Estas son las formas en las que los hijos pueden poner un matrimonio entre la espada y la pared

Como parte de una pareja que forman un hogar, ambos deben aprender a definir límites entre ustedes y sus hijos para salvar el matrimonio.

Erika Patricia Otero

No voy a negar que los hijos en muchas ocasiones son la alegría que le hace falta a un hogar; sin embargo, tampoco se puede negar que si los padres no saben poner límites, sus hijos contribuirán a destruir -literalmente- la relación.

Como lo lees, si como padre no sabes poner límites a tus hijos, ellos tomarán el control que tú perdiste. Esto para ningún matrimonio o familia promete un “feliz para siempre”.

Después de los hijos, el matrimonio cambia

No hay que darle muchas vueltas ni buscar explicaciones cuando la realidad es evidente.

Con la llegada de un bebé, todo comienza a girar en torno al recién nacido. Y es justo, necesita amor, atención y cuidados. Sin embargo, esa atención que se le presta al bebé, se le resta a la pareja. Esto puede jugar a favor y en contra porque a veces balancear la situación puede ser difícil. Lo bueno es que, entre más rápido la pareja se dé cuenta, más rápido podrá adaptarse al cambio.

Sé que muchos se espantarán por lo antes mencionado. Pese a eso, quienes son más prácticos y menos emocionales sabrán que no exagero.

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No quiero juzgar, pero muchas personas descuidan a su pareja y se dedican a tiempo completo de su hijo. No es cuestión de juzgar si es correcto o incorrecto, es saber poner todo en la proporción correcta.

La responsabilidad de permitir que los hijos “deterioren” la relación es de ambas partes. Sí, porque ambos son los padres, y ambos tiene culpa y responsabilidad en esto.

Con esto aclarado, señalaremos las diversas formas como permites que tus hijos dañen tu matrimonio.

1 Son tu única prioridad

Empieza el día y todo, absolutamente todo gira en torno a ellos. Que si prepararlos para el colegio, llevarlos a la escuela, reuniones, deportes, comida… todo. Si es así, al final del día ¿Qué te queda?

Es verdad que la crianza es un trabajo que toma mucho tiempo, pero hay que aprender a distribuirlo. Además de los niños, también existes tú y tu pareja.

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Lo que como padres deben aprender es a aligerar la responsabilidad y administrar el tiempo. Ambos deben estar al cuidado de los hijos, pero ambos también deben cuidar la relación. Delegar la responsabilidad en solo uno de ustedes es una falta de respeto y una irresponsabilidad.

Aparte de eso, cada tanto pueden pedir a alguien que los cuide mientras como esposos salen a pasear. Es cuestión de saber cuidar a los hijos, distribuir la responsabilidad y jamás olvidarse que tienen una pareja.

2 Tus hijos toman el control de tu hogar

Complacer a los hijos es algo que se está volviendo muy común en los padres actuales. Aparte de esto, muchos se niegan a aplicar correctivos a comportamientos claramente dañinos. Si a esto le agregas que muchos padres prefieren que sus hijos “crezcan libres” y sin límites; pues ya me dirás qué tipo de seres humanos están criando.

Cada vez más es frecuente ver a niños de 3 y 4 años, dar berridos sin control en lugares públicos; incluso, tuve que ver una vez en un supermercado, cómo una criatura de 2 años le pegaba a su mamá; lo peor es que la mujer no hizo nada en lo absoluto, ni una llamada de atención.

Niños así crecen con graves problemas de comportamiento. Se vuelven adultos que quieren hacer su voluntad y viven inconformes con todo.

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Corregir a los hijos no hace a nadie mal padre, o enderezar su camino, pero sí te hace irresponsable. Tu hijo va a sobrevivir a un castigo, a un regaño y a una restricción; tu matrimonio no lo hará si no “les cortas las alas”.

3 Pueden ser manipuladores

Los niños tienen una capacidad increíble para notar las debilidades en sus padres. Si uno detecta que eres más “débil que tu pareja, se apegará a ti para conseguir lo que se proponga. Esto hará que, sin darte cuenta, te pongas en contra de tu pareja y le lleves la contraria.

Como padres deben apoyarse entre ustedes. Si tu hijo quiere conseguir algo, ambos deben estar de acuerdo o en desacuerdo; no uno a favor del hijo y el otro rumiando su impotencia en silencio.

Tus hijos deben saber que ustedes son la “figura de autoridad”, no su amiga ni su cómplice. Es justo que haya confianza; aun así, siempre, siempre deben tener claro que si dices: “Estás castigado”, no debe poner en duda tu mensaje.

4 Vives para sus logros

Es justo que te sientas orgulloso de los logros de tus hijos, pero que tu vida dependa de ello, no.

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Más allá de los premios y buenas calificaciones de tus hijos hay un mundo. No solo eres madre o padre; eres cónyuge, trabajador, amigo, hijo, hermano. Tienes una amplia gama de roles, problemas e intereses, además, tú también mereces amor, cuidado y protección.

5 Son tu único tema de conversación

Esta bien que sientas que la paternidad es hermosa. Pese a eso, llega un punto donde solo hablar de los hijos es monotemático. Aunque tu cónyuge y padre de tus hijos no lo admita, puede sentirse hastiado. Ahora bien, para quienes no tienen hijos o son menos emocionales al respecto, puede ser una carga.

Como expresábamos antes, hay múltiples cosas que generan un amplio tema de conversación entre la pareja. Es justo y necesario que también estén dispuestos a hablar de cómo fue su día. Es importante tener tiempo para hablar de sus problemas como adultos, y por qué no, de chismes y chistes ocasionales. No todo tienen que ser un tema enfocado en los hijos, la crianza o la escuela.

Por último pero no menos importante; debes recordar que tus hijos algún día abandonarán tu casa, para hacerte compañía solo quedará tu pareja. Puedes o no estar de acuerdo conmigo, pero aunque tus hijos sean un soporte para ti, tu compañero de por vida es quien permanecerá a tu lado si sabes cuidar tu matrimonio.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.