¿Has intentado orar así? Meditar puede acercarte a Dios
Esta manera de orar es sencilla pero muy enriquecedora. Se comienza de a poco, pero pronto tu alma te pedirá mas, y su riqueza te va a sorprender.
Marilú Ochoa Méndez
El concepto de meditación profunda o mindfulness está de moda hoy. Son muchos los psicólogos y expertos que recomiendan su realización como ejercicio que desintoxique nuestras vidas saturadas.
El teólogo y prolífico escritor canadiense Jacques Gauthier, se refiere a ello cuando afirma: “Nuestros contemporáneos, más abiertos a la espiritualidad que a la religión, hablan sobre todo de meditación. Es una palabra de moda que sirve para todo“.
Tú y yo, más que seguir modas, queremos una vida más serena y más feliz. Entendemos que para ello contamos con la oración, pero a veces no sabemos cómo realizarla para entrar en un verdadero diálogo que renueve nuestra vida.
Si compras una licuadora, recibes un instructivo. Usarlo te ayuda a darle un uso prolongado y eficaz, haciendo rendir tu inversión. ¿Habrá algo así para orar?, ¿podríamos elegir de un “menú” el tipo de oración que nos une en verdad con Dios?, ¿habrá una única manera de dirigirnos a nuestro Dios?, ¿habrá oraciones eficaces o ineficaces?
¿Qué es orar? ¿cómo hacerlo?
Jesús, durante su vida terrena, dio orientaciones muy valiosas para ayudarnos a orar: nos enseñó el Padrenuestro, y nos dijo: “cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto” (Mt 6: 6-13). El doctor en Teología Gauthier nos comenta: “Jesús nunca dio un método concreto para meditar, ni ninguna disciplina física para controlar la imaginación, la memoria y las emociones”, pero sí que nos dio creatividad, inteligencia y voluntad.
El estadounidense Thomas Keating, nos dice al respecto: “Es necesario elegir un ejercicio espiritual adaptado a nuestro temperamento y a nuestra disposición natural“, pero sin olvidar el sentido y fin de la oración.
¿Toda búsqueda espiritual es oración?
La oración cristiana, tiene una gran diferencia con la búsqueda interior de otras religiones. Los seguidores de Jesús, la entendemos como un diálogo personal con el Autor de la vida, donde -como afirma el monje cisterciense Keating-: “el Espíritu Santo está por encima de cualquier método o práctica”.
Sin embargo, conocer distintas maneras de orar nos ofrece posibilidades para acceder a este gran tesoro y que sus riquezas de esparzan por toda nuestra vida acercándonos a la unión con nuestro Creador.
Entre los distintos tipos de oración, tenemos la oración vocal, con la que al recitar salmos u otras oraciones, inclinamos nuestro espíritu hacia Dios. También, existe la oración de petición, en la que establecemos un diálogo abriendo a Jesús nuestras necesidades e inquietudes, pidiéndole apoyo. Otra opción maravillosa es la lectio divina, que se conoce como la lectura orante de las Sagradas Escrituras, pero la que hoy queremos desarrollar como opción para ti, es la meditación. ¿Comenzamos?
La meditación y la ciencia
Un estudio científico realizado en 2016 por la Universidad Carnegie Mellon, invitó a participar a personas desempleadas que vivían un gran nivel de estrés, para poder comprobar la efectividad de la meditación como herramienta sanadora.
A la mitad de los participantes, les mostró cómo realizar meditación profunda o mindfulness, llevándolos de la mano para ser conscientes de su momento presente, conectando con sí mismos y aprendiendo a adquirir serenidad día a día.
La otra mitad fue únicamente “entretenida” de sus agobios, pues se les invitaba a dialogar, se les contaban chistes y realizaban ejercicios de estiramiento.
Descubrieron que la meditación cambia el cuerpo y la mente
Tras una evaluación, se descubrió, que en el primer grupo “había más actividad —o comunicación— entre las partes de su cerebro que procesan las reacciones relacionadas al estrés, así como en otras áreas asociadas con la concentración y la tranquilidad“, según indica el New York Times.
Las tomografías eran claras, y aunque todos los participantes en el estudio afirmaban sentirse mejor tras las sesiones (las de meditación consciente y las de “placebo”), solo se encontraron resultados patentes en el primer grupo.
Este fue el primer estudio que se realiza con personas “normales”, pues había varios aplicados a monjes budistas por ejemplo, que estaban en oración constante durante días.
Es muy buena, pero puede ser maravillosa
Los participantes del estudio que aprendieron a realizar meditación consciente vieron grandes avances personales, aún cuatro meses después de haber aprendido esta técnica. Esto sucedió a pesar de que algunos no continuaban con su rato diario de mindfulness.
Tú y yo, que corremos todo el día atendiendo pendientes y familia, podríamos aprender a meditar. Esto aliviaría en gran medida la presión a la que estamos sometidos hora tras hora, que pretendemos aliviar con recesos, descanso, series y películas y nuestro smartphone.
Pero no queremos solo meditar. Cristo es parte de nuestra vida, y queremos hacerlo todo con Él. Queremos que cambie nuestra mente, nuestro corazón y todo nuestro ser. Buscamos la oración no como un espacio para “sentirnos bien”, sino como una necesidad de contacto con Aquel que tanto nos ama. En la meditación encontraremos un tesoro.
La meditación cristiana es muy antigua y eficaz
El psicólogo clínico, psicoterapeuta y sacerdote francés, Patrice Gourrier, propone “la meditación tal como la practicaban, desde el siglo IV, los padres del desierto. En este contexto, construye puentes entre el desarrollo humano y la búsqueda interior, optando por apoyarse en la mística cristiana de los primeros siglos, verdadera sabiduría de vida para el siglo XXI“.
Este experto nos revela el camino que podemos seguir si deseamos avanzar en nuestra vida interior, liberarnos del estrés y conseguir paz interior. Él nos brinda siete pasos que podemos seguir para conocer este tipo de oración. Te los compartimos como los reseña un blog conocido:
1 Busca un momento de quietud (que iniciará por un par de minutos y querrás aumentar conforme pasen los días)
2 Siéntate (no solo busques detener tu cuerpo, detén también tu corazón, no podrás serenarte si siempre corres)
3 Respira (toma conciencia de tu presente, y también de Dios en tu vida. Habla a Dios con cada respiración, o pronuncia el nombre de Jesús al inhalar, para que llene tu alma de Su amor)
4 Enfócate (detén tus pensamientos, dedícalos para hacerte consciente de la presencia de Dios. Llámalo y háblale en frases cortas)
5 Ama más y mejor (procura que estos momentos de cercanía con Dios se noten amando más y mejor a los tuyos)
6 Evita atorarte (invita a Jesús a cambiar tu corazón de piedra por uno de carne, pídele que te ayude a no juzgar nunca y sí a conocer tu miseria y pedir perdón)
7 Acepta tus reacciones (las lágrimas son un tesoro, porque vacían el alma de tantos pesares, si llegan, recíbelas y déjalas fluir)
Esperamos de corazón que esta técnica brinde paz a tu alma, y fomente un abrazo profundo con Dios tu Padre que tanto te ama. ¡Déjanos saber cómo te va!