Hijo, tú no creciste en mi vientre, creciste en mi corazón
Los padres biológicos y los padres adoptivos tenemos mas cosas en común de las que te imaginas, ¡y nuestros hijos también!
Marilú Ochoa Méndez
Existen madres que pueden cargar en su vientre a cada hijo. Han sentido sus pataditas y les han dado el primer beso. Ellas los aman con locura.
También existen madres que han cargado el sueño de cada hijo en su corazón, sin poder hacerlo realidad en su vientre. Para ellas, Dios ha diseñado un regalo, que ellas valoran como el mayor tesoro del mundo: la adopción.
Ellas pueden decirles con todo amor a su hijo que se ha gestado en su corazón, y que su amor ha crecido exponencialmente con cada obstáculo, cada dificultad. Ellas también, los aman con locura.
Nestlé Chile realizó un comercial muy tierno que refleja el camino a veces tortuoso, pero siempre bello de los padres adoptivos.
Me gustaría reflexionar contigo sobre todo lo que tenemos en común las madres, adoptivas o no. Y quisiera recalcar que todas somos eso: madres. En mi vida cotidiana he notado que a veces se realiza una forzada distinción, como si las madres biológicas fueran “más madres” que las adoptivas, ¡nada mas lejos de la realidad! Te explico por qué:
Ambas se sienten “nuevas” e inseguras
Aún recuerdo la sensación de inseguridad, inquietud y temor que sentí cuando me entregaron a mi primer hijo para traérmelo a casa. Me sentía llena de nerviosismo, y sobrepasada.
A pesar de mi miedo, fui conociendo a mi lindo angelito día a día. Unos días fueron malos, otros peores; pero poco a poco, y a prueba y error, fui familiarizándome con sus ruiditos, con sus ojitos expresivos, con sus llantos y con sus pañales, hasta que me hice experta, y adquirí seguridad.
Esta situación, la compartimos todas las que hemos sido madres por primera vez, ya sea que nuestro hijo tenga algunas horas (si el bebé nace en tu vientre) o varios meses o años (si el bebé nace en tu corazón).
Ninguna sabemos qué nos espera
Supongo que a algunas nos da más seguridad sobre quién será nuestro hijo saber que procede de nuestros genes. Pensamos que un hijo adoptivo, al ser parte de otra genética distinta a los padres, para algunos puede representar un riesgo.
Sin embargo, la realidad muestra que esto no es así. ¿Te has fijado -si tienes más de un hijo-, que a pesar de haberlos educado igual a todos, cada uno es distinto?
Tenemos las personas esta extraña fijación de pretender controlar todo, aventurándonos a adivinar el futuro con estadísticas, y recuerdos del pasado. La realidad es que un hijo nos sobresalta continuamente.
Mi marido y yo no sabemos dibujar. Yo, que podría decirse que tengo un poco mas de habilidad, sé hacer muñecos de la misma calidad que los que hace mi hijo de nueve años. Mi hija de doce, en cambio, tiene una habilidad notable. ¿A quién salió? Definitivamente, no a mi esposo ni a mí. Cada hijo, es una caja de sorpresas, y bien dicen que nada está escrito.
Los padres de hijos adoptivos, viven esa misma emoción, de ir descubriendo a sus pequeños día a día, momento a momento. A fin de cuentas, todos los padres, si sabemos inspirar, recogemos los frutos en nuestros hijos. ¿Importa tanto si se lo debemos al padre, a la madre, a la abuela o a la mamá biológica? Yo creo que no.
Es preciso establecer un vínculo
Durante mi embarazo, yo solía pensar que conocía a mi bebé, pero al verlo, me di cuenta de que no era así. A veces, cuando lloraba, no comprendía cómo un ser tan pequeño podía ser tan latoso, y me desanimaba. Afortunadamente, eso fue cambiando con el tiempo, con paciencia y amor.
Las madres que han experimentado algún tipo de depresión posparto, afirman sentir que su bebé es solamente un “niño” o “bebé” y se frustran al no sentir ningún tipo de conexión con él. La responsable de esta sinergia madre-hijo o cuidador-hijo les la oxitocina, producida por ejemplo al amamantar a los bebés, o al brindarles cuidados.
Águeda, una madre adoptiva, nos cuenta lo que vivió cuando recibió a su hijo de 11 meses: “Al principio es un niño, no es tu hijo, y no sabes la respuesta que va a tener. Es tu hijo legalmente, porque firmas un papel, pero tienes que construirlo. No puedes querer a alguien sin conocerlo” afirma.
Si prestas atención, en ambos casos, es preciso establecer un vínculo, situación que no siempre se da naturalmente, y eso, también, puede superarse con el apoyo adecuado.
Necesitamos apoyo de un experto
Hay veces que los padres no sabemos cómo comportarnos con los hijos: berrinches, problemas escolares, problemas físicos. Gracias a Dios, existen expertos que pueden orientarnos.
A veces tenemos que hacer una visita a un psicólogo, y está bien. Lo que nos importa a los padres, es que nuestros hijos estén bien, no importa a qué especialista debamos llevarlo.
En el caso de las personas que adoptan a sus hijos, es común que necesiten ayuda con sus hijos, si ya son un poco mayores, especialmente si han vivido algún tipo de abandono. Sin embargo, la familia biológica no está exenta de presentar problemas de ausencia emocional y tristemente, tampoco de problemas de abuso.
Es preciso formar una tribu
A los padres siempre nos consuela saber que no somos los únicos que pasamos por un problema con los chicos. Y esto, definitivamente, lo compartimos todos. Es muy valioso saber que el hijo adolescente de tu amiga tampoco la escucha, porque ella te comprenderá y eso te dará energías para seguir buscando la vía de llegar con acierto a mirar su corazón.
Si has adoptado un niño, te sentirás muy comprendida al conocer las dudas, retos y logros en los pequeños y padres que pasan lo mismo que tú.
A fin de cuentas, la solidaridad, nos saca siempre adelante.
Los hijos pueden ser problemáticos, todos. También un dolor de cabeza. Pero también, una luz para nuestra vida, que hace que nos levantemos por las mañanas y salgamos adelante de los peores problemas.
¡Benditos sean nuestros hijos! Ya sea que hayan nacido en nuestro vientre, o en nuestro corazón.