Gracias a quienes criticaron mis 7 embarazos
Mis seis hijos me brindan alegrías sin límites, también me agotan, pero el premio por su alegría y cariño no lo cambio por nada.
Marilú Ochoa Méndez
Tener un hijo es tener una bendición. Las personas se alegran, hay un tipo de magia alrededor de las mujeres embarazadas. Se les dan facilidades en el transporte público, en las filas de los bancos y en el supermercado. Pero me he encontrado con que existe una regla no escrita. Para la sociedad, tu embarazo es alegría solo si decides tener la cantidad de hijos “políticamente correcta”.
He de confesarte que los límites “correctos” aún no los identifico bien. A las personas no les molesta ver pasar padres con un hijo, tampoco con dos, pero de cuatro en adelante, las personas comienzan a mirarte feo, a suspirar al verte y negar con la cabeza. Algunos, solamente muestran su impacto sacando el dedo y contando a tus hijos, que van como pollitos detrás de mamá. ¿Te ha pasado?
A mí sí. Tengo seis hijos nacidos, y un bebé que murió en mi vientre antes de cumplir 12 semanas. En mis siete embarazos, he experimentado mucho, he sentido en carne propia la presión social que considera “inaceptable” o a veces escandaloso que una familia opte libremente por tener muchos hijos.
Tus decisiones me agreden
Esto mismo le sucedió a Bryce Gruber, quien un día, llevó a su hija al salón de belleza a hacerse una manicura. Se notaba su barriga de 4 meses de embarazo, y mientras charlaba con su hija, la interrumpió otra clienta preguntándole si el bebé en camino sería su segundo. Ella contestó alegre que no, que sería el quinto. Nunca se imaginó que la señora se pondría toda roja, y que le espetaría la dura frase: “Yo tengo uno, sé cuándo parar“.
¿Qué hacer ante el juicio de otros?
Ante el comentario de la señora, Bryce no supo qué decir, se quedó pasmada. Nunca había recibido un comentario rudo de una desconocida hasta ese momento. Solo acertó a decirle: “Seguro que tu hijo es encantador“, y guardó silencio.
Sin embargo, como nos ocurre a muchas, ella tenía mucho qué decir, y lo expresa en una carta dirigida a quienes le hicieron comentarios hirientes y pesados en su cuenta de Instagram, donde presume a su gran familia, muestra su alegría, y el disfrute de sus elecciones.
Gracias por inquietarte, he aprendido de ti
He reflexionado mucho al respecto, y pensé que estas personas que critican a las familias grandes, comúnmente no reciben respuestas que les quiten la turbación.
Hoy quiero dar una respuesta cariñosa y comprensiva a todas esas personas que han sufrido al verme embarazada tantas veces. A los que se han agobiado por mí, a los que han tenido compasión por mi esposo y la gran tarea económica de sacar adelante una familia de ocho personas.
Quiero dar paz a quienes se inquietaron por la salud emocional de los mayores, que “no serían bien atendidos” si continuaba “teniendo hijos como coneja”. Quiero también descargar a quienes sintieron que al tener mas hijos, les quitaba el pan de la boca, o el dinero de sus bolsillos. Y quiero también compartirles que su visión me ha ayudado mucho, pues me ha impulsado a crecer y a valorar los regalos que he recibido en su justa medida. ¡Gracias!, de corazón.
Un poquito de historia
Mi primer embarazo fue recibido por mi familia y amigos con gritos de alegría y emoción. Fue para nosotros muy lindo ver cómo las personas nos felicitaban y deseaban una paternidad plena.
Esta situación contrastó un poco cuando a los tres meses de mi bebé, compartimos el embarazo de mi segunda hija. “¿Oooootro?”, nos cuestionaban remarcando las “o”. Mi esposo y yo solo sonreíamos, encarando alguno que otro comentario incómodo con serenidad.
Cuando mi segunda hija tenía un año y meses, concebimos a mi tercer hijo, y ya la situación alteró un poco a algunas personas, que -supuestamente preocupadas por nosotros- miraban con ojos de pistola a mi esposo, como si el embarazo lo hubiera provocado él solo y contra mi voluntad.
Entonces, comenzaron los comentarios poco asertivos: “¿no tienen televisión?”, “por favor ya haz algo, te vas a llenar de hijos como coneja”, “estás siendo injusta con los grandes, deberías espaciar mas a tus hijos”, “¡qué irresponsables son!”.
¿Por qué se agobian?
Yo, inquieta, me preguntaba, si estas personas no los cuidarían, ni me comprarían los pañales, ni les pagarían la escuela, ¿por qué veían como una agresión que tuviéramos hijos? ¿Les quitaríamos a ellos el pan de la boca para alimentar a nuestros hijos?
La cosa se complicó cuando me embaracé de mi cuarto hijo, porque teníamos algunos problemas de salud. Entonces, las personas se volvieron mas agresivas, algunas me dejaron de hablar. Llegando a este punto, decidí blindar mi mente y mi corazón, y refugiarme en el amor de mi familia para desoír las inoportunas intervenciones de la gente a mi alrededor ante mi apertura a la vida.
Mi segunda hija estaba frustrada, porque tenía tres hermanos varones, así que oraba continuamente a Dios para que le enviara a su esperada hermanita. Y como Dios tiene una debilidad preciosa por los corazones puros de los niños, nos la mandó. Y ¿qué crees?, las críticas continuaron, pero ahora no lograron herirnos.
Casi dos años después del regalo de mi quinta hija, la ansiada segunda mujer, recibimos al que es nuestro bebé, quien está por cumplir sus dos años.
No te preocupes, soy feliz
En estos trece años que llevo de mamá, no se ha cumplido ninguna de las terribles profecías que me auguraron quienes se sintieron heridos o molestos por mis embarazos. Soy una mujer feliz, me siento plena, no me he vuelto loca, y mis hijos están creciendo para convertirse en personas de bien.
En casa tenemos paredes manchadas, sillones desgastados, un montón de camas qué tender y la necesidad de poner la lavadora todos los días. Nos cansamos, nos enojamos, nos peleamos y lloramos, pero cooperamos para salir adelante, sabemos disculparnos y reímos cada día, con carcajadas que retumban por toda la casa.
Mis hijos toman de la mano a sus hermanos para cruzar la calle, se cuidan y atienden, se apoyan y juegan juntos.
Mi esposo llega cansado, y -he de aceptarlo- a veces pierde el sueño pensando en cómo sacarnos adelante, pero sabe hacernos reír y jugarnos bromas; sabe guiar los corazones de mis hijos, y es un hombre honrado y lleno de fe.
Así que Bryce, yo, y muchas mamás de familias grandes que conozco, hoy queremos decirte con mucho amor, ¡tranquila!, ¡no te preocupes!, nuestra carga es ligera y nuestro corazón está rebosante. Por acá todo está más que bien.