Hijo mío, ¡no te cases!
Antes de que tu hijo tome una decisión tan importante, tienes que decirle esto.
Jossy Andrade Batalla
Como madres, siempre veremos a nuestros hijos como pequeños bebés aunque tengan ya la edad suficiente para hacer su vida. Al ver crecer a mi hijo, me doy cuenta de que tal vez nunca estaré preparada lo suficiente para ayudarlo a dar el siguiente paso, creyendo que aún no es su tiempo. Sin embargo, al pensar en su bienestar y su realización personal, sé que él está listo para avanzar. Por eso hoy creo que puedo decirle: “Hijo, no te cases sin que antes sepas algunas cosas que yo he aprendido en el transcurso de mi vida, para ser feliz en el matrimonio”.
Si bien no podemos vivir por nuestros hijos, sí está en nuestras manos enseñarles que el matrimonio puede ser bello y, sobre todo, que vale la pena. En lo personal, me habría gustado que mi madre me preparara antes de tomar una decisión tan importante. Por ello, quisiera enumerar algunas de las cosas que, sin duda, mi hijo y el tuyo deben tener presente al tomar la decisión de formar un hogar:
Ama y valora a tu esposa
El varón tiene un rol y la mujer otro, ambos importantes; nunca menosprecies el trabajo de tu esposa. Ella será la reina del hogar que juntos van a crear, por lo cual ámala, respétala siempre, ayúdala, consiéntela y agradece cada una de las cosas que haga en su hogar, tanto para ti como para los hermosos hijos que tengan planeados. Tu rol, que tiene igual importancia, será el de proveer, dirigir, proteger y sobre todo colaborar con tu esposa en el cuidado de tu casa y los hijos.
No tengas ojos para ninguna otra
Cuando tengas tu esposa, recuerda que decidieron estar juntos porque ustedes son los mejores amigos y cómplices. Ni tú, ni ella, tengan amigos más íntimos que ustedes dos. Sigan fomentando las amistades, por supuesto, pero a partir del momento en que deciden estar unidos en matrimonio, los amigos de cada quien pueden ahora ser amigos de ambos. Nunca des pauta a que tu esposa se sienta incómoda por que saludes a tus amigas de forma “muy especial”.
Apóyala en sus metas
Aun cuando todos debemos tener metas individuales, es importante compartir algunas metas e pareja. Desde qué día será la fecha de la boda, planear el momento en que vendrá el primer bebe, en qué situación deben alquilar una casa más grande, hasta, porque no, proponerse desarrollar un deporte juntos, leer un libro, emprender un proyecto juntos. Compartir metas les ayudará a establecer hábitos familiares.
Disfruten su tiempo juntos
Cuando lleguen a casa, es bueno saber del trabajo, de lo que pasó en el día, de las dificultades que cada cual enfrentó. Pero también disfruten estar juntos: rían por tonterías, si es necesario; platiquen de lo que les gusta y no les gusta; tengan paseos “de novios”. Como varón, no pierdas nunca los detalles del romance, conquístala siempre. ¡Una mujer enamorada, es una mujer segura!
Tomen sus propias decisiones
No permitas que nadie intervenga en sus decisiones. Puedes escuchar un consejo, pero al final solo serán ustedes dos quienes decidirán. Por ejemplo, dónde vivir, cómo decorar su hogar; nunca te sientas presionado por los demás para decidir tener un hijo, o para buscar tener “la parejita”: solo ustedes sabrán cuántos hijos tendrán, en qué escuela van a enviarlos, cómo educarlos. Es su familia y ustedes vivirán las consecuencias de las decisiones que tomen.
Establezcan una forma de vida en el hogar
Como en toda sociedad, se deben establecer límites y normas desde un principio. No es que tengan que pedirse permiso uno al otro, sino que son “socios” en esta hermosa aventura. Hablar de qué cosas sí y qué cosas no esperan del matrimonio, hará más fácil que lleguen a acuerdos. Por ejemplo, platiquen y decidan juntos qué actividades te corresponden en el hogar y cuáles a tu esposa, cómo pagarán sus gastos, cómo planifican la nutrición de su familia, la educación de los hijos, etc.
Tengan a Dios en su vida
Tengan presente que su hogar debe ser un pedacito de cielo, y donde está Dios, siempre habrá armonía, amor y caridad. Arrodíllense juntos para tomar las decisiones, para ser agradecidos, para ser inspirados siempre.
Se tú mismo
Desmiente la idea de que “todos los hombres son iguales”. Haz que tu calidad de varón sea honorable, trabaja, sé fuerte espiritualmente y nunca abuses de tu fuerza moral, ni física. Que tú siempre estés satisfecho de las cosas que hagas cada día.
Como madres, debemos prepararnos para ver a nuestros hijos crecer y formar sus propias familias. No vivas este proceso como una pérdida: en realidad es una oportunidad de oro para enseñar a tu hijo la puerta a un camino maravilloso, en el que puede hallar gran gozo. Verle feliz, sin duda, también a ti te hará muy dichosa.