignitatem con estas palabras: “la mujer es fuerte por la conciencia de esta entrega, es fuerte por el hecho de que Dios «le confía el hombre», siempre y en cualquier caso, incluso en las condiciones de discriminación social en la que pueda encontrarse“.
La fuerza de la mujer viene en la capacidad de su entrega. El saberse responsable de su hogar, de su esposo, de sus hijos, de sus padres, la hace arrojada, valiente, creativa.
El momento de “salir del sistema”, de ser creativas, de darnos la mano, es hoy.
Algunas consideraciones prácticas
Revisa tus prioridades
¿Es realmente necesario salir del hogar?, ¿puedo garantizar que mis hijos recibirán atención de calidad por mi parte y la de mi esposo para su sano desarrollo?
Revisa tus opciones
¿No encuentras empleo?, ¿tienes necesidades económicas? El autoempleo también es una opción. Pide ayuda, rodéate de otras mujeres en tus circunstancias
Confía en Dios
Dios nunca abandona, confía, reza y no te preocupes.
Ama a tu familia
La fuerza para salir adelante de cada situación, está en tu entrega y amor a los tuyos. ¡Felicidades!, continúa así ¡Saldrás adelante!