Increíble determinación de este hombre que esquió 15 kilómetros con las costillas rotas
Averigua por qué "los últimos serán los primeros". En Sochi esta frase cobró vida en la nieve, con la historia del atleta que se hizo famoso por llegar en último lugar.
Arturo Leonardo
Pese a que el dinero ocupa gran parte de los titulares sobre magnos eventos como los Juegos Olímpicos o el Mundial, el espíritu por competir y dar lo máximo con una actuación digna, nunca debe perder relevancia. Tal es el caso del esquiador peruano Roberto Carcelén.
Carcelén, de 43 años de edad, en los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi compitió en esquí de fondo 15 kilómetros, una prueba que esperaba completar en dos horas. Había prometido a su familia que sería la última actuación de su carrera profesional: “La última y nos vamos”, como dicen los que no quieren irse de la fiesta.
Si lo empezaste, hay que terminarlo; si es en una pieza, mejor
Roberto Carcelén no estaba al 100% para enfrentar la prueba en Sochi: apenas unos días antes de iniciar su competencia, se había fracturado dos costillas al competir en Austria. Además, tenía un fuerte cuadro gripal, al grado que los médicos le habían aconsejado desistir y no participar en los Juegos Olímpicos de Invierno. ¡Vaya! Por menos que eso no me dan ganas de levantarme temprano los lunes.
Pero la mentalidad de Carcelén pudo más que cualquier dolor físico: terminó la prueba en el lugar número 87, con un registro de 1 hora, 6 minutos, 28 segundos y 9 décimas. Es decir, mejoró el tiempo que había calculado. Ocupó la última posición pero quedó arriba de cinco esquiadores que no terminaron la prueba. Esto es tener los esquís bien puestos, y no tonterías.
El público de Sochi alentó al peruano hasta el final, inspirados por su fiereza y a sabiendas de que competía con las costillas rotas. Durante los últimos cinco kilómetros de la competencia, Roberto esquiaba en solitario, pero acompañado por los aplausos y gritos de apoyo de los aficionados, quienes le animaban a no rendirse.
“Estoy muy satisfecho. Sentí mucho dolor en la carrera. Fue muy difícil. Pero ahora me siento muy feliz. Hacía calor, la nieve estaba muy resbaladiza. Pero el final ha sido fantástico. Algunas docenas de peruanos estaban aquí y me dieron inspiración. Fue la última prueba de mi carrera. Ahora quiero trabajar con niños, enseñarles a esquiar y ayudarlos a entrar en unos Juegos”, declaró Roberto al término de la competencia.
Carcelén había dicho que se regresaría a Seattle, lugar dónde vive, inmediatamente después de que terminara la prueba para ser evaluado por un médico. Pero ahora, con su historia de valentía, es uno de los personajes más demandados por la prensa.
En la vida como en el deporte, ser el último también cuenta
Quizá valga la pena reflexionar en la hazaña de este atleta no sólo por su valor anecdótico, sino con el objeto de rescatar algunas enseñanzas para la vida. Por fuertes que sean los gélidos vientos, contrastantes las vicisitudes de la vida o, incluso, por terrible que llegue a ser el dolor físico, mantenernos siempre a la altura de quienes somos, nos llevará sin duda a ser aún más grandes.
Vince Lombardi, ex coach de la NFL dijo en alguna ocasión que “ganar no lo es todo: es lo único”. Y claro que tiene razón, pero nunca hay que olvidar que, tanto en la vida como en el deporte, cumplir una promesa y ponerse a prueba a uno mismo, es lo que nos lleva a realizar proezas inimaginables.
Cuando sus hijos o ustedes mismos practiquen un deporte, tengan en mente el ganar, claro está. Pero, en la vida tanto como en el deporte, la intención de competir de manera leal, superando retos y sin hacer trampa, es el verdadero espíritu de cualquier prueba. Lo único que sí les recomiendo, es no aplicar lo de “los últimos serán los primeros” al momento de llegar a la fiesta de su suegra o algún acontecimiento familiar importante: seguro ahí no causará tanta gracia.