Hablemos en plata sobre la adicción al consumo
En momentos en que la economía se estanca, los impuestos crecen y los sueldos bajan, es importante tomar conciencia de la necesidad de pensar y planear el mañana, de ahorrar hoy para que cuando el futuro nos alcance estemos preparados.
Yordy Giraldo
Las sociedades en la actualidad adolescen de la adicción al consumo. Si comemos lo hacemos hasta el hartazgo y al comprar nos llevamos hasta lo que no necesitamos únicamente por aprovechar alguna oferta, solo por poner dos ejemplos. Y así sucesivamente, al punto de que medimos el progreso económico de una persona o familia por la cantidad de bienes y servicios que pueden pagar; sin embargo, poco nos fijamos en las consecuencias de estas prácticas.
La dependencia al consumo y el hecho de permitirnos que nuestra vida gire en torno a objetos, son resultado de vacíos emocionales que pueden tener su origen en la soledad, la baja autoestima, la ansiedad, la búsqueda de consuelo ante el dolor, los deseos de ser aceptados, entre otros. La mala noticia en ello es que si no los resolvemos, las compras serán solo el disfraz con el que cubrimos estos problemas, y ni todos los artículos de la más grande de las tiendas podrán solucionarlos.
Creemos erróneamente que obtener todo lo que deseamos es una forma de ser felices, y por ello asociamos el comprar con la felicidad. Sin embargo, aun dándole el beneficio de la duda a este razonamiento, la dicha alcanzada por esta vía durará lo que tardemos en descubrir un nuevo objeto de nuestro deseo. Los costos económicos de llevar una vida de despilfarro, a la par, son altos en el corto, pero sobre todo en el largo plazo, ya que todo lo que no cuides y ahorres en el presente te aseguro que lo necesitarás y anhelarás en el futuro.
El temor de pasar desapercibidos es el motor que nos hace desear una y otra vez el obtener artículos que nos lleven a ser el objeto del deseo de alguien más. Las personas que padecen este tipo de trastornos cumplen todos con características similares, por ejemplo:
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Buscan de forma constante adquirir productos de moda.
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Lo más seguro es que estén endeudados, o que gran parte de su presupuesto lo destinen a comprar.
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Prefieren pasar tiempo en hacer compras que interactuar con otras personas. Para ellos poseer es una meta en sus vidas.
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Como en cualquier otra adicción, cuando no obtienen lo que desean son presa de la ansiedad y del mal humor.
Ante este tipo de situaciones lo conducente es buscar ayuda. Si la persona aún no es consciente de su problema, es importante que sus seres queridos la confronten con pruebas en la mano sobre su adicción.
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La ayuda psicológica es una gran opción, ya que aunque los compradores compulsivos son resultado, principalmente, de sociedades de consumo que alientan estos comportamientos, el que se dejen llevar por ello obedece a falta de metas, propósitos y afecto en su vida personal.
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Una vez superada la etapa de negación, una forma de controlar nuestro gasto es destinar un presupuesto para gastos superfluos y apegarnos a ellos.
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Pagar en efectivo únicamente.
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No comprar de inmediato algo que deseamos, sino poner distancia y analizar, antes de hacer el gasto, si en realidad lo necesitamos.
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Pedir ayuda a nuestros seres queridos para que actúen como nuestros “Pepe Grillo”, y no nos dejen caer en la tentación.
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Otra manera es usar el avance tecnológico a nuestro favor, buscar grupos de ayuda online que nos apoyen a mantenernos enfocados; se puede teclear, en nuestro buscador favorito, conceptos como “deudores anónimos”. Verás que existen múltiples grupos que pueden ayudarte.
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Realizar actividades que nos mantengan ocupados, ya sean ejercicios físicos, lectura, o el quehacer del hogar; lo importante es hacer labores útiles.
No se trata de no disfrutar de nuestro dinero, o de no permitirnos alguno que otro “lujo” de vez en cuando solo por el placer de hacerlo, sino de mantener el control de nuestros gastos y de priorizar necesidades.
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Debemos cubrir siempre lo relativo a nuestra casa, entiéndase renta o hipoteca.
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Alimentos.
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Gastos corrientes: agua, luz, gas y otros servicios.
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Transporte e imprevistos.
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Ahorro para el futuro (que no por citarse último es menos importante).
Al leer sobre este tema encontré lo que los economistas consideran el ideal: ahorrar diez por ciento de nuestro sueldo al mes, y no permitir que nuestras deudas superen treinta por ciento de lo que ganamos.
Hablando en plata y sobre plata, debemos reconocer sin embargo, que vivimos tiempos difíciles, y que no siempre podemos regirnos por reglas estrictas. Lo importante es destinar una cantidad mensual para guardar sin excusas, y de preferencia que sea siempre la misma.
Nadie sabe lo que le depara el futuro, pero por nosotros y nuestras familias es recomendable preparar el terreno en la medida de lo posible, en lo que lo descubrimos, como dice el refrán, que “la economía es riqueza como el derroche pobreza”. Y así como requerimos, para una vida sana, salud física y mental, la salud económica es igualmente importante y es nuestra responsabilidad procurarla.