La adicción, un cautiverio del que hay salida
¿Por qué no puede simplemente dejar de hacerlo? Es aquella pregunta que muchos hacen cuando la adicción no se entiende. Una persona adicta vive en cautiverio pues pierde gran parte de su libertad y habilidad física para negar s...
Denhi Chaney
Hubo un tiempo en donde el escuchar que alguien tenía una adicción era algo raro y poco común. Sin embargo, esa misma rareza ha disminuido de forma drástica en los últimos diez años, a tal grado que ya no es poco común conocer o escuchar que alguien está batallando con una adicción —y esto no toma en cuenta a los miles que tienen una adicción, pero que la mantienen oculta—. Aun así, con esta plaga cultural, existen muchas personas que al conocer que un ser amado tiene una adicción, se preguntan: ¿Por qué no puede simplemente dejar de hacerlo? Esta actitud es usual, mas no correcta, pues demuestra que la adicción es entendida por pocas personas. Es importante mencionar que aunque cada adicción es diferente, éstas tienen muchas cosas en común, pues como el abogado Quentin L. Cook ha explicado: “El cautiverio, la subyugación, las adicciones y la servidumbre vienen de muchas formas. Pueden ser esclavitudes físicas, pero también puede ser la pérdida o el deterioro del albedrío moral lo que [obstaculiza] nuestro progreso;” en otras palabras, aunque las vemos de muchas formas, TODAS detienen nuestros esfuerzos en convertirnos en mejores personas.
Ahora, muchas personas piensan que la adicción solamente afecta a la persona que se hace esclava de ella —usualmente el adicto se convence de esta mentira— pero de nueva cuenta, el abogado Quentin L. Cook nos orienta con respecto a las graves consecuencias de cualquier adicción: “El impacto de las drogas y el alcohol, la pornografía, los juegos de azar, la subyugación financiera y otras aflicciones, imponen en aquellas personas en cautiverio y en la sociedad , una carga de tal magnitud que es casi imposible de cuantificar.” Me llama mucho la atención que en estas dos citas se ha usado la palabra adicción y cautiverio como si fuera una misma: la persona que tiene una adicción se encuentra en cautiverio, es una simple y triste verdad. Teniendo esta palabra en mente te comparto información que ha sido comprobada científicamente para ayudarnos a entender lo que es vivir con una adicción y por qué se dice que la persona vive en cautiverio.
Se pierde la libertad
Cuando una persona se encuentra en cautiverio, sus opciones son tan limitadas que se dice que ha perdido su libertad; una adicción no es diferente. La capacidad de decir “no” es casi nula, por lo que lleva a la opción de decir que “sí” aun cuando se sabe que las consecuencias son desastrosas. La mejor forma en que puedo explicarlo es aquella imagen que me describió uno de mis pacientes:“El tener una recaída se siente como cuando vas manejando y te sabes la ruta tan bien que llegas al lugar en donde tenías que ir, pero no recuerdas cómo llegaste. Tu cuerpo lo hizo solo por memoria y costumbre, como si no tuvieras otra opción.” Es por esto que cuando la persona se encuentra tomando la decisión de recaer que no piensa en sus seres queridos y las consecuencias, recae luego para preguntarse cómo llegó ahí; no obstante, aunque su capacidad de negar esta condición sea casi nula, la capacidad existe. Aunque sus opciones sean limitadas, estas aún existen y es por esto que muchas personas pueden sanar.
El cerebro cambia para acomodar la adicción
Nuestro cerebro es un órgano maravilloso. Pero su función principal no es sólo controlar y dirigir, sino también aprender y, una vez que algo se ha aprendido, el encontrar la forma de hacerlo más fácil; es decir, simplificar nuestra vida y nuestros esfuerzos. Cuando esta increíble característica se usa adecuadamente, nos beneficia como seres humanos; sin embargo, esta misma cualidad se vuelve en nuestra contra cuando se trata de una adicción. Déjame explicar: una adicción se usa para escapar de sentimientos o situaciones que la persona no quiere experimentar, de tal forma que cuando ésta se presenta, el hábito se usa y el cerebro aprende que esa es la ruta que tiene que tomar y la convierte en la ruta más fácil.
Vamos a suponer que nuestro cerebro es como una carretera y estamos acostumbrados a transitar por cierta ruta. El cerebro la memoriza y te motiva a tomarla siempre —pues es la ruta fácil— aun cuando quieres tomar otra, es por esto que es tan difícil decir que no y crear nuevas rutas para que nuestro cerebro ya no nos motive a tomar la ruta adictiva. Por otra parte, varios estudios han corroborado que al escanear imágenes cerebrales de personas adictas el lóbulo frontal (aquel que está encargado de tomar decisiones racionales y poner los frenos) aparece con tal falta de desarrollo que es como si no existiera; en otras palabras, la persona vive sin frenos y las consecuencias son las mismas que el tener un coche yendo a máxima velocidad sin tener la capacidad de detenerse. Pero de la misma forma que el cerebro aprendió a acostumbrarse a la adicción y a sus hábitos, también puede aprender y acostumbrarse a un estilo de vida en donde nuevas carreteras y rutas se construyen; también el lóbulo frontal se puede ejercitar cuando busca ejercer restricción y usar los pocos frenos que tiene, pues éstos tienen la capacidad de crecer a su tamaño normal.
Te recomiendo que intentes imaginarte en tal condición y ya no preguntarte por qué tu ser querido simplemente no deja la adicción pues, como has leído, no es tan sencillo: requiere de mucha disciplina y constancia, pero es posible. Repito, es posible. El saber esta información te puede ayudar con aquellos que han sido afectados por cualquier adicción, pero como Quentin L. Cook ha mencionado: “Nuestro énfasis primordial, siempre debe ser hacer cualquier sacrificio necesario para proteger a nuestra propia familia y a la nueva generación. La gran mayoría de ellos todavía no son esclavos de las adicciones graves.” Esto es causa de alegría y esperanza, pues tenemos el poder para ayudar a aquellos que no han sido afectados y, como bien lo ha dicho, ningún sacrificio es demasiado grande para ahorrarles tanto dolor y aflicción.