¿Es posible ser esposos y compañeros de trabajo?
Se necesita mucha madurez para comprender que las situaciones relacionadas con el hogar deben ser tratadas en casa o en espacios destinados para ello, no en el trabajo.
Diana Cantor Martinez
Sandra y Javier trabajaban para la misma compañía cuando se conocieron e inició su romance. Pese a que las políticas de la compañía no permitían matrimonios entre los empleados, ellos decidieron casarse. Para sorpresa de los dos, la empresa permitió que continuaran trabajando, teniendo en cuenta que pertenecían a áreas distintas y tenían un buen desempeño laboral.
Muy pronto el matrimonio de Sandra y Javier se convirtió en la “comidilla” de la oficina. Desafortunadamente, todos los rumores eran propiciados por ellos mismos. Eran muy obvios, poco reservados con sus problemas, e involucraban a los demás compañeros. Cuando tenían problemas en casa, a la mañana siguiente Sandra llegaba a la oficina conduciendo el auto, mientras Javier llegaba en taxi. Durante la hora del almuerzo en la cafetería no cruzaban palabra y al final del día Javier salía unos minutos antes para no encontrarse con Sandra en la recepción.
En las mañanas era usual ver a Sandra en la oficina de su jefa contándole sus problemas conyugales y en algunas ocasiones lloraba. Por su parte, Javier era un poco más reservado. Sin embargo, cuando las cosas no andaban bien en casa se mostraba malhumorado y distante con sus compañeros. Ante los cuestionamientos de ellos siempre arremetía contra el matrimonio con frases como “No entiendo por qué me casé”, “Cómo extraño mi vida de soltero y sin líos” o “Las mujeres son muy complicadas”.
Por otra parte, cuando las cosas iban bien, Javier hacía continuos viajes a la oficina de Sandra y en ocasiones durante la jornada laboral intentaban resolver sus problemas personales. El punto más álgido de la situación lo alcanzaron un día en el que iniciaron una discusión en uno de los pasillos y fueron sorprendidos por el gerente, quien ya había sido puesto en sobre aviso acerca de la situación e inmediatamente tomó la decisión de despedirlos a los dos. Sandra y Javier no se dieron por vencidos. Con la lección aprendida, decidieron volver a trabajar juntos, esta vez en un restaurante que compraron. Tienen a su cargo diez empleados y han aprendido a manejar la situación.
¿Cómo lo lograron?
Muchos son los aspectos que deben cuidar los integrantes de un matrimonio que adicionalmente trabajan juntos. Además del manejo de la relación de pareja dentro de un ámbito distinto a su hogar, se enfrentan a algo que es mi concepto que puede ser amenazante para el buen funcionamiento de la relación y es a lo que yo llamaría “saturación”. Con saturación me refiero al sentimiento de cansancio o aburrimiento que se puede generar por el exceso de tiempo compartido. Sin embargo, no te desanimes porque hay varias cosas que se pueden hacer.
Cómo evitar saturarse
Cada uno debe dedicarse juiciosamente a su labor
Es probable que la saturación aparezca más como el resultado de estar hablando de lo mismo que por el mismo hecho de compartir un espacio juntos. Un hombre logra extrañar a su esposa en su misma casa cuando ella se dedica por momentos a las cosas que le gustan, y viceversa. Si en el trabajo cada uno se dedica y se concentra en sus funciones, no llegarón al punto de agobio mutuo.
Evitar las excesivas expresiones de afecto
Esto es difícil y hasta raro, especialmente para las mujeres, acostumbradas a los abrazos y los mimos de sus esposos, pero es necesario. En el trabajo, la relación debe ser más laboral que personal. Cuando tienen un negocio propio, las expresiones de afecto son más aceptables, pero hay que saberlas limitar. En todo caso pueden permitirse algunos acercamientos a la hora del almuerzo, por ejemplo.
Desligar los problemas
Se necesita mucha madurez y fortaleza interior para comprender que los conflictos y diferentes situaciones relacionadas con el hogar, los hijos y los proyectos del matrimonio, deben ser tratados en casa o en espacios destinados para ello, no en el trabajo. Es necesario a su vez saber discernir y ser lo suficientemente profesionales para comprender que en el trabajo tienen metas comunes diferentes a las situaciones del hogar y la familia, y que las diferencias generadas en el entorno matrimonial deben saber controlarlas, evitando trasladarlas al ámbito laboral. Por otra parte, tampoco deberán permitir que sus problemas laborales afecten su relación como esposos. En mi opinión, no todas las parejas están diseñadas para convivir y trabajar juntos, se requiere de personas maduras emocionalmente para embarcarse en este proyecto.