Felicidad en el matrimonio: no más peleas
La cultura popular y la actitud amarga de aquellas personas que han sufrido un fracaso matrimonial tratarán de convencerte de que un matrimonio feliz es imposible. Aquí están algunas ideas positivas para un matrimonio feliz.
Dustin Wiggins
Imagina una conversación entre una madre divorciada y su hija de 13 años de edad. En ella, la madre explica que el matrimonio es una trampa y que “todos los hombres son unos cerdos.” Ahora, imagina un hombre casado hablando con un grupo de hombres jóvenes diciéndoles que su esposa es un molesto y constante dolor de cabeza. ¿Qué es lo que este mensaje enseña a las nuevas generaciones? Lo que los “adultos” en estas dos situaciones están diciendo en realidad, es que ellos son demasiado inmaduros y egoístas como para tener una relación sana y estable. Desafortunadamente, con esa perspectiva los más jóvenes asumen que los hombres no sirven para nada y que el tener o ser una esposa es demasiado trabajo como para que valga la pena.
Cuando le digo a la gente que mi esposa y yo nunca peleamos y que realmente disfrutamos estar juntos, siempre veo una de estas dos reacciones: asombro o incredulidad. La cultura popular y la actitud amarga de las personas que se recuperan de un fracaso matrimonial tratan de convencerte de que un matrimonio feliz es imposible. Esto es una mentira calculada para evitar que experimentes esa felicidad permanente que existe dentro de un hogar donde el esposo y la esposa se quieren y aman a sus hijos. Te comparto algunas ideas (para antes y después del matrimonio) que te ayudarán a que nunca tengas una pelea con tu pareja.
Se supone que el matrimonio es para siempre
Escoger una compañera que sea compatible contigo es la clave para tener un buen matrimonio. Antes de hacer un compromiso tan duradero, asegúrate de que puedes asumir plenamente el hecho de que tú y ella van a estar juntos para siempre. Cuando te casas con alguien, te comprometes también con su familia. Si no te gusta la familia de tu futura esposa, o si a ellos no les gustas tú, ¿por qué considerar la posibilidad de hacer que esa relación sea permanente?
El matrimonio no es un proyecto de servicio
Si la única razón por la que estás a punto de casarte es porque sientes que puedes “ayudar” a tu futuro cónyuge, ¡huye! Para que el matrimonio sea exitoso, se requiere de un hombre y una mujer no solo comprometidos por completo, sino ambos mentalmente competentes. Si tu futuro cónyuge necesita “reparaciones”, deberías replantearte ese deseo de pasar el resto de tu vida con esta persona.
Uno se casa con quien sale en citas
Visualiza el tipo de persona con quien deseas casarse. Una vez que tienes esa imagen en la mente, solo sal con personas que entren en esa categoría. Ten cuidado de las sombras de la idealización. Este proceso cobra vida en la fase inicial de enamoramiento cuando empiezas a salir con alguien: tiene la cualidad de proyectar una sombra sobre tus ojos y te llena de emociones que te impiden ver las cosas con claridad. Para vencerlo debes dejar de lado todas tus pasiones cegadoras y conocer en realidad con quién estás saliendo. Llegar a conocer un posible cónyuge no sucede mientras disfrutas de películas o juegos de video. Dedica tiempo para hablar sobre temas importantes para ti cuando tu cabeza no esté en las nubes.
Nunca es demasiado tarde para tener un buen matrimonio
Si sientes que tu matrimonio no tiene remedio, intenta algunos experimentos antes de considerar un divorcio. Un hombre sabio una vez me enseñó que si haces lo que siempre has hecho, obtendrás siempre el mismo resultado. Esto significa que hay que hacer algunos cambios en la forma en que actúan en su matrimonio. Les sugiero que juntos lean un libro de relación de parejas. Vayan a un seminario para matrimonios: es muy probable que la iglesia a la que asistes ofrezca dicho seminario de manera gratuita. El punto es que debes hacer algo para tratar de arreglar tu matrimonio. Un matrimonio es como un coche, si se descuida el mantenimiento preventivo, va a terminar por arruinarse.
La comunicación lleva al entendimiento
Los libros apócrifos enseñan una valiosa lección acerca de la comunicación: “Un golpe de látigo deja una marca, pero un golpe de lengua quiebra los huesos” (Eclesiástico 28:17). No utilices las palabras como armas. A medida que aprendas a comunicarte con tu pareja, tendrás menos deseos de pelear. El no ser comprendido puede llevar a sentimientos de frustración y enojo. Si al estar dialogando con tu esposa, ella comparte algo especial contigo, en vez de dar una respuesta ocurrente, haz preguntas aclaratorias. “Creo que lo que me estás diciendo es…” o “Si te entendí bien, me estás diciendo que…” esto le dará a tu esposa la oportunidad de simplificar lo que te está queriendo decir. Esta práctica te evitará disgustos por asumir supuestas indirectas detrás de las palabras de tu esposa.
La humildad es la clave
La Biblia enseña que “ciertamente la soberbia producirá contienda…” (Proverbios 13:10). Esto significa que cuando hay peleas en tu relación, es porque alguien está siendo orgulloso. Supón que eres tú quien tiene que ser humilde y trata de ser complaciente. Una forma de practicar ese engranar mejor, como dije en otro artículo, es nunca decirle no a tu pareja. Recuerda, si ya lo sabes todo, nunca podrás aprender nada.
Traducido y adaptado al español por Oscar Pech del artículo original “Marital bliss: How to never fight with your spouse” de Dustin A. Wiggins