Esto es lo que debes hacer para experimentar la presencia de Dios en tu existencia

Dios en tu vida obra cambios maravillosos.

Erika Patricia Otero

Yo recurro a Dios todos los días de mi vida; unas veces para pedirle ayuda, otras para suplicar por calma y sabiduría, otras más para desahogarme de las injusticias, y siempre para dar gracias por todas las cosas que llegan a mi existencia.

Sin embargo, hubo un tiempo en que no era así; no era que no creyera en Dios, era que daba por hecho que cada cosa que lograba era merito solo mío. “Reducirlo” a la ayuda divina era algo que me llenaba de molestia. Mi excesivo orgullo pagó su precio y tuve que pasar por varios eventos lo suficientemente difíciles de superar, para darme cuenta que sin esa ayuda divina yo, sencillamente, no era nada.

Cuando comprendí finalmente como eran las cosas que tenían que ver con Dios, opte por darle un cambio radical a mi vida dejando que fuera Él mi guía y mi sostén en momentos tanto de éxito como de dificultad.

¿Cómo sé que Dios está a mi lado siempre?

Es un poco difícil si tengo que ser sincera, pero no imposible. Para lograrlo necesitas un buen grado de humildad, fe y prestar mucha atención.

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En una ocasión que me encontraba muy afligida, me sentía sola y cansada de tanto luchar por salir adelante sin obtener éxito en mi búsqueda. Un amigo me dijo que la mejor manera de saber si Dios era real y tangible en mi vida era mostrándome ante Él con sinceridad y depositar en sus manos todas mis penas.

Le pregunte cómo se lograba y su respuesta me impacto, me dijo: “Orando. Sí, al orar estás hablando con Dios”. La respuesta siempre había estado en mis manos pero era tal mi nivel de desesperación que no me había dado cuenta que no había hecho lo obvio.

Fue entonces cuando me refugie en mi cuarto, me arrodille y comencé hablando como quien lo hace con un amigo, no sé en qué momento pasó pero me puse a llorar de tal manera que saque todo mi dolor y frustración, fue como si me quitaran toneladas de pesimismo de encima.

Al levantarme de allí como media hora después me sentía en paz conmigo misma, una paz y un alivio que nunca en mi vida había sentido. De alguna manera sabía que tarde o temprano todas esas angustias y temores se iban a disipar porque no estaba sola, porque algún poder superior conocía mis dolores y la solución a ellos iba a llegar de una forma u otra.

¿Por qué algunas personas nunca sienten la presencia de Dios en su vida?

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Porque sentir a Dios en nuestras vidas no está ligado a ningún tipo de fanatismo. Dios no obedece a hileras interminables de oraciones que se hacen de manera maquinal sin poner en ellas la atención e intención debida.

Vas a sentir a Dios y su presencia en el mismo momento que elijas hablar con Él; pero hablar como si se tratara de un amigo, el más íntimo que hayas tenido en toda tu vida.

Piénsalo un poco, Él no te va a juzgar así le cuentes tus pecados más vergonzosos. Él te hará entender porque no logras eso que tanto deseas o la razón por la cual te sientes tan mal contigo misma, también te ayudará a ver el camino que debes seguir para salir de tus dificultades.

Para los más orgullosos o prácticos puede parecer absurdo —lo sé por mi experiencia— pero en el mismo momento que te despojes de ese sentir, comenzarás a experimentar una vida diferente y más feliz.

Nuestro error y lo que más nos aleja de Dios y su sabia intervención en nuestras vidas, es que gustamos de ser orgullosos de lo que “logramos por nuestros propios medios”; además de eso no somos agradecidos y nos ufanamos de nuestras capacidades. Esto, con el paso del tiempo lo que logra es que perdamos nuestra unión con él y somos sometidos a pruebas para volvernos humildes y volver al camino.

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Despojarnos de nuestro orgullo es difícil pero no imposible; procura ser agradecido por tus capacidades, por tus logros, por tus metas e incluso por las pruebas. Todas esas vivencias te pulen y te convierten en un ser humano de valor para la humanidad y para ti mismo.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.