¿Está mi hogar “roto”? ¿Cómo construir un buen hogar?

Construir o reconstruir un "buen hogar" es posible de la mano de Jesús, que nos invita a fundarlo sobre roca, sobre Su amor.

Marilú Ochoa Méndez

Imagina que has encontrado al famoso genio de la lámpara maravillosa. ¿Qué deseo pedirías para tu familia, para los tuyos?

Si a mí me ocurriera, sé perfectamente cuál sería mi deseo.  Evitaría caer en la tentación de pedir dinero, sé que lo que fácil llega, fácil se va.  Tampoco solicitaría otros bienes materiales. En cambio, pediría armonía.  Que mi familia fuera un remanso de paz para los que vivimos en ella, pediría amor, perdón y buena comunicación.  Podría resumirlo en dos palabras: un hogar.

Esta hermosa palabra: “hogar” me encanta. Expresa calidez, intimidad, armonía.  Conseguir que nuestra familia se convierta en el refugio seguro para cada miembro que la conforma, para mí sería un triunfo en mi vida de madre.

Como el famoso genio es solo literatura, no podremos conseguir un hogar solamente frotando lámparas, aunque suena ideal ¿no lo crees?. Tú y yo, sabemos en el corazón que nuestro hogar es preciso construirlo.

¿Qué se requiere para construir un “buen” hogar?

Ya puestos en la tarea de construir un hogar apacible y agradable, conviene preguntarnos, ¿qué características poseería un “buen hogar”?

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El doctor en filosofía Antonio Argandoña, nos comparte en su libro El hogar: reflexiones multidisciplinares, que “un buen hogar” no es un concepto cerrado en el que debemos cumplir ciertos requisitos, pues las personas somos de todos tipos y orígenes.  En cambio, el autor nos brinda una definición libre pero clara: “Un hogar es un proyecto de colaboración con un propósito común“.  

¿Cualquier propósito común sirve?

En sus reflexiones, este doctor y experto español nos sugiere que “cada familia debe encontrar su proyecto, probablemente a partir de lo que le ofrece su entorno y su historia“.

Ahora, este propósito, debe buscar perfeccionar y elevar a nuestra familia.  Contar con un propósito elevado, que nos jale hacia arriba, es la diferencia entre construir un “buen hogar” y solamente vivir juntos.

No es lo mismo ser una comunidad de seres que buscan su desarrollo individual, a procurar crecer en el amor, fortalecer nuestro carácter, vencer nuestras inclinaciones egoístas y crecer solidariamente.

¿Qué factor podría detener el crecimiento de un buen hogar?

El propósito es ya un gran avance, pero no es lo único a considerar para construir este hogar que nos encamine a la plenitud.

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Imagina que debes recorrer junto con tu familia, un camino largo. Para ello, atravesarás terrenos distintos y complicados: arena, piedras y tal vez algunos charcos de lodo.  ¿Qué condiciones requieren para poder llegar a la meta con éxito? En primer lugar, saber todos a dónde irán, acompañarse y ayudarse, y contar con las condiciones para viajar: calzado adecuado y provisiones.

Te encaminas hacia allá, pero encuentras que conoces destino (tu propósito), pero tu familia no tiene alimentos, agua ni el calzado adecuado. ¿Cómo será tu recorrido? Seguro será más difícil, y doloroso.  Es probable que tengas que detenerte constantemente, y es incierto si podrán llegar todos, y en caso de llegar, probablemente lleguen todos lastimados.

Cuando el “camino” lastima

El camino pedregoso, con lodo y piedras, son las heridas emocionales de los miembros de la familia, la situación económica, los recursos de los padres para salir adelante, el ambiente moral, la madurez espiritual.

Tú y yo queremos tener una familia feliz. Sabemos que para eso debe existir armonía en nuestra vida personal, y en nuestras relaciones con quienes comparten nuestro hogar. ¡Qué difícil caminar buscando un propósito si el camino es complicado!

El doctor Argandoña, nos  comparte sus reflexiones, afirmando que estos factores detienen e impiden el camino familiar hacia su propósito, y forman lo que el autor conoce como un hogar “roto”.

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¿Tenemos tú y yo un hogar roto?

“Un hogar “roto” destruye o, al menos, dificulta el desarrollo normal de la vida de las personas, y esto acaba dañando el entorno del hogar y la sociedad”, continúa el autor.

Tener un hogar “roto” nos detiene en obstáculos continuos y molestos que nos distraen del camino. Estos obstáculos crean alrededor de la familia una nube obscura que  le impide ver el camino, el propósito. A veces, esta neblina les impide incluso verse entre sí.

La falta de orden en casa, la falta de dirección, la inconstancia de los padres, el autoritarismo, la falta de vida espiritual, son grilletes pesados que impedirán la necesaria oxigenación de tu familia.  Y tú sabes que caminar, moverse y avanzar con grilletes, es muy difícil.

¿Cómo se sana un hogar “roto”?

Los hogares que están resquebrajados por circunstancias sociales injustas: desempleo, mala situación económica, etc., requieren de nuestro apoyo en la solidaridad. Siempre puedes dar apoyo, consejo, o algún tipo de recursos para permitir el desarrollo básico de estas personas, que gracias a algo que a ti te sobra, podrán tener lo básico.

Además de nuestra conciencia social, y el apoyo a los que menos tienen, tenemos todos la obligación de conquistarnos a nosotros mismos, y sanarnos como padres, hijos, hermanos y esposos. De esta manera, podremos limpiar el corazón.

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El corazón limpio es lo que permitirá construir el hogar con los menos obstáculos posibles.

Para construir un hogar: fundarlo sobre roca

Si estás por contraer matrimonio, o si ya tienes una familia, ¡no importa!, porque siempre es momento para recomenzar, afortunadamente.

Hoy, queremos compartirte el recurso que Jesús nos brinda en Su palabra: fundar nuestra familia sobre roca, sobre Dios.

Miremos el pasaje en el Evangelio, citando el capítulo 6 que escribió San Lucas:

Un hombre, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada.”

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Cuando Jesús, con sus apóstoles utilizó esa parábola, se refería a la necesidad del hombre de obrar bien: “no hay árbol bueno que de frutos malos”.

¿Cómo ser “árbol bueno”?

Si quieres fundar un verdadero hogar, debes preocuparte por poner las bases sobre las enseñanzas y amor de Dios, y para empezar, como padre, es preciso procurar brindar siempre frutos “buenos” para los nuestros.

¿En qué consisten estos frutos buenos?: amor, perdón, entrega, servicio, poner la otra mejilla.

Sanar el hogar, o construirlo desde sus bases, es posible. Ya conocemos que el camino es una vivencia cristiana honesta y coherente, que se entregue amorosamente por entero a los otros.

Dejemos entrar a Cristo en nuestras vidas, Él quitará los obstáculos que nuestra naturaleza caída hace estorbar el camino de nuestra familia y nos ayudará a avanzar con paso firme. ¡Vamos!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.