¿Es necesario bautizar a los niños desde que son bebés, o conviene esperar unos años?
¿Para qué esperar para darle a nuestros hijos el mejor y mas bello regalo de Dios para ellos? Acercarlos a Dios y a su fe será nuestro mayor legado.
Marilú Ochoa Méndez
Cuando nació mi primer hijo, mi esposo y yo decidimos bautizarlo antes de cumplir un mes ¡Nos urgía! No todas las personas cercanas a nosotros comprendieron nuestra decisión.
Mujeres cercanas a mí me sugerían terminar la cuarentena al menos, este periodo en el que las mujeres acostumbran dedicarse solo a su bebé, y no salir de casa. A mí no me pareció necesario.
A las personas inquietas que se preguntaban por qué tanta prisa, les explicamos en su momento que no queríamos retrasar el nacimiento espiritual de Juanpa. Su nacimiento físico había sido una completa aventura, y estábamos muy enamorados de él. El siguiente paso era hacer oficial nuestra ilusión más grande: que fuera hijo de Dios.
Queríamos que nuestro hijo naciera del Espíritu
Juan, en su Evangelio, cita a Jesús, que afirmó: “Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
¿Que cuál era la prisa? Te lo cuento a detalle.
Juanpa, cuando comenzó a gatear, era muy temerario y curioso. Estábamos al pendiente de él su papá y yo en todo momento, pero en una ocasión, se metió un alacrán a la casa, y él estaba acercándosele para tocarlo, pues le pareció un animal curioso. Afortunadamente, pudimos alejarlo del peligro. En otra ocasión, mi marido extravió su anillo de matrimonio, y su primera sospecha era que mi bebé lo había ingerido ¡Pasamos un miedo terrible!
Luego, en el kinder, uno de sus compañeros lo trataba mal. En la primaria, también tuvo una que otra experiencia triste. Procurábamos estar siempre cerca de él, pero tuve que reconocer mis límites. No podía cuidarlo siempre ni cuidarlo de todo. Pero para mi alegría, Dios sí que puede.
Quienes creemos en la vida eterna, sabemos que esta vida es casi un espejismo, y que nuestros esfuerzos deben dirigirse a merecer la Vida Eterna con nuestros actos diarios. Si nos interesaba tanto conservar la vida física de este pequeño, nos intereresaba aún más, salvar para él la vida eterna.
¡Pero nunca le preguntamos! ¿Habremos tomado una buena decisión?
Esta es otra pregunta que en una ocasión discutía con un amigo que no es católico como yo. Me preguntaba con inquietud, si no estaba coartando la libertad de mi hijo al “imponerle” mi fe. Te comparto lo que le respondí.
A los pocos meses de mi hijo, cuando notaba sus manitas frías, al momento lo cubría con una manta. Cuando elegía su ropa, buscaba la más cómoda para poner y quitar, y la de tacto más suave. Cuando comencé a darle fruta y verdura, le di la que el pediatra me sugirió. Aún hoy que tiene 13 “añotes”, hay momentos en los que no le doy lo que desea (como dejarlo utilizar su celular todo el día) porque sé más que él. Como madre, tengo la experiencia y la gracia para ver más allá.
Decidir bautizarlo fue para mí una de las decisiones más importantes ¿Coartar la libertad?, ¿cómo puede ser limitar la vida libre de mi hijo abrirle un lugar en el Pueblo del Dios más bueno, amoroso y confiable?
También le hablo de Dios, y quiero que lo ame mucho
Afirmo estas palabras no como presunción, sino como una urgencia, como mi mínima responsabilidad.
Cuando mi hijo terminó el kinder, estuve varios días explorando opciones para que iniciara su educación primaria. Recuerdo que hice una tabla con ventajas, desventajas, costos y recomendaciones. Visité varias de ellas, y el lugar a donde lo inscribí fue el que nos hizo ilusión a todos, pues le daría las herramientas más eficaces para salir adelante en su vida personal, social y profesional a futuro.
¡Cuánto más valioso será procurar cada día fomentar en él un intenso amor a Dios para que su alma conozca y ame a su Creador!
Por eso procuro orar con él todos los días. Algunas veces lo hago sentarse junto a mí y, tomados de las manos, damos gracias a Dios por las bellas cualidades que le ha regalado, por estos hermosos 13 años que lo he tenido junto a mí, aprendiendo, amándonos y a veces aguantándonos, y espero seguir haciéndolo durante muchos años más.
No me pongo triste si no desea orar
Algunas veces mi hijo no desea orar. Las cosas de Dios aún le parecen sosas, y tal vez aburridas.
Sin embargo, no me desanimo. Le explico que antes los hombres no éramos así, pero que debido al pecado de nuestros primeros padres, el corazón del hombre está dividido, y ha perdido la luz interior que le ayuda a conocer lo bueno para entregarse en su búsqueda.
Con mi ejemplo, mostrando que a pesar de que soy imperfecta intento mejorar, disculpándome cuando me comporto de manera inapropiada, orando con el mayor fervor que pueda, y procurando amarlo como Cristo, le muestro el camino, puedo ayudarlo a sentir que “la carga es ligera”, y enseñarlo a valorar el bello tesoro de la fe y la oración.
Algunos tips para desarrollar en nuestros hijos el amor a Jesús
1 Ora con ellos por la mañana, por la noche, en cada comida e invítalos a entablar un diálogo con Él.
2 Muéstrale todo lo que Dios ha hecho por él, desde crearlo de la nada, hasta darle una familia, el sol, las estrellas, los animalitos.
3 Pídele que recuerde que Jesús lo mira y lo acompaña todo el tiempo. Puedes ponerle esta bella canción.
4 Ayúdalo a conocer su fe llevándolo al catecismo o a la doctrina, para amar a Dios, es preciso conocerlo.
5 Asiste a la Iglesia con frecuencia.
¿Qué otro consejo agregarías a esta lista? ¿De qué manera fortaleces la fe de tus pequeños?