¿Ir, o no ir? Tres beneficios de ir a terapia
Con tantos estereotipos de lo que es terapia y las personas que acuden, muchas personas deciden no ir, o se encuentran confundidas. Los estereotipos son falsos, pero los beneficios de ir a terapia son inmensos cuando vamos con la actitud adecuada.
Denhi Chaney
En algún momento todos hemos pensado en la típica imagen del terapeuta, con sus lentes y tomando notas, mientras escucha a su paciente que está acostado en un sillón contándole todos sus problemas, mientras el terapeuta llega a la conclusión de que en efecto el paciente está loco. La mayoría tenemos la noción de que las personas que van a terapia tienen problemas severos, o en otras palabras, que están locos. Y aunque sí existen terapeutas que lidian con problemas mentales severos, la mayoría de nosotros los terapeutas trabajamos con problemas que la mayoría de las personas lidian. Trabajamos con personas magníficas que han decidido pedir un poco de ayuda para alcanzar sus metas. La realidad es que las personas que vienen no están locas ni mucho menos: es sólo que se han dado cuenta que una ayuda extra es lo que necesitan para superar su situación.
Aun sabiendo esto, existen muchas ideas de lo que se hace en terapia, cuánto dura, y si hay beneficios. Toda terapia siempre es personalizada de acuerdo a la persona que viene y su problema. Por lo mismo, no hay dos sesiones iguales y, por eso mismo, la duración del tratamiento también difiere de persona a persona. La clave es ir estando dispuesto a enfrentar nuestros miedos, pasado, errores y todas aquellas cosas que nos tienen atascados, por así decirlo. El encontrar un buen terapeuta es parte del trabajo, pero la función de un terapeuta nunca será obligar a una persona a afrontar aquello que está tratando de evitar. Es por esto, que cuando estamos decididos a hacerlo existen muchos beneficios de ir a terapia.
1. El terapeuta se convierte en un testigo de tu historia
Pocas cosas sanan más un alma herida, que encontrar a alguien que sea un testigo de tu historia y de tu dolor. Un buen terapeuta te escucha más de lo que habla al principio, y el simple hecho de poder contar nuestras cosas dolorosas a alguien, y que quizá nunca se lo hemos dicho a nadie, es un acto de valor; un bálsamo que ayuda a sanar a nuestra alma.
2. Aprendemos a lidiar con nuestras emociones
A veces nos enfocamos en pensar que el problema es algo que aconteció, cuando muchas veces el problema en realidad es cómo estamos enfrentando ese suceso. El terapeuta nos enseña nuevas formas de cómo lidiar con nuestras emociones, y de esa forma seguir adelante de forma productiva.
3. El terapeuta nos ayuda a llegar más allá de nuestro límite
Es muy probableque el beneficio más importante es que el terapeuta no sea miembro de nuestra familia, ni sea un amigo cercano. Cuando confiamos nuestros problemas a estas personas, su mismo amor las detiene de decirnos justo lo que necesitamos escuchar y desafiar nuestro modo de pensar, mientras que el terapeuta no tiene este problema: ese es su trabajo, decirnos cosas que a veces no queremos escuchar, desafiar acciones que necesitan cambiar, y empujarnos más allá de lo que nosotros creíamos posible. Su trabajo es llevarnos a lugares en donde no hemos ido por temor, y no lo hace como castigo, sino porque sabe con certeza que podemos hacerlo.
Aunque existen muchos más beneficios de ir a terapia, estos tres son elementales, pues nadie más tiene el entrenamiento ni el tipo de relación adecuada para hacer las tres al mismo tiempo. El tomar la decisión de acudir a terapia puede ser difícil, y puede ser que te encuentres inseguro(a) si puedes hacerlo. Empieza lento, si no te gusta un terapeuta puedes ir con otro, pero no te rindas. El ir a terapia no solo te afectará a ti sino a generaciones a seguir pues decidiste sanar para no transmitir todo ese dolor al futuro.