Héroes frente a la adversidad: testimonios de personas valientes frente a la pandemia
Además de los médicos, enfermeros y personal de salud, además de quienes cultivan nuestros víveres, existen héroes maravillosos que debemos honrar.
Marilú Ochoa Méndez
Conoces uno o dos héroes de tu patria. Sabes claramente lo que hicieron por tu país. En las calles de tu ciudad seguro has visto algún monumento que los recuerda, además de los libros de historia que repiten su nombre año con año.
Pero no hay ningún monumento para tantos héroes anónimos que participaron activamente para que tu mundo esté lleno de posibilidades.
La situación que vivimos en todo el mundo debido a la pandemia, nos ha sacudido por completo. Sacude nuestras estructuras sociales, económicas, políticas y educativas. Ojalá que sacuda también nuestro corazón y nuestra atención.
Hoy, cerca de ti, tras una pared o caminando junto a tu puerta, transitan verdaderos héroes que te sostienen a distancia, ¿los conoces?
El valor de lo ordinario y oculto
Hoy, los sabios, los filósofos, los “expertos” se encuentran en su casa, y “salvan al mundo” desde la sana distancia. Y nos mantenemos unidos y vivos los demás, gracias a los transportistas, a los cocineros, a los agricultores. Los que crían ganado y trasladan mercancías se han convertido en personas indispensables. Y si entramos al terreno de la salud, solo tenemos palabras de reconocimiento hacia los doctores, enfermeros, camilleros y personal de limpieza en cada clínica y hospital.
Pero además de esos héroes, existen otros más, encerrados en sus casas, que hoy queremos presentarte.
Los padres temerarios
Tantos padres de familia que de la noche a la mañana vieron trastornados sus proyectos y recursos financieros, que vieron en peligro su empleo, que miran con temor cómo se termina el mandado, saliendo envalentonados a comprar más a pesar de la pandemia.
Estos padres son verdaderos héroes, pues llevan en su espalda el peso de cada hogar, y son casi domadores de leones de circo, pues cuentan solamente con una simple silla para alejar los fantasmas de la crisis, devaluación, escasez y pandemia.
A ellos, nuestro mas sincero agradecimiento. Por mi parte, agradezco especialmente a mi esposo, que no ha perdido el empuje, el amor ni la esperanza de sacar adelante siete hijos y una esposa.
Las madres que sacan conejos de los sombreros
Ante el agobio de los padres, a las madres nos toca en muchos casos hacer magia. Tratar de ser creativas con la comida, ahorradoras con los recursos, amables con los hijos que -hartos del encierro- nos ponen a prueba constantemente.
Los niños a veces atienden nuestras ocurrencias e iniciativas para aligerar el ambiente en el hogar, y a veces nos dan portazos en la cara, haciéndonos sentir invisibles e inútiles. A pesar de eso, nos mantenemos cerca, y corremos ante el menor signo de alarma o tristeza. Dios nos mantenga el empuje, tan necesario en esta época complicada.
Los niños valientes y obedientes
Imagina que de la noche a la mañana te encuentras secuestrado, lejos de la luz del sol, y te sentencian a trabajos forzados. Así afirma mi hijo de diez años que es el “confinamiento”, como le gusta denominar a la cuarentena que viviremos en México, mi país, al menos hasta finales de mayo de 2020.
Pueden quejarse, pero lo aceptan con fe ciega en los adultos. Entienden que no conviene salir, que los números que escuchan a la pasada se refieren a personas como los abuelos, u otras personas mayores que están en un verdadero riesgo.
Nuestros niños nos dan un gran ejemplo, pues de la noche a la mañana han suspendido sus salidas al parque, los recesos en la escuela para correr a jugar fútbol, las pláticas entre amigas y las carreras, por el apoyo en casa, el estrés de los padres y actividades que a veces los ahogan por el encierro. Pero ahí están, fieles y atentos a las indicaciones de padres y autoridades, y llevando adelante el encierro con mucha mejor actitud que algunos adultos.
Los empresarios conscientes
Muchos empresarios han tenido que despedir empleados, buscando evitar el hundimiento de sus empresas, dejando a miles de personas a la buena de Dios. Sin embargo, hay algunos de ellos que en actos extraordinarios de conciencia social, han pedido préstamos, han cambiado de giro y han dado ejemplo de solidaridad ante la adversidad.
Para muestra, te presento dos casos de mi país, Felipe Ruiz, un empresario dueño de un hotel, que para reunir los sueldos de sus trabajadores, ahora reparte tamales por toda la ciudad de Guadalajara, y ha prometido generar un fondo de apoyo frente a la crisis económica que se avecina.
Otro caso a reconocer, es el de Daniela Ochoa, microempresaria sonorense (un estado al norte de México) que se resiste a velar solo por ella misma, defendiendo hasta el final el sueldo de su gente, que ha levantado su negocio de comida desde que surgió hace menos de diez años.
Los ancianos atrincherados
Tengo una preciosa tía mayor de 70 años que vive sola. Sus hijos la visitan una vez por semana, para llevarle comida y atender sus necesidades y ella exprime al máximo ese contacto ocasional soportándolo con alegría y madurez.
Ella lidia con entereza y valor cada día, sin dejar que sus dolores, su soledad y su aislamiento le roben la paz. Confía en Dios, haciendo rendir las horas entre oraciones, lectura y buen ánimo. Le llamas, y siempre te responde que está “muy bien”, y puedes sentir su sonrisa genuina del otro lado de la línea, aunque camine cada vez mas despacio, y siga con la llaga que afecta su pierna desde hace meses.
Como ella, muchos ancianitos soportan heroicamente su soledad, confiando en nuestras autoridades y soportando necesidades apremiantes como verdaderos soldados.
Los extremadamente generosos
Muchos, además de superar hora tras hora la incertidumbre y el miedo, consiguen cubrebocas, donan despensas, visitan vecinos y se ofrecen a hacer las compras por los mas vulnerables. Donan ropa, juguetes y alimentos a quienes se encuentran en situaciones menos favorecidas.
Estos héroes han tocado mi vida en este confinamiento, se han convertido en ejemplo y luz para los míos, y seguro también para ti. Pidamos a Dios porque nos ayude a admirarlos, a reconocerlos y a convertirnos en uno de ellos.
Y mantengamos vivo su heroísmo, haciéndolo notar ante nuestras familias, para que ellos sí estén incluidos en los libros. Es justo que nuestros hijos cuenten a sus nietos de estos héroes ordinarios que llenaron de luz tantos hogares. ¡Dios bendiga a tantos héroes!, les debemos mucho. ¡Gracias!