Esta cualidad hace de naciones, imperios. ¿Lo tienes tú en tus finanzas?
Implica evitar las compras a crédito y el distinguir entre necesidades y deseos. ¿Quieres saber qué es y cómo hacerlo parte de tu vida?
Amiel Cocco
Pereciera que ya hemos venido escuchando el consejo de vivir frugalmente desde hace años, pero en realidad, pocas personas lo han aplicado a sus vidas. Tal vez la desconexión comienza al registrar una palabra tan nueva y difícil: Frugalidad. Su etimología viene de la palabra “fruta” y de ahí entendemos que está ligada al término “disfrutar” o “aprovechar.” Antiguamente, aquel que comía modestamente y se conformaba con saciarse de los frutos de la tierra era llamado frugal. Hoy en día vamos más allá de ese concepto, pero es bueno entender sus orígenes.
En la actualidad se pueden leer listas de consejos por todos lados para vivir frugalmente, pero si uno realmente quiere convertirse en una persona frugal necesita entender que su nuevo estilo de vida no será como el que uno tanto anhela después de pasar horas frente a la televisión o leyendo revistas, ni irá de acuerdo a lo que dicte el último grito de la moda. En los últimos años, la mercadotecnia nos ha adoctrinado para querer y necesitar todas las cosas que nos ponen a la vista para “vivir mejor” y ser más felices. Una persona que mira la televisión por tres horas diariamente, en promedio mira más de 40,000 propagandas al año y esta estadística sólo incluye la televisión, a la cual le falta añadir todos lo demás medios de comunicación que parecen gritarnos cada vez más fuerte: ¡compra, compra, compra!
Cuando hablamos de una persona frugal imaginamos a alguien sin deudas, viviendo modestamente, sin gastar en cosas que no son indispensables. Aunque no es la imagen que quiero dar, seguramente estarás pensando en alguien económicamente pobre, pero es todo lo contrario. Por esta razón quiero decirte cómo vivir frugalmente sin que tengas que avergonzarte de la ropa que usas, sin sacrificar tu alimentación y sin llegar a ser un “inadaptado social”. Muchas personas tratan de ahorrar un centavo aquí y otro allí, pero gastan grandes sumas de dinero en cosas que se dejarán de usar pronto, o que compran a crédito y terminan pagando enormes cantidades en intereses en algo que vieron rebajado al 10%. La frugalidad necesita que ejerzamos nuestra inteligencia y el sentido común y aquí están unos consejos prácticos para llevar una vida más frugal:
1. Vive dentro de tus posibilidades
No trates de aparentar una vida ostentosa. En estos tiempos lo único que vas a conseguir es la atención de algún ladroncillo. Evita comprar a crédito. Si no tienes el dinero para comprar lo que quieres en el momento, aprende a ahorrar y te evitarás grandes dolores de cabeza tratando de pagar facturas con intereses.
2. Cuidado con la moda
Compra ropa con colores sobrios, y patrones de telas que no sean llamativos. Así será más fácil combinarlos y no pasarán de moda la próxima temporada. Toma nota que no dije que compres ropa barata o de mala calidad. De hecho, te aconsejaría comprar ropa buena, que no necesariamente significa cara ni de marca, pero que te va a durar al menos tres años en buenas condiciones.
3. Aliméntate sanamente
La comida sigue subiendo de precio y eso de dejar de comer a mí no me funcionó. Trata de comprar en tiendas que venden a mayoreo. Una semana vas a salir con 20 paquetes de fideos, pero verás cuanto te duran y cómo ahorras. Evita comprar en las tienditas o kioscos ya que terminarás pagando por un juguito miniatura lo que te costaría pagar por una botella grande del mismo producto. La comida chatarra terminará facturándote una mala salud general y gastos médicos que es preferible no tener.
4. Adquiere tecnología según tus necesidades
No te preocupes si no tienes el último celular que viste en una revista. La mayoría de los jóvenes tienen mejores celulares que el mío, son casi una oficina portátil, pero parece que sólo lo usan para ver la actualización de su estado en las redes sociales. Y los costos del aparato y los planes pueden ser astronómicos. Yo soy un profesional en comunicaciones y en mi celular no recibo e-mails, ni puedo entrar a redes sociales. Eso me ayuda a concentrarme en lo que estoy haciendo y te ayudará a ti también ya sea que estés en el trabajo o la escuela. El último tweet de tu deportista favorito puede esperar unas horas hasta que llegues a casa. Y verás que ya ni te importa. Pronto tampoco te interesará el “qué dirán.”