Hombres: cuando dejan de preocuparse por estos asuntos, sus matrimonios son más felices
Ser un buen marido no es tan complicado luego que decides liberarte de las preocupaciones y tomar las riendas de aquello que te aqueja.
Erika Patricia Otero
Hace poco, mi papá nos dijo a mi hermana y a mí: “Quiero vivir hasta los 90 años. No se vayan a ir ustedes antes”. Esas palabras me conmovieron enormemente, pues es lo más cercano a decirnos “las quiero” que le he escuchado decir en la vida.
Mi papá no es un hombre de expresar sus afectos, pero tiene una forma particular para hacernos saber que nos ama; él siempre se preocupa porque tengamos todo lo necesario. Pero me quedaría corta si limitara la preocupación de mi padre a lo material. Él siempre procura estar atento de nuestro bienestar en general. Sí, sé que ya somos mujeres hechas y derechas, pero como suele decirse por ahí: “jamás se deja de ser padre”.
Y es que eso diferencia a un buen padre de uno meramente proveedor. Desde luego, ser un buen padre es algo que se aprende a “punta de golpes”, pero además trae consigo muchos dolores de cabeza que tarde o temprano puede llegar a pasar su cobro al matrimonio.
La esposa como apoyo para su marido
Es natural que en una familia en crecimiento hayan retos y preocupaciones. Dentro de lo normal estos aspectos ayudan al fortalecimiento de la pareja, pero cuando el hombre deja que los asuntos cotidianos tomen el control de sus emociones y convivencia, su esposa la pasa mal.
Como la mujer es la directa afectada, es su deber que sepa ser fuente de apoyo y guía para su esposo. Es mucho más productivo y edificante que en lugar de caer en el error de criticar o quejarse por la constante cara de angustia de su cónyuge, le brinde un oído atento para que él pueda desahogarse.
Sin embargo, el hombre también debe poner de su parte para darle a esas angustias cotidianas la importancia y atención que merecen, pero que estas no entren en conflicto con su relación.
Preocupaciones que los esposos de 12 mujeres dejaron atrás, mejorando por completo su matrimonio
Ninguna persona es feliz si cede el control de su vida a sus inconvenientes. Por eso, cuando elige dejar de preocuparse, y vivir de una manera más atenta al presente, sin anticiparse al futuro o caer en suposiciones, su vida y la de las personas que lo rodean se vuelve mucho más placentera.
Al respecto, 12 mujeres fueron consultadas y ellas revelaron las cosas de las que sus esposo habían dejado de preocuparse y aluego sus matrimonios fueron mucho más satisfactorios.
1 “Él creía que no nos proporcionaba un estilo de vida agradable” (Hallie, 36 años, Kansas)
Ella confiesa que la mayor preocupación de su esposo al inicio del matrimonio fue no ser capaz de dar a su familia no solo lo necesario, sino más, lo que fuera que ellos quisieran. Sin embargo, las preocupaciones de él menguaron cuando las vivencias y experiencias maritales se fueron dando lugar. Lo que ambos hicieron fue vivir al ritmo que la vida les marcaba; y las cosas comenzaron a ir bien.
Es natural que todo hombre desee darle a sus hijos y esposa más que lo meramente esencial. El asunto es que a veces no se puede, y todos deben estar al tanto de esto. Ahora bien, si las cosas económicamente no están funcionando como ellos querían desde un principio, la esposa puede salir a trabajar para ayudar con el sostenimiento del hogar.
2 “Tenía miedo de que me aburriera de él” (Ellen, 39 años, Ohio)
El esposo de Ellen en una ocasión le confesó que él tenía miedo de que ella se cansara de él y consiguiera a otra persona. Ella le dijo que las cosas para ella no funcionaban de esa manera; que ella lo amaba legítimamente y que debía estar tranquilo.
Puede sonar un poco inverosímil, pero en realidad hay muchos hombres que tienen este tipo de inseguridades. El asunto es que cuando una mujer y un hombre aman de verdad, el aburrimiento no es excusa para “conseguir un amante”. En lugar de eso, la pareja busca una solución, crecen juntos y se fortalecen.
3 “Mi esposo temía la opinión de mi padre” (Mónica, 40 años, Kentucky)
Monica admite que su papá nunca sintió agrado hacia su esposo. Lo peor es que él era consciente de esto, y su lucha constante era lograr la aprobación de su suegro. Llegó a tanto esto, que el marido de Mónica la descuidó y ella tuvo que hablar seriamente con él para hacérselo saber. Ella cuenta que su esposo al darse cuenta de su falla, se relajó y comenzó a cuidar lo que debía. Lo mejor de todo es que ese cambio de actitud hizo que su suegro lo viera como un hombre digno de su hija.
Es muy complejo agradar a todas las personas en el mundo, los suegros no son una excepción. El asunto es que vivimos más felices y tranquilos cuando no vivimos tratando constantemente de complacer a todo el mundo, cuando aprendemos a aceptarnos como somos, y vivimos para quien nos ama y acepta.
4 “Mi esposo tenía miedo de no ser un buen padre” (Alison, 39 años, Nueva York)
El esposo de Alison estuvo por años preocupado por ser un padre ejemplar. Llegó a un punto donde compró libros de autoayuda, entraba a foros para padres, pedía consejos y “trucos” a otros padres sobre cómo ser buen padre, se le volvió una obsesión. Lo peor es que cada vez que sentía que hacía algo mal, se autocastigaba muy fuerte. Por fortuna, con la llegada de los hijos se fue relajando y ahora aprendió que sus errores son sus mejores maestros.
Ningún padre (o madre) nace con un manual para serlo, lo bonito es aprender en el camino y ser consciente de que cada hijo es el que enseña la mejor forma en la que puede ser criado; eso hace la labor paterna mucho más relajada y placentera.
5 “Él se preocupaba mucho por su apariencia” (Mae, 42 años, Connecticut)
Cuando Mae conoció a su esposo, este era un atleta muy atractivo. La situación es que -como es normal- los años pasaron factura y aunque no era un hombre en mala forma, estaba preocupado por haber subido unos kilos. Afortunadamente, él aprendió a aceptar el hecho de que estaba madurando, y se relajó por completo. Sin embargo, su interés por cuidar de su salud fue un punto a favor que les ayudó a ambos a mantenerse en forma con el paso del tiempo.
Es natural que una persona se angustie al ver cambiar su cuerpo, pero envejecer hace parte de la vida. Lo que sí se debe hacer por la salud, es ejercitarse y comer sano, esto ayudará a sentirse mejor consigo mismo y ser un mejor compañero de vida.
Las finanzas, la intimidad sexual, compararse con otros hombres de la familia, el quedar viudo a temprana edad o no ser capaz de hacer feliz a la esposa, son algunas otras de las cosas que preocupan a los hombres alrededor del mundo.
La situación es que todas esas angustias están basadas en las falsas expectativas o las suposiciones que cada uno tiene. Todos sabemos que cuando se da rienda suelta a lo que se cree en lugar de preguntar directamente a la otra parte implicada, la vida puede complicarse.
La solución a estas angustias auto infundadas es hablar con el cónyuge sobre lo que espera del otro. Ya verás como solo te estabas preocupando en vano, pues una buena comunicación en la pareja puede resolver cualquier problema.