Estar pendiente de tu teléfono te está alejando de los que más quieres

La vida es eso que ocurre mientras consultas los “likes” y actualizaciones. ¡No te la pierdas!

Marilú Ochoa Méndez

Hace tiempo, leía una gran novela del portugués José Saramago, llamada “Ensayo sobre la ceguera”.  En ella, el autor habla de una ceguera blanca que se va apoderando de la gente, haciendo que “viendo, no vean”.  

El hombre de hoy nunca estuvo tan interconectado, y al mismo tiempo tan solo. Es común mirar en los restaurantes y plazas comerciales a personas sentadas juntas, pero en mundos distantes, cada uno al pendiente de sus “likes” y el silbido característico de los mensajes de WhatsApp.

¿Te ha pasado? En este texto te invitamos a apartar un poco la vista de lo que sucede en tu Smartphone y a mirar a los tuyos a los ojos, tocándolos y compartiendo con ellos la belleza de la vida. ¿Nos acompañas?

¿Y si tú y yo estamos ciegos también?

«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven». Esta frase, de la novela que te comento arriba, publicada en 1995, es –a mi forma de ver- un reflejo de la sociedad actual.  A veces nos atrapa tanto el mundo digital, que nos apartamos del real.

¿Poseemos la tecnología o la tecnología nos posee?

La tecnología ha llegado tan vertiginosamente, que no hemos sabido adaptarnos al cambio, y como una mancha de aceite que se expande entre los tejidos, se ha apoderado de nuestro tiempo, de nuestras horas de convivencia, de nuestra atención.

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Los hijos, como buenos mimetizadores, se han convertido en nuestros espejos. El encanto del teléfono celular que está casi pegado a nuestras manos y ojos todo el día, en las comidas, en el baño, en la cama, y a veces incluso en el automóvil, se convierte para ellos en un imán. ¿Qué tiene ese aparato maravilloso que me roba la atención de mis padres?, parecen preguntarse los bebés ante muchos de nosotros.

La costumbre y lo fácil, no siempre son lo mejor

Entonces, nuestros pequeños crecen, y van asimilando la vida como se las presentamos. Estamos comiendo, y empieza a llorar el más pequeño: ¡Dale el celular!, es una salida común. Peppa Pig puede calmarlo en unos segundos, y yo abrazándolo me tardaría mucho tiempo,”¡Si apenas comencé a tomar una cucharada de sopa!”, decimos para justificar la salida fácil.

“Si mi bebé me permite unos minutos mas de serenidad, ¡he ganado!”, consideramos a veces. “Si mi hijo estando tres horas en los videojuegos, me “deja en paz”, ¡bien!”.  

Lo que importa es mi serenidad

El problema de actitudes como esta, es continuar con la estrategia, siempre para estar sereno yo, sin alcanzar a mirar (ciego al fin), las posibles consecuencias de ese acto que me parece pequeño. Tal vez, de seguir así, mi hijo al crecer, cubrirá con pantallas e imágenes variadas, su necesidad de cercanía, de afecto y de atención.

Sus ojitos sabrán también perderse en las imágenes que se suceden vertiginosamente, sin darse cuenta del paso de los minutos, mientras sus padres y mayores estamos también conectados a redes sociales y mensajes que nos angustian y cansan, volviéndonos un poco ciegos.

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Seremos entonces ciegos de esa ceguera blanca que el escritor portugués narra en su novela citada arriba, esa que se contagia por contacto visual, como el mal de ojo.  A muchos nos gusta la vida fácil, ¡estamos siempre tan apurados!, ¿qué tiene de malo pasar las horas, los minutos, los días, las semanas pegados a los dispositivos?, pensamos.

Antes sí, ¡pero ahora no, hijo!

El problema se da cuando nuestros bebés crecen, cuando hemos podido comprar para ellos otro dispositivo, y nos vemos reflejados en ellos.

Surgen los problemas cuando les necesitamos, ya que les intentamos hablar, les pedimos atención, comer con serenidad sin pegar los dedos tintineantes a la pantalla en un resonar de silbidos de mensajes. “¡Deja tu teléfono hijo!, ¿no puedes comer sin él?, ¿cómo puedes hacer la tarea también al pendiente de un video en YouTube?”, preguntamos airados.  Ellos nos miran y alzan los hombros: “Lo hago como tú mamá, papá”, parecen decirnos.

El teléfono móvil, una de las principales fuentes de conflicto en familia

Gregorio Gullón Arias, experto en mediación y orientación familiar de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) afirma que “el uso de las nuevas tecnologías es una de las principales fuentes de conflicto intergeneracional en el seno de la familia en España”.

El  manejo del tiempo, la comunicación superficial, la enajenación en estos aparatos, ocasionan convivencias vacías, que asustan a los padres de familia, pues la Red de redes es consideradaun entorno hostil y peligroso para sus hijos”.

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Estrategias para despegarnos del Smartphone y unir a nuestra familia

Si este es también un problema que vives, te proporcionaré algunos consejos para reforzar los lazos familiares y estar presente en cuerpo y mente en los momentos mas valiosos que vivirás con los tuyos: los actuales.

1 Mi vida no la define el teléfono

Evita que tus horarios, tu atención y tus necesidades las definan las alertas y llamadas de tu teléfono celular. En vez de eso, establezcan en familia horarios de uso de este dispositivo. Te sugiero evitar comer mirándolo y tener varios momentos al día en los que lo dejes lejos de ti y te des la oportunidad de estar presente y atento en tu hogar.

2 Horarios para revisión de alertas

¡Pero mi trabajo es a través del celular!, me dirás, y tal vez te preguntes cómo podrías separarte de este aparato por un tiempo largo.  La solución sería establecer con base en tus objetivos familiares, personales y laborales los momentos indispensables en que debes prestar toda la atención a las alertas y llamadas. Tal vez podrías definir que revisarás el teléfono cada hora por diez minutos, y luego lo dejarás de lado. ¡Te ayudaría tanto a controlarte y aprovechar mejor el tiempo!

3 Sal al aire libre, desconéctate y te conectarás

Procura salir al aire libre con tu familia, realizar actividades manuales, juegos de mesa que ayuden a reforzar la comunicación verbal y los lazos de afecto entre los tuyos.

Abramos los ojos, la vida es aquello que ocurre mientras consultas los “likes” y actualizaciones. ¡No te la pierdas!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.